8. Fotos y postres

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La última vez que los donadores habían ido al Orfanato, Magnus recibió una mantita nueva, Alec un cuento, y Jace una cámara de juguete.

"¡Toma una de Magus y yo!" le había dicho Alec muy emocionado, había corrido por Mu, Presi, se puso su pijamita que estaba ya muy usada pero seguía suave y calentita, trajo la manta de Magnus y su cuento.

Una de las enfermeras que iba pasando, Alice, presenció la escena y tomó una verdadera foto. Era una de las amistades más tiernas que había presenciado en su estancia ahí. Decidió guardarla de recuerdo por si un día se iban sus niños. Le costaba decirles adiós, pero también quería lo mejor para ellos.

En la foto, Alec, un pequeño Alec, venía corriendo, arrastrando la manta, el cuento y los animales abrazados. Magnus, aquel pequeñito que lloraba en las noches de tormenta, se había levantado al verlo y le sonreía, lo miraba como si fuera lo más bonito del mundo.

Ojalá alguien me haya mirado, o me mire así algún día. Había pensado Alice. Después negó y se fue riendo. ¿Qué tan loca estaba para desear lo que tenían esos niños?

"¡Jace, Jace!" Alec había intentado abrazar a Magnus, a la mantita, su cuento, mientras Mu y Presi se quedaban frente a ellos. "¡Foooto, Jace!"

Alec hacía pucheros mientras intentaba abarcar todo con sus bracitos. Jace había entrecerrado sus ojos y había dicho "No. A él no le tomo nada" y se había ido apuntando la pequeña cámara a sí mismo.

Magnus se había reído cuando Jace se cayó por no ver por dónde iba. Jace había llorado hasta que Alice vino a ayudarlo y a curar su rodillita. Jace hacía pucheros, cuando ella preguntó qué pasó, él dijo "Magus me empujó".

Alec, que había estado sosteniendo su manita, gritó "¡No es cierto! ¡Magus no hizo nada!".

Pero Jace tenía ese encanto desde niño y Magnus no de defendió porque no quería que Alec eligiera entre él y Jace. No quería quedarse sin Alec.

Magnus se quedó sin postre. Ese fue su castigo.

Alec lloró y lloró. Cuando eso no funcionó, le sacó la lengua a Jace, tomó su trozo de gelatina y corrió hasta la habitación donde Magnus estaba.

-Te traje de la mía, Magus -Alec sacó lo que quedaba de gelatina, lo que no cayó mientras corría-. Y te voy a contar el cuento.

Alec no sabía leer, pero le explicó, como pudo, las imágenes. Cuando llegaron a la última, la princesa y el príncipe se besaban. Alec intentó recordar lo que Alice dijo cuando se lo leyó una vez, pero no pudo. Entonces dijo: -La princesa no había tenido postre esa noche y estaba triste, pero el príncipe le dio el suyo, y un beso para que no estuviera triste. Fin.

Magnus ocultó su carita en la almohada y, desde ahí, dijo: -¿Beso?

Era siempre Alec quien lo pedía y él quien los daba.

Pero esa noche, para que no estuviera triste, Aleg le dio su primer beso a Magus.

Uno que siempre iban a recordar ambos. Y fue mejor que cualquier postre del mundo.


CONTINUARÁ...

¡Fin del maratón! ¿Cuál quieren después? :3

Mi pequeño corazón (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora