Two-faced guy [Yoonmin] ©

Capítulo 16

Estaba anocheciendo. Jimin mordisqueaba sus uñas, nervioso. No sabía por qué se sentía de esa forma. Luego de casi una semana, había respondido al mensaje de Yoongi, quien estaba por pasarlo a buscar por su casa. El timbre se oyó, haciendo que se sobresaltara. La señora Park justo pasaba a su lado y lo miró, extrañada.

—¿Qué te pasa?

—Nada, mamá.

La mujer se encogió de hombros y caminó hacia la puerta. Su hijo corrió y recostó su espalda contra la misma, impidiéndole a su madre abrirla. Ella frunció sus cejas.

—¿Qué haces?

—No abras. Yo lo hago.

—No entiendo cuál es tu emoción por abrir una puerta, cielo.

—Quiero hacerlo. Déjame qu-- —se carcajeó en cuanto su madre le hizo cosquillas y se movió a un lado— ¡No es justo!

Victoriosa, abrió la puerta, encontrándose de frente con un joven muchacho de negros cabellos.

—Hola.

—Buenas tardes, señora Park. Mi nombre es Min Yoongi ¿Está Jimin en casa?

—¿Jimin? Sí, claro. Está detrás de mí.

—¡Mamá! —masculló y caminó hasta quedar frente al otro joven.

—Los dejo solos, ¿Sí? Gusto en conocerte, Yoongi.

—Igualmente, señora.

Ambos la vieron alejarse dentro de la casa. El menor cerró la puerta detrás de él y caminó junto al otro hasta su motocicleta.

—"Gusto en conocerte"... es la primera vez que escucho eso.

—Yo te lo dije.

—Como sea... ¿Vamos?

Sin decir nada, Jimin se subió luego de que Yoongi lo haya hecho, y este comenzó a conducir. El más chico se inquietó en el momento en el cual se habían metido a una parte desolada de la ciudad, a uno de esos lugares que tanto le aterraban.

La motocicleta se detuvo en una vieja construcción abandonada. Jimin creyó que hasta las ratas tendrían miedo de estar allí. Mientras, Yoongi bajó, ayudó al menor a que lo hiciera, y comenzó a caminar sin ninguna dirección. Pateó una piedra.

—¿No vas a venir?

Al ver a Jimin tan callado, rodó sus ojos y lo tomó de la mano, guiándolo. Ambos subieron por unas escaleras hasta el techo del lugar que estaba a medio construir. Yoongi se sentó en el borde, dejando sus piernas colgar en el aire, y palmeó el suelo a su lado varias veces, invitando a Jimin para que hiciera lo mismo.

—¿Qué es este lugar? —preguntó mientras se sentaba.

—Es tranquilo y no hay nadie. Me gusta venir aquí —lo miró de reojo—. No te ves cómodo.

—No, el lugar está b--

—No hablo del lugar. Hablo de esto... no estás cómodo conmigo.

—N--no--

—No importa, lo entiendo.

—Necesitaba digerir bien todo. Sólo es eso.

—Ya veo... —suspiró— creí que me odiabas por haberte mentido.