Two-faced guy [Yoonmin] ©

Capítulo 36

El anochecer estaba a punto de llegar. Yoongi y Jimin, cansados, regresaban de su larga tarde de práctica de tiro en el campo. El menor, a pesar de estar exhausto, se veía muy contento. Feliz, soltó un largo suspiro y miró al mayor, quien conducía de regreso a su casa.

—¿Qué dices? Ya soy todo un gángster, ¿No?

—Te falta mucho para eso, niño.

—Eres malo, muy malo.

—¿Yo soy el malo? No recuerdo haberte dicho algo por haber roto la ventana de mi auto.

—Pero eso no fue nada, cariño, ya supéralo. Prometo que lo pagaré.

Jimin se incorporó un poco en su asiento, y besó la mejilla de Yoongi, quien meneó su cabeza hacia un lado.

—Ya van dos veces.

—¿De qué hablas?

—Ya me llamaste así dos veces.

—¿No te gusta?

—No es eso, nada más es extraño.

—Bueno... es la única forma que tengo de olvidar lo otro.

—¿Qué cosa?

—Que somos algo.

Yoongi frunció el ceño y continuó manejando. No podía comprender del todo las palabras del menor.

—Necesitaría más detalles, Jimin.

—Pues... no somos amigos, pero tampoco somos pareja. Estamos en el medio, pero eso no tiene un nombre. Y que esto no tenga un nombre a veces se siente incómodo.

—Tú no vas a parar hasta la boda y los diez niños, ¿Verdad? —se carcajeó.

—¿De qué hablas?

—Jimin, comprendo lo que quieres decir, pero a veces parece que nada es suficiente. Ni cuando me acerco, ni cuando acepto que te quedes, ni cuando vamos a la cama o cuando te demuestro lo que siento de la forma en que pueda. Siempre quieres más.

—Es que nada es suficiente cuando estoy contigo.

Un cálido sentimiento se instaló en el pecho de Yoongi. Esto mismo, últimamente, le pasaba cada vez que estaban juntos. Para que el otro no lo note, carraspeó y mantuvo su semblante serio.

—¿Y eso es bueno o malo?

—Es bueno, no me malinterpretes. No importa si alguna vez esto tiene un nombre. Si estamos juntos, sé que estará bien.

—Sí, ser un "algo" no está tan mal. Además, eres el de Min Yoongi. Sí que eres afortunado.

—Ya te estabas tardando —rodó sus ojos.

—Bien, llegamos.

Yoongi estacionó su auto en una esquina. Jimin frunció el ceño y miró a su alrededor. Sabía en dónde estaba, mas no comprendía por qué el otro había decidido dejarlo en ese lugar.