Capítulo 51

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Las calles de Busan estaban desiertas, y Jimin caminaba por ellas para poder llegar a su hogar tras haber pasado la noche anterior y ese mismo día en casa de Yoongi. El joven sintió el frío viento soplar y se abrazó a sí mismo, inhalando el perfume de su pareja, que se había impregnado en su abrigo después de haberlo abrazado la mayor parte del tiempo que había pasado con él. Y la mayor parte del tiempo que habían estado juntos, él había llorado.

Le había llevado un buen tiempo a Jimin poder darse cuenta de las cosas que había dicho y cómo las había dicho. Cuando lo supo, comenzó a sentirse horriblemente culpable, sintiendo la necesidad de pedir disculpas una infinidad de veces a Yoongi por haber lastimado sus sentimientos. Ante el pensamiento de sus propios actos, sintió su corazón estrujándose en su pecho por milésima vez en el día, pero se tranquilizó al haber recordado las palabras que Yoongi se había encargado de repetirle ya bastantes veces.

"Te entiendo, ya no llores ni te disculpes. Comprendí tus palabras antes, y comprendo ahora que hayas vuelto, así que no hay necesidad de que vuelvas a explicar todo. Nada ha cambiado, por favor, ya no estés mal. Sabes que te amo y que siempre lo haré".

Jimin sonrió. Le alegraba saber que nada había cambiado, a pesar de que la situación en sus vidas no fuera la mejor del mundo. Si las cosas estaban complicadas, entonces tenerse uno al otro como antes les convenía a los dos.

Feliz por haber, de alguna forma, salvado a Yoongi de haberse perdido en su oscura negatividad; Jimin caminó las pocas calles que lo separaban de su casa. Una vez frente a ella, alzó la vista antes de poder girar para caminar por el sendero que lo llevaba directo a la puerta, y su sonrisa desapareció. 

Viniendo del lado opuesto y con sus nudillos lastimados —cosa que, extrañamente, fue una de las primeras que los ojos de Jimin captaron—, venía Ji Hyun. Ambos dejaron de caminar en cuanto se vieron, y luego caminaron los pocos metros que los separaban hasta haber quedado cara a cara. El mayor alzó una ceja.



—¿No se supone que tienes clases? ¿Qué haces aquí tan temprano?

—¿Y tu trabajo? ¿No deberías estar ahí?

—Sabes que normalmente voy cuando me necesitan. Justamente estoy regresando de una de esas emergencias.

—¿Una emergencia con un boxeador o algo así? Vi tus manos, estás herido.

—Ah, esto... —miró sus propias manos— me topé con un idiota en el camino y lo golpeé.

—Pues... hay otros modos de resolver las cosas, ¿sabes?



Como Jimin sabía que estaba al borde de perder la cordura y decirle una y mil cosas acerca de lo que ya conocía de él; Jimin se limitó a suspirar, dar media vuelta y entrar a su casa. Su hermano lo siguió y cerró la puerta por él, una vez que estuvo adentro. Luego, frunció el ceño. 



—¿Hay... algo que te esté sucediendo, Jimin?

—¿Por qué sería así?

—Has estado raro últimamente. Ya no me hablas, cuestionas todo lo que hago, siento que me ocultas cosas y me mientes... nosotros teníamos más confianza. ¿Acaso te hice algo?

—No a mí.

—¿Qué?

—No dije nada, ¿bien? Ya déjalo, hyung.

Two-faced guy [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora