Capítulo 50

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Cuando se tiene una historia con alguien, sea larga o corta, no es nada fácil deshacerse del amor. Más allá de si alguna vez existió algún tipo de traición, los atisbos de los sentimientos anteriores permanecen en el corazón como escombros de lo que alguna vez fue algo más fuerte.

Jimin sentía eso. No llevaba mucho tiempo saliendo con Yoongi y lo conocía desde hacía menos de un año, pero había llegado a amarlo y de eso no podía deshacerse de la noche a la mañana.

Lo único que podía escucharse en la calle era una motocicleta que, segundos después de haberse detenido, apagó sus motores. Luego, se oyó el sonido de un arma a la que le habían sacado el seguro. Alarmado, Jimin le dio un golpe con su puño a Jungkook, quien lo había llevado hasta la casa de Yoongi.



—Oye, ¿qué haces?

—¿Qué? Tengo que estar alerta por si viene alguien a atacar.

—Lo sé, es sólo que es... ya sabes, mi hermano.



Jungkook asintió silenciosamente y bufó.



—No mataré a tu hermano, no soy un monstruo. Simplemente asustaré a quienes pudieran venir a darles un susto. A estas alturas, ya no sabemos cuándo esperar un ataque.

—Sí, tienes razón.

—Escucha, quiero saber algo: ¿Yoongi realmente te importa? Sé que me llamaste por alguna razón, no vienes aquí por nada. Aún así, no parece que estuvieras del todo convencido.

—Estoy molesto, Jungkook. Me molesta que me hayan ocultado cosas, y me molesta quererlos demasiado como para siquiera intentar mantener distancia.

—Oh, pero lo lograste. Le dijiste a Yoongi que no querías verlo más y que preferías--

—¡Sé lo que dije! ¿Por qué todos lo repiten?

—Tal vez para que te des cuenta de lo que generaste. Puede que cuanto más lo escuches, más seguro estés de qué quieres hacer a continuación. Ahora que has vuelto a oírlo, vuelve a subir a la motocicleta si sigues negado a hablarle; o ve a hacer lo que viniste a hacer.



Jimin frunció el ceño y le dio la espalda. Más allá de que supiera que el otro tenía razón, una parte de él quemaba por dentro al escuchar cómo todos le echaban en cara lo que había hecho.

Y como sabía que todos los demás tenían razón, decidió avanzar hasta estar frente a la puerta de Yoongi.

Jimin siempre había sido una persona muy curiosa, pero si había algo más fuerte que su curiosidad, era su orgullo. Lo odiaba, pero era cierto e inevitable para él. No obstante, aunque le costara trabajo dejar ese feo sentimiento a un lado, sabía que valía la pena por ciertas personas.

Tres golpes resonaron en el lugar, luego de que él hubiera golpeado con su puño cerrado la puerta. No se escuchaba más que el silencio, y las luces estaban apagadas. Aún así, el chico estaba seguro de que Yoongi se encontraba en el interior.



—Yoongi... soy yo. Ábreme, por favor. Sé que estás ahí.



Más allá de que no hubiera recibido alguna respuesta que pudiera indicarle que Yoongi estaba en casa; Jimin pudo escuchar al pelinegro suspirar y sorber por la nariz del otro lado de la puerta.



—Puede que no quieras verme, pero vine a decirte que soy consciente de que también cometí un error.



Silencio.



—Está bien, yo solo cometí ese error. Necesito hablar contigo. Sal, por favor.



Frustrado al ser ignorado por Yoongi, Jimin suspiró y apoyó una de sus manos en la puerta. Cuando lo hizo, descubrió que esta se encontraba entreabierta. Por eso, aprovechó y entró.

Two-faced guy [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora