Capítulo 42

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Era ya el mediodía del veinticinco de diciembre. Yoongi se encontraba todavía en la casa de sus padres, quienes, felices, celebraban las fiestas junto a sus dos hijos, como habían querido desde hacía tiempo. Jimin observaba a su pareja desde un rincón, y se carcajeaba en silencio al verlo interactuar con su pequeño sobrino. La señora Min se acercó a él y se sentó a su lado.



—Debió haber sido difícil, ¿No? Digo, cuando te enteraste.

—Un poco, sí. Pero no me importó demasiado. Cuando volvimos a hablar después de eso, nos volvimos incluso más cercanos.

—Están saliendo, ¿Verdad? —preguntó en voz baja.

—Desde hace poco, sí —respondió con una sonrisa, y volvió a mirar a Yoongi—. Nunca lo había visto jugar con niños —se carcajeó—. Es gracioso. A la vez, es triste. Todavía le cuesta relacionarse con otras personas.

—Eso... siento que, en parte, es culpa nuestra. Cuando le dijimos eso, cuando lo echamos... no fue en serio. Estábamos muy asustados. Uno no está viviendo esa vida como para saber qué les sucedería a las personas que la viven, pero sé que es peligroso. No quería que mi hijo menor estuviera metiéndose en esas cosas por un problema que era nuestro.

—Señora Min, de todo se aprende. Aunque se haya perdido diez años de su vida, hoy está de vuelta. Y si no hubiera salido de aquella vida que era tan peligrosa, sabrían cómo tratarlo.

—Acerca de eso... no te hicieron nada, ¿Verdad? Hablo de cuando él estaba ahí.

—No, jamás me pasó nada —mintió.



Jimin siguió charlando con la mujer, cambiando de tema. No quería preocuparla con las cosas que habían estado sucediendo, como el tiroteo, los golpes o la persecución en la calle. Y si ella llegaba a enterarse de algo, prefería que fuera de la boca de su hijo.

Por otro lado, Yoongi se encontraba sentado en el sillón de la sala, con su pequeño sobrinito, quien acababa de abrir los regalos que Santa le había dejado bajo el árbol.



—Tío Yoongi, ¿Qué le pediste a Santa?

—Ese viejo no le trae nada a los adultos, niño. Al menos logré tener un bonito regalo. Volví a ver a mis padres.

—¿Los abuelos? —ladeó su cabeza— ¿Por qué nunca te había visto antes?

—Porque me fui de casa. Cuando crezcas, no lo hagas.

—¿Tendré que vivir siempre con mis papás?

—Hasta que sea necesario.



El jovencito asintió con la cabeza y miró hacia abajo, a sus autos de juguete. Tenía dos de ellos, y le dio uno a Yoongi, quien alzó una ceja, confundido.



—¿Qué es esto?

—Santa no te trajo nada, así que te regalaré uno de mis autos.

—No, niño, gracias, pero es tuyo.

—Tengo nombre, tío Yoongi. Deja de decirme "niño" —frunció sus cejas.

Ah, supongo que tendrás que acostumbrarte, Sung Ki. A mí también me lo dice.



Two-faced guy [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora