Reescrito.
"Ya no serás dueña de tu vida" esa simple frase se metió como una bala entre las cejas de Honey perforando su cerebro y agitando sus sesos porque no solo era la frase — lo es todo — desde la manera y modo que lo está empleado en ella, la tiene acorralada en una maldita pared de un desolado pasillo.
— ¡Suéltame! — exigió saliendo del shock, pero sólo logró que pusiera más fuerza en su agarre.— ¡Te dije que me soltaras! — forcejeó buscando activar alguna habilidad, saco sus colmillos, eso hacia Lucian como advertencia.
—...Y yo te dije que no tienes derecho a darme órdenes.— su voz no era de ira sino de disgusto seco haciendo como si su aparente emoción y tranquilidad de hace rato no hubiese existido.— Miel.— Honey giró la cabeza cuando él se acercó todavía más si eso era posible. La azabache se relajó como si se hubiera rendido haciendo que Greyson bajará la guardia y aligerar la presión sobre ella, cuando eso pasó la mano de Honey impacto de plano en su cara creando un sonido sordo.
— No entiendo su errática actitud pero alejate...
Los ojos de Greyson de inmediato cambiaron, no de color sino de expresión mostrando su enojo en un radio mínimo de un kilómetro justo frente a Honey para ser más claros. La chica quiso desaparecer y eso iba hacer, ella se pegó todo lo que pudo a la pared y agradeció la poca iluminación que le facilita que se desvaneciera al menos de su alcance.
— Oh no, no lo harás.— Honey se impactó cuando Greyson logró agarrarla del brazo atrayéndola hacia él para volver a impactar contra la pared cuando se aseguró que sus ojos no se nublaran y que toda ella era carne con hueso y órganos.
— ¿Cómo...? — Se sintió aturdida, nadie podía detenerla cuando se desvanecía y no solo eso sino que aprovechó ahora la distracción de ella para ahogar sus palabras en su boca, si, así mismo, la acción racional de Greyson fue atacar los labios de la menor sin su permiso de manera salvaje mostrando su ira poniendo su dominio a valer con ese movimiento de labios que la dejó mareada.
— Las chicas buenas guardan silencio cuando saben que hicieron algo mal.— Si su cara no era de sorpresa antes, ahora lo era. ¿Qué demonios decía este hombre?— ¿Pegarme?— La diversión adorno sus ojos.— Eso merece un castigo.
— ¿Quién mierda te crees? — lo empujó pero apenas logró moverlo. La imagen que le daba al hombre era exquisita, la chica que tanto ha mirado a su merced con los labios hinchados y furiosa.
— Esa boca...— negó divertido, era ver la situación con humor o ser sumamente severo por el golpe que recibió.— Alguien está buscando que su castigo aumente.— volvió a acercarse pero lentamente, como cazando y desgraciadamente la presa era ella quien estaba a milímetros de distancia.
La chica creyó que el vampiro la volvería a besar cuando buscó retener sus brazos pero era erróneo porque esas no eran sus siguientes intensiones con ella, lo que hizo fue girarla para hacerla mirar la pared y, ahí no se detuvo, empezó a levantar su vestido en la parte de atrás, los muslos de Honey empezaban a quedar expuestas para él.
— De...tente.— balbuceo cuando su helada mano acaricia sus muslos. Trató de pegarse a la pared no solo para alejarse de él sino para desvanecerse pero recibió una última advertencia.— Basta...¡Ah! — grito de sorpresa cuando recibió un manotazo.
— Silencio.— volvió acariciar la piel donde había golpeado.— Es mi última advertencia, Miel. Cuando te castigue quiero silencio.— proporcionó otro azote a la chica.— ¿Entendido? — ella mordió su labio para que los insultos no salieran de su boca, chilló cuando volvió a azotar pero fue más arriba.— Dije sí, ¿Quedó claro?
