Reescrito.
La cabeza de Honey palpitaba del dolor punzante que sentía, todo le daba vueltas y los puntos negros que bailaban en sus ojos apenan la dejaban distinguir el cielo que miraba. Con sus manos se percato que estaba sobre la nieve en el suelo; entendía menos a cada descubrimiento que hacia de su entorno. El zumbido en sus oídos era irritante pero la azabache por lo menos agradecía no estar besando directamente el suelo como hizo anteriormente en la caída en la calle.
Se apoyo con sus codos y de a poco logró sentarse aún sintiendo como el universo giraba sin parar. Por ende, no se cuestionó cuando sintió una superficie semejante al cristal apoyando su espalda, la sola idea de mover la cabeza le dolía pero tenía que resolver la interrogante más grande; ¿En dónde estaba? Ahora podía ver mejor al sentirse más despierta y lo primero que la recibió fueron árboles y más árboles, si subía su mirada hallaría el grisáceo cielo nuevamente.
Honey miro hacia bajo tomando nota de cada cosa, parecía estar en el bosque del clan. ¿Cómo llego? No lo sabe. ¿Qué hace ahí? Ni idea. ¿Dónde están todos? Quien sabe.
Solo tenía claras dos cosas; la primera era que su cansancio estaba subrayado en sus dedos negros. Su agotamiento y mareo se debía a su esfuerzo. Lo segundo que también sabia era que un lobo de ojos blancos la derribó, luego todo fue ligero y hasta pacífico de una manera...sombría.
— Dife..Ah..rente. — una sombría voz perturbo a Honey y taladró en su sensible cabeza. Automáticamente la azabache cerró los ojos ante el aumento del zumbido de sus oídos.
— ¿Quién esta ahí? — cuestionó Honey con la voz pastosa y débil en el fondo, ya que buscaba distorsionar para no mostrar cuan presa fácil se ve.— ¿Quién esta ahí?
— Yo... tu...Igual...AHHH.— fue como tres voces gritando una más afinada que la otra.
La azabache se tapó los oídos con dolor ante aquella tenebrosa, fina y grotesca voz que taladraba con fuerza ante ella. Buscaba su origen pero solo veía el oscuro bosque frente ella, sombrío y con un aura parecida a la suya. El sentimiento que causaba no era miedo sino una frialdad helada demasiado extraña porque al mismo tiempo fuera de lo sombrío no había nada en ella además de familiaridad.
— ¡No grites joder! — si son tres voces, no hay problema, la distorsión con esfuerzo innecesario de Honey causan cuatro voces.
— Entiendes...— sinceramente no, Honey no entiende ni mierda solo llegó a saber que era una voz femenina; un poco áspera pero se afinaba en sus gritos ¿por qué grita? Honey no lo sabe ni trato de cuestionar sólo siguió tapando sus oídos por si volvía a grit..— Ahhhh...— puta— Eres...AHHHH.
Con dolor apretó sus manos a cada lado de su cabeza, eso fue como un radio apunto de explotar porque ese grito pareció de seis voces afinadas y gruesas como una distorsión a otro nivel. Honey aspiro el aire frío buscando mantener la compostura de si misma que había perdido al cerrar abruptamente los ojos, al abrirlos estos parecieron volver a la normalidad y enfocaban correctamente... o eso parecía.
— Te cuesta entenderme.— Un hombre, alto de ojos puramente negros le hablo. Estaba frente al bosque sin separarse del mismo a tres metros exactos del límite resplandeciente y cristalino donde Honey estaba apoyada, quien ahora estaba más desorientada que una mal tomadora. ¿Qué no era mujer? La voz era de una mujer anteriormente...— ¿Por qué? —cuestiono el hombre.
— ¡¿Qué rayos eres!? — exaspero completamente perdiendo la compostura. Se siente confundida, nerviosa. Estaba en el clan, no aquí es el bosque...«Mierda». Honey se dio cuenta donde estaba apoyada su espalda; estaba en el límite del clan.— ¿Cómo llegue...?