Capítulo 23.

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Reescrito.

"Nos casaremos en un mes, Miel."

— "Lo que necesito para quitar el sello puede llegar en mes y medio, Sötét."

Desgraciado.

Greyson no tenía otro nombre en la mente de Honey. Bueno, realmente tenía muchos nombres iniciando con cabrón y pudiendo terminar con maldito hijo de puta pero entienden el punto ¿no?

Ese día Honey no ató los puntos del porqué la prisa, al siguiente día más en calma en busca de otro plan de escape se dio cuenta de porque pareció que Greyson estuviera contra reloj; si ella se va antes la boda se jode.

Para Honey se joderá de todas maneras porque ni importa si él pasa de soltero a casado de todas formas se irá del clan.

Luego la niña fue iluminada con unas contundentes palabras de Marina: "Conociendo a Greyson Alexander Caprand hará que se casen bajo las viejas leyes vampíricas" con eso la bruja jodió a la chica en un parpadeó.
Las leyes vampíricas como su nombre lo indica es lo que mantiene el orden entre los seres de la noche al igual que las leyes humanas, salvó, que estas son específicas para los casos que pueden surgir entre vampiros.

Como los derechos de los transformados— que existen en la nueva ley— reglas básicos de convivencia en clanes, el cómo se elige a los líderes y cómo son aprobados, la esclavitud humana dado por vampiros, aprobación particular para que otros seres vivan en los clanes y el caso especial de Honey Moore futura señora de Caprand.

El matrimonio.

Los matrimonios por las viejas leyes son en una sola y simple palabra; Sumisión.

La mención que le hace Marina a Honey es por la clausura principal de vivencia que estipula que al casarse la mujer queda bajo la tutela del hombre, por ende, aunque Honey vuelva a su casa si Greyson la encuentra podrá hacer lo que quiera sin que ningún familiar pueda impedirlo, además de que su viejo clan ya no será su hogar ya que pasaría a pertenecer al clan de su esposo.

No se entiende como sigue vigente casarse por esas leyes y como aún hay personas que se casan cuando desde hace treinta años en las nuevas leyes se agregó elementos para hacerlo igualitario; y eso que no les hablé párrafo por párrafo cada obligación de la mujer.

Honey sólo necesitó oír lo anterior para entrar en pánico.

Han pasado cinco días desde que Greyson quiso jugar a las cuerdas con ella y desde entonces no ha visto sus luces por la redonda. Tampoco la azabache se puede enterar de mucho encerrada —por sí misma— en la habitación bebiendo sangre y mirando las paredes o la ventana como ahora mismo hace esto último.

El sol estuvo apareciendo medianamente en los días pasados pero hoy se alzó desde la madrugada una densa neblina y un frío helado que llegaba a filtrarse en la pequeña habitación de la chica; tal vez más tarde se digne a bajar para estar cerca de la chimenea.

— Sötét.— Marina tocó antes de entrar buscándola en la cama pero hallándola en la ventana. La mujer mayor traía una pequeña bandeja con una taza de sangre caliente y espesa mezclada con un poco de vino justo para el frío de hoy.— El chico está allá abajo, querida.— le informó en cuanto ella se acercó a tomar la taza.— ¿Le pido que se vaya o lo recibieras?

Honey bebió antes de responder:— Dile que estoy dormida.

— Esa excusa ya no funciona, Sötét.— alzó las cejas con diversión y cerró la puerta detrás de ella con ayuda de su amado bastón.— Creo que deberías hablar con él, el chico es muy insistente.

Honey Sei. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora