Reescrito.
Siendo otro día de dicho evento aislado la azabache ocupaba sus mente en otros problemas más inminentes que el acoso del hermano de su tío y viejo amigo de su padre, porque si, hay algo más importante que eso.
Y es Karter.
— Eres una egoísta, Honey.— escupió con enojo su primo y prácticamente su único amigo.— Me dejaras...— masculló negando repetidas veces alejándose del tacto de la azabache.
El muchacho se encuentra completamente indignado, ¿Cómo ha estas alturas le salía con eso? Es prácticamente de los últimos que lo saben.
— No dije eso.— intentó acercarse pero él se alejó.— Karl...Eso no fue lo que dije...
— No, Honey.— sentenció mirándola con cierta decepción. Es una decisión importante, no lo tomo en cuenta ni para opinar solo vino a su casa, días sin saber de ella para que le dijera eso y nada más que eso.— No puedo creer que te irás, pero, ¿Sabes lo que enserio no creo? — la azabache negó.— Que no me hayas consultado, que no me hayas incluido en tu decisión. Pensé que éramos un equipo.
— Lo somos.— aseguro.— No te dejaré, no dejaré de hablarte. Solo me iré a cumplir mi sueño.— se arrepintió de lo último, sonó demasiado egoísta de lo que de por si era.
— En el cual no estoy.— reprochó.
— Karter, no lo hagas más difícil.— volvió a intentar acercarse.
— Necesito espacio.— pidió serio negando a que ella se le acercará. Creyó que hoy tendrían un día normal entre ellos, jamás se le cruzó por la mente que se despedía tan patéticamente. —Dame espacio, Honey.— exigió a su mejor amiga.
La azabache tuvo que ceder a su petición, no tenía algún derecho a pelear o discutir, quizás sí debió por lo menos hacer una mención a la posibilidad pero nunca lo hizo, lo viene haciendo ahora que le queda semana y media para largarse de su clan y darle espacio indefinido a Karter y a los demás; al clan, a su hogar, su familia y Greyson Caprand.
La azabache agarro paranoia esa noche, no durmió en paz, tuvo que irse como cuando tenía doce años al cuarto de Lucian para descansar y así lleva haciendo desde aquella noche —hace ya tres días— y para estas alturas Greyson Caprand volvió a su hogar, él vive a dos estados de distancia ejerciendo como líder de su propio clan.
Cualquiera cree que ella debería estar tranquila con ese hombre lejos pero la realidad era al revés, la azabache se sentía observada cuando salía, vigilada incluso en su propia recámara. Ahora mismo siente que la siguen mientras llega a la plaza del pueblo para seguir su trayecto hasta su casa.
Algunas personas la saludan de lejos, les costó a estos acostumbrarse a ella debido a ser mínimamente diferente ya que es cierto aspecto todos son lo mismos, sobre todo al hablar de lo sobrenatural pero igual existe cierto recelo y soberbia. Además no es fácil de tratar.
Honey trataba de buscar algo que le confirmara sus suposiciones pero solo demostró estar loca al saltar del susto cuando Taurina la agarró del hombro para llamar su atención.
— Creí que me tenías odio, no pánico... —se mofó por su reacción.
— No te odio solo...Ponte una campana para la próxima.— pidió alejando la mano que la vampira tenía sobre ella.
— No creo que haya próxima.— murmuró Taurina.—...Si muy pronto te vas.— Honey abrió los ojos ante sus palabras.— Si, cariño. Ya me enteré.
— Danielle...—gruñó la azabache por lo bajo culpando a la sirvienta, debió comentar algo cuando fue hacer las compras ayer.
— Fue Axel a decir verdad.—la corrigió.— Me lo mencionó anoche.— se encogió de hombros.