Capítulo 22.

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Reescrito.

— Aún no está todo ordenado pero tranquila, que se puede caminar.— Marina empujó a Honey cuando esta quedó varada su lugar.

La azabache se había quedado apreciando el lugar.

La casa es de madera y piedra pasando como una casa y no una cabaña por pequeños detalles, el interior se veía abandonado con algo de polvo y desordenado pero se podía caminar evadiendo las cajas y objetos extraños del alrededor.

— ¿Se está mudando o así vive? —preguntó la azabache.

— Como ahora me quedaré por un tiempo he traído algunas cosas de mi hogar.— explicó llevando las canastas por un marco que llevaba hasta una mesa redonda junto a la cocina vieja.— Sabía que vendrías por eso te hice chocolate ¿Te gusta, verdad? — Honey la siguió solo porque no quería perderle de vista, podía moverse rápido para usar un bastón de apoyo.—... que tonta pregunta, todos aman el chocolate.

— Eso no lo puedo contradecir.— Honey vio con desconfianza el caldero negro y grande que había en el fogón.

— Tampoco que, no dudaste en venir ¿Cierto? Eres muy testaruda.— Marina vio a la chica sobre su hombro mientras con un cucharón servía en pequeños platos hondos el contenido del caldero que efectivamente era el chocolate que mencionó.

— Y usted muy contradictoria.— musitó viendo cada movimiento a detalle, desde eso hasta los estantes con raros y sospechosos frascos. También había algunas yerbas que le dieron mucha desconfianza a la chica— Usted me encerró aquí y ahora me quiere dar hospedaje para no estar con Greyson.

— La vida es así, querida. Contradictoria.— dejo la clase de taza frente a Honey quien no pudo pasar por alto el magnífico olor que desprendía; el chocolate es la perdición de muchos y esta vez la azabache no sería la excepción.

Aunque su aspecto se podía juzgar por lo espesa de su contextura, Honey lo acercó lentamente para probarlo. Su sabor le encantó, el cacao se sentía espléndido incluso tenía un toque especial que resalta y la llevó a ir más rápido en pasarlo por su garganta.

Marina la vio sonriendo por su reacción tan desesperada por el chocolate, Honey se avergonzó ante sus ojos pero rápidamente se limpió la boca para seguir hablando.

— La vida tal vez lo sea, pero usted debe tener sentido en algún punto —argumento.—¿Qué planea? — Honey sintió como su propia mirada cambió al concentrarse y eso la extraño ya que esa reacción solo podía aparecer estando con sus energías altas.

— En este momento te doy chocolate con sangre.— confesó.

—¿Qué? — Honey tragó grueso al oírla, vio la taza vacía en sus manos y luego a ella que claramente no tomo chocolate, de hecho, le extendió su taza.

— Luego puedes explicarme cómo estuvo el mercado.

Su boca estaba a nada de encontrarse con la taza «No se niega la sangre» hasta captar sus palabras:— ¿Estuvo ahí?

— Oí algo pasando por el hospital por sesos de vampiro.— Honey levantó una ceja ante sus palabras.— En fin, fue muy curioso oír como "El imponente líder Caprand quitó infamias contra él a base de un cuchillo"

Honey Sei. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora