Capítulo 31.

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Reescrito.

Desde el interior del auto la azabache apreciaba más de lo que quería ver, el auto estaba justo al frente así que observaba lo que pasaba, veía como Freya apoyaba a Irina para dar un paso tras otro. Aquella elegante mujer de ojos ámbar no era ni media sombra ahora. Había perdido una hija ¿Qué se sentirá ese dolor?, ¿Es tal como la imagen de Irina? Desgarradora tan solo de ver, como si hubieran arrancado algo invaluable de ella, algo que jamás se reparara. 

Ni siquiera podía describirlo, la pequeña chica veía mas de lo que su entendimiento de los sentimientos logra captar pero allí estaba ella tratando de descifrar porque quería entenderlo si no le importa.

¿Aún no te importa, Honey?

— Maldita sea.— siseo Greyson entrando de pronto. Por sus palabras era obvio el peso que cagaba que ni se fijo en la sobrerreacción de su prometida al verlo, realmente la había asustado por estar pendiente de Irina.— Me disculpo por mi vocabulario, tuve que revisar unas cosas que no me gustaron.

— Pudo ser peor.— consoló la azabache a su manera, muy a su manera.

Greyson suspiro contra la ventana del auto mirando como arrancaban para volver a la mansión y terminar el facilito día. El auto con Irina, Mika, Freya y sus hijos «Calum y Travis» los seguían de cerca.

— No veo como pudo ser peor.— mascullo observando por el rabillo del ojo como Honey también miraba su ventana, pegada a ella, dejando muy en claro la distancia entre ambos en el vehículo.

— Pudo volverse una revuelta ante tu dictadura.— soltó como consuelo encogiéndose de hombros.

— No soy un dictador, Miel.— rió por lo bajo ante el humor de su prometida, aunque no era ningún humor...ella hablaba enserio.

— ¿Seguro?

— No voy a discutir contigo, jovencita.— declaro de antemano.— Por cierto...— Honey levantó una ceja sin mirarlo.— ¿Por qué le lanzaste una silla a Roy? —la azabache lo miro manteniendo su ceja arriba.

— ¿No dijiste que no querías discutir?

— ¿Por qué eso llevaría una discusión? —devolvió la interrogante.— Escucha, se que las personas a tu alrededor te molestan...

— Tu me molestas.— aclaró regresando la vista a la ventana.

— Miel.— llamo en advertencia.— No quiero que vuelves agredir a Roy ni a nadie sin ningún motivo.

— ¿A poco te importa la vida de alguien? —se rió sin poder evitarlo.— Acabas de matar a un hombre y por poco a su hijo frente a todos sin parpadear.— señaló con voz monótona.

— Roy me ha servido bien, es leal y trabajador...— enumeró.— Merece tu respeto.

— Creo lo contrario.— reprochó.

— ¿Por qué lo agrediste, Miel? —insistió dejando de ver el camino a casa, estaban llegando.— Miel.— volvió a llamarla cuando esta no solo siguió mirando la ventana sino que cruzó los brazos.— Querida mía, estas a medio metro de mi.— le recordó sin agregar nada más.

— Bien.— bufo la azabache sin ganas de pelear físicamente con él.— Me esta llamando futura señora Caprand cuanto sabe que me jode el maldito título.— soltó sin medir ni un poco su vocabulario. Tampoco le importaba, realmente el título la sacaba de sus casillas.

— Haré como que no oí las malas palabras.— inicio perdonándola por el siempre hecho que mental y físicamente no estaba ni para castigarla.— ¿Le aventaste una silla por qué te llamó señora Caprand?

Honey Sei. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora