Reescrito.
— Que triste...— suspiro con la mirada llorosa dándole la oportunidad a Greyson para abrazarla pero ella inmediatamente se enderezó y todo rastro de empatía, si alguna vez hubo, desapareció.— ¿Crees que eso te da derecho de ser cómo eres? —Honey levantó el mentón mostrando frialdad. Greyson no se creía sus palabras sobre todo cuando chasqueo la lengua despectivamente.— Que patético eres.
Sin más, ella se levantó de su regazo sin que pudiera detenerla. Seguía en shock ante su cruda declaración que aunque era totalmente cierta no dejaba de impactarla. ¿Honey no posee empatía?
— Eres increíble, Honey.— murmura a poco de enojarse, ella lo conozco. Sus manos se hicieron puño y su mirada se enfrió dejando atrás y casi en el olvido el momento sentimental.
— Dije que si cambió mis emociones.— Musitó.— Esto me muestra otra parte de ti más genuina que me lleva a bajarle al asco que te tengo.— se encogió hombros hablando como si fuera su mayor esfuerzo decir aquello y costará admitirlo.
— Es el primer paso para poder domarte.— se encogió de hombros intentando ser positivo.
— Aún no entiendes que saldremos matándonos si sigues por ese camino ¿Verdad? — se cruzó de brazos sintiendo que se veían raros estando ella de pie frente a el como si lo regañara mientras Greyson se mantenía sentando en la cama.
— No cambiaré como soy.— mascullo de antemano.
— Tampoco yo.— la azabache levanto su mentón.
Suspiro por la nariz tomando el puente del mismo:— Debemos encontrar un medio si queremos hacer funcionar esto.
— Me fascina verte dialogar y ser racional pero el único que quiere ponerle marchar a esto eres tú.— su dedo lo acusó.— Yo no quiero esto, no te quiero.
— Yo tampoco he llegado a quererte.— soltó sin notar que eso pudo dolerle a ella pero se trataba de Honey. Sus palabras no la afectaron en ninguna medida.— Me importas un poco más allá de la necesidad de probar tu sangre o desear tu cuerpo...
— Quieres mi cuerpo, no mis sentimientos.— asumió.— Hombres, todos predecibles.
— Tú solo oyes lo que quieres oír. Mujeres, todas predecibles.— bufo sobando su sien.— Me importas, te lo he dicho antes.
— ¿Estaba despierta?
— Lo dije en mi lengua materna.— aclaró suspirando.— Miel, lleguemos a un medio.— pidió sin estar de ánimos. Tuvo un agitado día desde que oyó del lobo y ahora que abrió la herida de Sophia solo quería abrazar a Honey en silencio.— Tu quieres a tu familia, yo te quiero a ti. Tu quieres matarme, yo quiero domarte.
— Yo quiero asesinarte y tu solo piensas en sexo.— mascullo sonriendo como una asesina.— Me robaste el ballet.— las chispas de rencor salían de las esferas púrpuras de la azabache.
— No era tu pasión al fin y al cabo.— se justificó.— Que seas bueno en algún no significa que te agrade.
— Entonces si según eres bueno en el sexo implica que no te gusta...— asumió revolviendo las palabras de Greyson en su contra.— Sospechaba que eras homosexual ¿Sales con Fred?
— Hablar contigo es tratar con un niño de cinco años.— se alejó murmurando por lo bajo.
— Que tengas casi la edad de mi padre no es mi culpa.
— Treinta años menos.— hizo un ademán como sino importara. Honey elevó sus dedos para calcular la edad de su padre...aunque primero debería recordar cuanto tiene el susodicho.— Escucha, Miel debo irme a reforzar la seguridad, cuando quieras volver a casa no lo dudes.— En un parpadeo Honey lo tenia respirando su mismo aire. Se agacho y pegó su frente contra la suya.— Lamento el háza no quería hacerlo así. Lo siento.— cualquiera menos Honey hubiera creído en sus palabras.