Reescrito.
Greyson no mintió en cuanto los días siguientes, y es que solo hay que recordar que aquel fatalito día del presunto escape fue por la mañana y en la tarde Honey había pasado la mitad de sus consecuencias; o eso creía ella porque no tenia idea en su momento — a pesar de conocer a Greyson — lo que pasaría con ella.
—Señorita...señorita.— Fue tocada levemente, Honey se quejo inmediatamente soltando estos quejidos incluso antes de despertar por completo y es que su adolorido y agotado cuerpo ya no podía.— Señorita Honey.
— Déjame...piedad.— mascullo arrastrando las palabras.
La pequeñas y tímidas manos que la tocaron fueron cambiadas por unas mucho más fría que le dieron sacudidas con suavidad y gentiliza, recordó a la bruja de cabello rizado con esa acción, esta llego hacerlo cuando estuvo viviendo con ella.
— Señorita Honey, ya es tarde. El señor vendrá pronto a verla.— aquella información logro hacerla abrir los ojos dejándola ver unas esferas rojizas enmarcadas por un cabello rubio oscuro.— Debería comer algo para abrir el estomago, ¿No cree?
— Solo busca la ropa que me dejo, Emily.—murmuro incorporándose en la enorme cama de la habitación, a su lado tanto la susodicha como Clarissa se hallan.
— Como guste.— Emily le sonrió alejándose, dejando a la nerviosa Clarissa en su lugar.
La nombrada al contrario de la transformada no se atrevía a mirar directamente a Honey y esto no era por miedo sino simplemente por los escalofríos que al verla le resultan, la hermosa piel de porcelana de su señorita cada día que la despertaban — llevan cuatro.— tiene más mordidas.
— ¿Quieres peinar mi cabello, Clarissa? —indago la azabache tocando sus hebras enredadas y algo aceitosas, seguramente debido al sudor que ha producido últimamente.
La humana tímidamente asintió y el silencio reino en el proceso primario de la nueva rutina de la azabache, esta consiste en levantarse no más de las doce para arreglarse para desayunar con Greyson, antes puede picar, bañarse si gusta aunque después sea necesario bañarse de nuevo. Tanto Clarissa como la nueva chica — Emily— la ayudan a vestirse, peinarse e incluso bañarse si Greyson no esta aunque este no la deja mucho tiempo. Luego de desayunar tiene hasta las tres libre que es cuando debe bajar al despacho para continuar su castigo.
Tras este se queda con Greyson y ellas son delegadas a otras área, no es hasta la mañana siguiente que la ven junto a lo que se pueden imaginar por el enrojecimiento de su trasero, las marcas de atadura y como ignorar las mordidas de sus hombros, piernas y muslos. Para toda la mansión era un hecho de la mano dura que su señor finalmente decidió dejar caer sobre su prometida, la paciencia se había acabado.
Antes de bajar le ponen algún vestido de elección que jamás se volvía a ver, hasta ahora los de lavandería no ven ninguno pero los que limpian el despacho afirman encontrar retazos en el suelo. El día de hoy lleva una falda de un verde suave sobre una tala similar al tul con pequeñas flores, arriba una camisa manga larga gruesa y aunque su calzado suele ser innecesario Emily insistió en unas zapatillas similares a la de una bailarina; Honey notaba que ambas chicas parecían disfrutar bastante en vestirle y arreglarla como una muñeca, no esta muy segura si por gusto personal o una forma de animarla.
— ¡Señoritas! — una voz desconocida irrumpió en la planta, se asomo con cuidado haciéndose reconocer como una de las nuevas figuras de seguridad de Honey. Estos guardias se la pasan bajo las escaleras resguardando la misma y siguiéndola cuando desciende al despacho.— Disculpen la intromisión.— bajo la cabeza al pasar el pequeño recibidor al terminar la escalera, un pequeño recuadro.