Capítulo 21.

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Reescrito.

Honey se dejó caer brevemente al suelo con una de sus manos en su pecho; esas fueron muchas emociones y aún faltaban muchas por tener. ¿Greyson esperaba que una puerta evitará que saliera? Para algo se inventaron las ventanas.

El día iba a llegar pronto o tal vez no tanto, después de todo el invierno era inminente. La temporada más apreciada por los vampiros incluyéndose, después de todo el sol no sale mucho en esta época.
Sin más lamentos por no haber acabado con Greyson, Honey se preparó cambiándose rápidamente de ropa para una más abrigada. Mientras se ponía una gran chaqueta de Lucian observó con cierta tristeza su equipaje, se iría rápidamente y para ello tendría que volar como cuervo; no podría cargar nada.

Cerró la maleta y la puso en su lugar, luego con sus poderes movió algunos de los muebles contra la puerta para retrasar a cualquiera que busqué entrar dándole más tiempo para tomar delantera. Por último metió las manos en los bolsillos de la chaqueta con todo aparentemente listo, Honey sintió algo en los bolsillos, lo sacó; se trata de una nota.

"Preciosa y pequeña bailarina dentro de una esfera de nieve" era lo que tenía escrito.

Honey asumió rápidamente que era una de las tantas notas sueltas que su padre dejaba "al azar" por ahí. Para ser vistas cuando sea el momento gracias a su don de las visiones. La azabache interpretó que se refería a ella por "pequeña, preciosa bailarina" pero no logró descifrar qué quería decir con lo demás.

No se tomó el tiempo para hacer más preguntas, finalmente abrió la ventana y lo hizo. Usó la fuerza que había recuperado de manera inteligente y se transformó en cuervo y en un parpadeo salió de su encierro. Ella abrió su propia jaula y voló lejos.

Lo más lejos que pudo.

Honey se desplazó en el aire retomando el camino recto que el otro día logró, ese día pudo haberse ido si no hubiera tratado de vengarse de Greyson o que aquella bruja no se hubiera atravesado en su camino. Si se la vuelve encontrar lo lamentará.

La azabache dejó de pensar crudamente en venganza cuando llegó al extremo norte del clan, donde los árboles tienen quemaduras en sus troncos. Primero unos pocos para llegar al punto que están completamente secos y quemados hasta que la línea del inicio del incidió de muchos años atrás se dejó ver, una línea que sólo un ser sobrenatural podría ver.

Eso marcaba el límite del clan.

Honey aterrizó regresando a su forma en cuanto vio la marca del límite, del otro lado de esa oscura línea que aún con la nieve se veía estaba su libertad. estaba en un territorio de árboles bañados en copos de nieves junto a más y más blanco.

— ¿Lo logré? —se preguntó sin podérselo creer.— Lo logré. — se repitió sin dudas; lo consiguió, un paso y dejaría el territorio. Su pie derecho trató de tener el privilegio de dar ese paso pero algo lo impidió, su pie todavía en el aire pareció tocar una superficie cristalina.— ¿Qué...? —Honey miró al suelo sin creer lo que sintió...— Tal vez con el otro...—hizo caso a sus labios.

Trató con su pie izquierdo pero obtuvo el mismo resultado, su pie nunca terminaba por pasar la línea divisora. Algo se lo estaba impidiendo, una fuerza Invisible...

Confundida, la chica trató de pasar extendiendo su mano pero cuando esta estuvo a punto de pasar lentamente se reveló el motivo de porque no podía salir. Una superficie de cristal detuvo su mano.

Honey Sei. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora