Capítulo 41.

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Reescrito.

— Marina, revisara otra vez.— pidió el pelinegro entrando sin tocar en la habitación de su prometida; después de todo sabia que la hallaría dormida y tuvo razón, Honey seguía durmiendo aún siendo las tres de la tarde. Se veía como un muerto en realidad, en la misma posición que la bella durmiendo respirando lenta y profundamente, sus facciones de muñeca se veían opacadas por las terribles ojeras marcadas bajo sus ojos y el tono decrepito de su piel realmente preocupa. — No parece que la medicina le haya hecho efecto, se ve igual o peor que ayer.

La bruja de piel trigueña entro con ayuda de su bastón postrándose junto a Greyson quedando bastante cerca de la azabache, en ese momento se pudo apreciar a la perfección una pesada y oscura aura.

— Últimamente Sötét no ha tenido un descanso apropiado, Alexander.— respondió la mujer.

— La visita de Nyx no creo que le haya hecho mal — murmuro.

— Me refiero a general, desde el ataque e incluso antes tal vez...Sötét no ha descansado.— argumento mirándolo sin reparar en la nombrada; el tema de su conversación.— Dale tiempo.— aconsejo palmeando su hombro forzando ligeramente una sonrisa.

— Debería llamar al doctor.

— ¿El mismo que aconsejó que Sötét tomara sol? — indago la bruja.

— Debo buscar un especialista.— se recordó a si mismo dándose la vuelta.— Revísala mientras, por seguridad. La veo peor que cuando usaba el collar.— comento por lo bajo antes de retirarse.

— Claro, no hay problema.— aseguro la bruja elevando aquella sonrisa. 

El pelinegro asintió confiándole la salud de su prometida, Greyson podría tener sus reservas e historia con Marina pero ella conoce de Sei Dunkel y sabe que velaría por la integridad de Honey, ambas se tenían confianza, eso estaba claro para él porque como siempre Greyson era un maldito ciego. 

— Te dije que ya no me llamaras Sötét.—  mascullo con amargura la azabache abriendo los ojos cuando la puerta se cerro.

— Seria muy sospechoso llamarte Honey cuando siempre me he dirigido a ti de esa manera.— justifico manteniendo su distancia pero ahora si la miraba.

Realmente su estado era preocupante aunque solo extrajo un poco, claramente, hizo una diferencia en su cuerpo, después de todo, Honey no tenia la misma oscuridad que Nigthmare.

La susodicha se manifestó en la habitación haciéndose notar de manera intimidante al lado de la bruja que no hizo ningún movimiento o reacción ante ella.

— Quiero que tengas todo listo, mañana nos iremos.— sentencio con la poca fuerza que tenia.

— No te lo recomiendo, querida.

— No pedí tu opinión.— siseo—, ya te paguemos, simplemente hazlo.

— No pedí que me pagaran nada, no se como hacerte entender que aunque me quede con esas intensiones... no te extendí mi mano para aprovecharme de...

— Tampoco pedí tus excusas baratas.— corto en seco.

— Te dije que no era necesario la oscuridad, Honey enserio...— Marina titubeo pero finalmente decidió acercarse a la moribunda y frágil chica sabiendo que Nigthmare estaba tras ella esperando una simple negativa de Honey para hacerla retroceder a la manera Nigthmare.— Te lo dije pero insististe, casi me obligaste.

Era cierto, Honey no le dejo opción. La azabache dictamino que si no tomaba como pago un poco de la oscuridad de ambas no aceptarían la ayuda.

— Cumplí tu deseo, tu cumple el mío.

Honey Sei. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora