Capítulo 11.

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Reescrito.

— Estas loco.— murmuró en negación, ni siquiera trataba de cubrir su cuerpo, las palabras de Greyson la habían dejado helada.

Greyson soltó el cinturón para poder someterla boca abajo en la cama con el pecho, la cabeza y manos contra el colchón. Doblándole las rodillas elevando su trasero para su merced teniendo que darle dos nalgadas el mismo para que quedara quieta como él quería. Fue fácil teniendo en cuenta las luces sobre Honey. Si sigue recibiendo esa cantidad de luz diaria se enfermará pero ese no es el problema actual.

— Dolerá un poco, Miel.— aviso agarrando el cinturón.— Pero sabes que lo tienes merecido.— la acarició con el extremo del cinturón dejándola sentir su textura para darle una idea de lo que vendrá.— Shh..Shh no llores, cariño. No seré brusco.

— No lo hagas...No lo...— siguió negando y tratando de moverse pero Greyson la agarró de la parte de atrás de la cabeza para que no la levantara.

—Sube el trasero, Miel, por favor.— pidió serio pero ya no con enojo sino como sin querer aplicarle el castigo. Ella casi temblaba pero era por el frío aunque él no lo sabía.— No vayas a llorar, ¿ok?

— ¿acaso te importa si lloro? —interrogó.— No seas infeliz...Mmh.— Honey cerró los ojos cuando vio el cinturón impactar a su lado por poco rozando su brazo cerca de su cara.

Ciertamente, el pensamiento de llorar se le cruzó en ese momento que creyó que eso iría a su cara ¿Greyson sería capaz? Ella movió la cabeza en su dirección por encima de su hombro para ver como agarraba y ajustaba el cinturón, su mirada azul estaba en el cuero, Honey vio algo raro en sus ojos.

¿En serio importara que lloré?, ¿Hará alguna diferencia? No tenía otra cosa para hacer además de seguir insultándolo mientras suplicaba en su interior por su trasero. En el instante que Greyson se vio convencido con su cinturón e iba a empezar a castigarla, Honey chilló en alto y cubrió su cara con sus brazos para que no se diera cuenta de su falso drama.

Chilló como una verdadera niña que hizo algo malo y prometía nunca volver hacerlo aunque fuera una mentira, ella no quería doblegarse sobre todo si eso no la llevara a nada pero su "llanto" parecía retrasar lo inevitable.

— Miel...— Greyson le acarició el cabello buscando consolarla, pero al ver misericordia Honey se echó a llorar todavía más fuerte, ahora sí sacó lágrimas de verdad aunque están en la que no pudo llorar en la tarde pero todos vamos a decir que está aterrada genuinamente por la paliza que debe darle.— Miel, debes aprender que no debes decir esas cosas...

— Eres i-injusto y muy m-malo conmigo.— habló entre llanto tratando de hacerse la víctima pero se arrepintió de no llorar sin hablar cuando Greyson dejó su cabello y sintió cómo pasaba la mano libre por su abdomen para levantarlo, incluso, él colocó una rodilla en la cama para azotarla bien.

Honey resignada en ese momento que supo que de todos modos la castigaría, apagó su llanto y alzó el trasero para que la mano en su abdomen se fuera pero esta solo cambio de lugar para ponerse sobre su espalda bajo. La azabache cerró fuertemente los ojos esperando el golpe y cuando este cayó empujándola al frente por el impacto soltó un fuerte grito ahogado.

Eso había dolido.

— Listo.— murmuró él acariciando donde pegó y soltando nueva y permanentemente el cinturón haciéndola abrir los ojos.

Honey Sei. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora