Capítulo 4

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Clem


Hace mucho tiempo que no me emocionaba tanto con una salida. Riego celosamente mis siete orquídeas. Tres de ellas ya tienen botones de buen tamaño. Añoro que florezcan con su delicada y longeva belleza. Baño de espuma con mis enanos en el Jacuzzi. Después de cambiarlos y acostarlos paso por la depilación eléctrica semanal, humectante de lavanda. Me seco el cabello con suaves ondas en las puntas. El vestido es osado. El cuello bote chorrea por el peso de la tela y forma un escote pronunciado que deja adivinar el volumen de mis senos. Me coloco unas argollas grandes, trenzadas, de oro amarillo, Tiffany & Co. y me maquillo con paciencia. Las sombras negras y plata dan un aire dramático a mis ojos pequeños. Abuso del rímel, boca rojo vino, un toque de Alien de Thierry Mugler, ¡me parece absolutamente femenina! Me cuelgo mi bandolera Rossmore PM,amaranto de Louis Vuitton y ¡lista! Voy a prepararme un Raspberry Mojito con frambuesas que llegaron hoy del huerto de Cieneguilla. Hoy, junto a Astor y Rogelio tenemos variedad de frutas y verduras orgánicas entre huertos y fundos.

Elsa me mira sorprendida y se distrae de la TV.

_¡Señora, está bellísima!!!_ me encojo, avergonzada.

_Tengo un cumple_ por si le va con el chisme a Bosco. Le preparo uno y me bebo el mío de a poquitos en la sala, escuchando a Hot Chip, maravillada todavía con mi consola Monocles de Delightfull, en madera y latón. Con aire vintage, es la vedette del recibidor,


Ready For The Floor: Hot Chip: Made In The Dark, 2008.


Me gusta Lorenzo, no me lo puedo negar y que no haya más, me empuja al coqueteo rosa. Yo, que respiro programando técnicas para no perder el control, voy comprendiendo que es una compulsión a la que necesito darle batalla. Controlamos muy poco en esta vida. La muerte

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sella nuestro nacimiento y en el ínterin hay que sacarle el juego a nuestro devenir. Podemos perderlo todo en un momento. Nada nos pertenece en realidad, la mortalidad lo cuestiona todo. Hay que ir por la felicidad, sumergidos en nuestra vulnerabilidad.

Claro que todo esto mi cerebro lo procesa con recelo sin ponerlo en práctica aún, después de años de pensamientos represivos. Ahora, mi sed de control no se activa con Lorenzo. Sin posibilidades, sólo resta disfrutar de su compañía.

Confirmo que Astor tiene el mejor gusto para vestir a una mujer. Con-ge-la-do.

_¿Qué tal?_ el Mojito me anima a pasarme de atrevida.
_La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre(66).

_¿Significa, me gusta?_ le guiño el ojo.

_Tengo ganas de dibujarte.

_¿Quieres pasar? Te puedo preparar un Raspberry Mojito.

_Quiero llevarte conmigo_ me entrega un casco.

_¡No estarás pensando que me subiré a esa moto!

_Estoy decidido_ sonríe, calculador.

_¡Ni a rastras me subo a esa cosa! No subo a una desde Brasil...

_Streetfighter 848_ sus ojos brillan intrigados.

_Vamos en mi carro_ no me atrevo a llevármelo en la Range. Aunque podría ser mi venganza. Malograrle su tercer hijo.

En El Bosque, ClementinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora