Capítulo 28

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Clem


Somos un nudo de carne viva que no puede hacer conexión...

Es una batalla, tal vez la más despiadada que hemos librado en los últimos años y en los primeros...



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Su boca devorándome. Un desafío, una meta, un cobro con intereses. No ha vuelto a ser como la primera vez en su depa.

Está torturado por sus demonios y su ansiedad. La necesidad de demostrarse que sigue siendo el mismo semental es demoledora. No poder enfundarse en mí, como lo ha hecho con docenas y docenas de tipas, le resulta más letal que mi imposibilidad por acogerlo.

Y no puede esperar. No quiere hacerlo. Se ha cansado en pocas semanas de remar al son de Paulette, se ha cansado de cuestionarse, de hablar, de apaciguarse... Entre mis piernas su boca es arte, a pesar de su ímpetu, de su premura. Dopa mis pensamientos, soy una marioneta de sus labios, de su lengua, de su ferocidad...

_Bosco...

_Vamos, bonita, déjate ir en mí..._sopla contra mi sexo... Me despedazo clavando las uñas en su nuca y no puedo más...

Cuando se acerca a mi rostro y me besa no veo en sus pupilas arrogancia, satisfacción, sólo pura autoevaluación.

Y el momento se repite, después de semanas de falsa calma. Tiemblo dentro de mi agitación, de mi satisfacción. Su excitación es indudable y la fuerza con la que me embiste hace que arquee la columna para compensar el asalto. Grito, me tenso, tomo su rostro entre mis manos para que me mire, olvide, se relaje y disfrute. Suda y sus ojos claros me observan maquiavélicos, empuja y la cabeza me da vueltas, sudamos de los nervios...

_Bosco..._y mágicamente como terriblemente la quemazón mitiga, el movimiento se hace suave sin dejar de ser estimulante. Suspiro de alivio, mi tensión se enfría, lo beso...

_¡Puta, mierda!_se retira como una ráfaga. No ha valido no beber una gota en la presentación de mi libro ni en las últimas semanas.

No me encuentro con el Bosco acongojado y martirizado de otras veces, sino con un acusador implacable que odia, que maldice, que está convencido que hay una trampa tras de todo...

Me arrodillo en la cama frente a él, intento besarlo, atraerlo, quitarle la presión que lo carcome. Lo he conversado con Delia. No es el momento para enfrentar el sexo como tal...

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_¡Suéltame! No quiero tus migajas ni la putada de frotadita_brama sanguíneo y descarnado. Perseo levanta las orejas desde su camita arrugando la frente. Los niños...

_No es el momento..._abandona la cama, se sube el bóxer, cierra los jeans negros. Está totalmente vestido en un toque. Lo sigo, intentando suavizarlo, acomodándome el vestido.

_¡Eres una mujer castrante y lo has sido toda la vida!_ dispara.

¿Alguna vez dejaré de ser la eterna culpable?

_Estamos tratando de salir de todo aquello..._ no me deja tocarlo, me esquiva con la furia corriendo como petardo de dinamita.

_¡Eres la Némesis vengadora de mis infidelidades!_su sonrisa es tan agria_ ¿Ahora resulta que tienes la sartén por el mango? _ él nació para ganar y yo he sido su única constante derrota por causas exentas a sus posibilidades. Por eso ha podido soportarme a su lado y ahora que mi disponibilidad es menos adversa que la suya, le resulta insoportable.

En El Bosque, ClementinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora