Capítulo 8

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Clem


Lorenzo llega a las 10. Perseo me acompaña hasta la puerta. Él no es de los que gruñe a extraños, pero se muestra reacio a ser acariciado. Lo recibo con una sonrisa y algo de frío.

_Estás preciosa_ sus ojos chispeantes confirman el efecto. Él luce sexy con camisa blanca entallada, las clásicas Converse y unos jeans rasgados con tachas en oro viejo, al estilo Cavalli.

_Me encantan tus jeans.

_No está el carro de tu esposo_ el vacío en el garaje logra que se me estrujen las tripas. Mientras estaba aquí, todo parecía en su lugar, a pesar de todo. Un simbólico cimiento que ha desaparecido.

_Ha vuelto y nos hemos separado_ mi rostro se endurece y mis ojos siguen presos de ese vacío junto a mi carro_. Era inevitable.

_Se decantó, finalmente.

_Sabía cómo iba a reaccionar en relación a la terapia..._ suspiro. Pero muy en el fondo, tenía una esperanza..._ ¿Pasas?

_Vamos a ganarle tiempo a la noche. Te recomiendo que lleves algo abrigador_ comienza a chispear. Me decido por un blazer rojo.

Me encanta la sensación de estar pegada a su juventud. Huele fresco y masculino. Ni siquiera sé para dónde vamos pero no importa.

Anclamos en un Wine Bar pequeño y acogedor, muy cerca de casa y que no conocía. El dueño es amigo suyo. Sólo hay cuatro mesillas y con nosotros se llena. Su propuesta es una carta reducida de botellas que no se ven en enotecas. Escoges y la puedes llevar o descorchar allí mismo, pagando un adicional. Optamos por el copeo. yo, Malbec, en copa tulipán. Lorenzo va por un Jerez Fino, en copa más pequeña.

_¿Un chiquito y Jerez?_ me mofo_. Eres la excepción o estoy envejeciendo sin darme cuenta lo que pasa con los jóvenes.

_Tienes un problema serio con la edad, Clementina. 

_Y tú no tienes veintinueve, Lorenzo.

– 300 –

_¿Y qué importa si los tengo o no?

_¡No los tienes!!!_ me escandalizo y bebo ¡Dios mío!

_No he dicho que no los tengo_ sonríe, calculando. Vuelvo a dudar_. Olvídate de la edad. A mí me gusta salir contigo, conversar, llevarte pegada a mi espalda, además de plasmar todo lo que me dejes de ti.

_A mí me agrada tu compañía, salgo de mi mundo, es muy gratificante_ me sonríe, acaba su copa y yo hago lo mismo.

_¿Te provoca otra?
_¿Cuáles son tus planes para la noche?, no los has revelado. 

_Vamos a La Punta.

_Sí..._ ¡me estoy enamorando de La Punta!!!
_A caminar, a pasear y al final...
_Dime...
_¡Una sorpresa!

Es una belleza de noche. Caminamos por el Malecón Figueredo muy concurrido e iluminado y nos bebemos dos Chandon personales sentados en los muros, escuchando el sonido de las olas, aspirando de la brisa del mar; intensa, relajante y envolvente. Es una noche rara de finales de otoño, completamente despejada, que deja ver un sendero de luces de toda la costa hasta Chorrillos.

Conversamos de música y descubrimos otras coincidencias más, como Ben Harper, Carla Morrison, Natalia Lafourcade, Pedro Aznar, en contraste con Avicii, Alok, Kygo... Y muchas más coincidencias en arte. El estilo de Lorenzo es una vigorosa fusión lineal que sobresalta, por momentos para sacarte de foco. Cuando veo los pocos lienzos que me ha mostrado, no sé por qué recuerdo a Gabriel García Márquez con su Real-Maravilloso. Estás en la realidad y de pronto algo te atrapa y te saca de cuadro, te transporta. Su pintura te impregna en sensaciones, sin predisposición a volar y terminas en ello. Y allí recuerdo inevitablemente los desnudos de Gustav Klimt...Es muy difícil definir estilos y yo no soy una conocedora de arte. Me gusta lo que me impacta y toca mis sentidos. Lo que me hace viajar sin saber a dónde. La sorpresa y su armonía en la travesía. Y lo que veo en sus lienzos lo logra, sin siquiera buscarme en ellos.

En El Bosque, ClementinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora