37.- EL VORTICE

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Le costó mucho llegar a la habitación de Sebastián esa mañana ya que Drogo no quería soltarla. Sabía que ella se tenía que ir y, eso, le perturbaba demasiado. Al final, le tuvo que permitir ir con ella hasta la cripta. 

Cuando llegaron, Sebastián comenzó a explicarle cómo crear el Vórtice. Las instrucciones eran muy complicadas pero Morgana estaba concentrada y no perdía detalle. Cuando hubo aprendido el procedimiento, comenzó el proceso. Parecía como si lo hubiese hecho toda la vida. Poco a poco, un enorme Vórtice se abrió ante sus ojos. Ella se volvió hacia Drogo orgullosa de lo que había conseguido y vio que éste se estaba conteniendo para no llorar. Iba a ser una triste despedida por lo que se acercó a él y le abrazó con fuerza.

—Te prometo que volveré y traeré a los lobos conmigo. Confía en mí.

Él la miró a los ojos. Sabía que, aunque por fuera sonreía, por dentro estaba tan destrozada como él. Esforzándose por animarla, le devolvió la sonrisa y le dio un último beso. Un beso tierno, suave, lleno de amor.

—Ya sabes que confío en ti, cosita. Eres increíble. Sé que puedes conseguir esto y mucho más. Te estaré esperando y, cuando vuelvas, lo celebraremos con una gran fiesta. —Esto último lo dijo con un guiño travieso que a ella le hizo reír.

—Hasta pronto,  Drogo —dijo separándose lentamente de él.

—Hasta pronto, cosita.

—Buena suerte, Morgana.

—Gracias, Sebastián.

Y, tras dirigir una última sonrisa a su amor, se introdujo en el Vórtice. Éste desapareció dejando a los dos hombres con mirada triste y un atisbo de esperanza.


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Después de la despedida, Drogo no se sentía con ánimos de nada. Iba deambulando por los pasillos cuando un grito llamó su atención.

— PAPIIIII.

En unos segundos tenía a su pequeña colgada del cuello. Ese abrazo le sentó bien. Necesitaba cariño y ¿quién mejor que su pequeña princesita? Así que decidió pasar el día con ella. Salieron al jardín y él se sentó en un banco mientras Lorie correteaba entre las flores. Sonrió ante tan tierna imagen pero seguía con tristeza en su cara. La niña se dio cuenta y se sentó junto a él.

—¿Qué te pasa, papi? ¿Por qué estás tan triste?

—No me pasa nada, pequeña. Estoy bien.

—Seré pequeña pero no tonta. Por favor, dime que te pasa. Igual yo te puedo ayudar.

Él miró a la pequeña que le suplicaba con la mirada. No quería preocuparla pero, sabiendo lo insistente que era, pensó que lo mejor era contárselo.

—Verás, Lorie. Estoy triste porque Morgana se ha ido de viaje y no se cuando volverá.—La niña lo miraba curiosa.

—Ah, es por eso. ¿Y eso te pone triste?

—Pues, sí. Porque la voy a echar mucho de menos.

—Pues yo, no. — Drogo se volvió hacia su hija mirándola asombrado.

—¿Y por qué no?

—Porque es una pesada. Ahora que se ha ido volverá mamá y seremos una familia de nuevo. — Drogo se quedó de piedra. ¿Qué había dicho? ¿Mamá?

—Lorie, cariño. Sabes que eso es imposible. Tu madre está muerta.

—No. No lo está. — La niña lo decía tan convencida que Drogo se empezó a asustar.

—¿Por qué dices eso, Lorie? Tu madre murió hace dos años.

—No se murió. Estaba dormida, como la bella durmiente. Ahora ya se ha despertado y quiere estar con nosotros, pero la bruja mala de Morgana no le deja. Ahora que ella se ha ido, mamá podrá volver a casa.

Drogo empezó a temerse lo peor. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Elisa había entrado en el castillo y estaba claro que, para ella, hubiera sido muy fácil manipular a Lorie para que se lo permitiera. Trató de calmarse. Tenía que confirmar sus sospechas.

 Dime, Lorie. ¿Quién te ha dicho eso?

—Mamá.

«Calma, Drogo», se decía a si mismo. «Espera a que te lo cuente todo».

—Y ¿Cuándo te lo dijo?

—Vino a verme hace una semana. Me dijo que era un secreto pero ahora que se ha ido la bruja ya te lo puedo contar. ¿No estás contento? 

«Confirmado». 

Eso le cayó como un mazazo, pero aún necesitaba saber más.

—Escucha, Lorie. Necesito que me digas todo lo que te dijo tu madre. Por favor, es importante para mí. —La niña le miró curiosa pero enseguida recuperó la sonrisa y comenzó a hablar.

—Me dijo que Morgana era una bruja mala que te había hechizado para separarnos y que tenía que portarme muy mal con ella para que se fuera y pudiéramos estar todos juntos de nuevo. Ahora que ella se ha ido, mamá volverá. Lo que no entiendo es porque eso no te hace feliz. ¿Es que no quieres a mamá?

Ahora todo encajaba. Los juegos macabros, el comportamiento de Lorie con Morgana. No se podía creer que hubiera sido capaz de manipular así a la niña. ¿Cómo iba a explicarle eso a su hija? ¿Cómo iba a decirle que eso no era su madre sino un monstruo?

—Escúchame atentamente, Lorie. Sé que lo que te voy a decir no te va a gustar pero tienes que creerme. —La niña le miró sorprendida.

—¿Qué es lo que ocurre, papi?

—A quien tú viste, no era tu madre.

— ues claro que sí. Yo la vi.

—Lo que tú viste fue un muerto viviente, un vampiro.

—MENTIRA. ERA MI MADRE. YO LA VI. YO LA VI.

La niña comenzó a llorar y a gritar. Drogo la abrazó fuertemente hasta que la niña se calmó. Aunque ya no gritaba, seguía llorando en silencio. Acababa de romperle el corazón a su hija.

—Lo siento, Lorie —fue lo único que fue capaz de decir.

Lorie paró de llorar y, sorbiéndose los mocos, le miró con cara triste. Observó fijamente a su padre y, en su expresión, vio que decía la verdad por mucho que le costara creerle.

—Entonces, Morgana, ¿no es una bruja mala? —Drogo sonrió a la niña. Ella era muy inteligente y había comprendido todo.

—Todo lo contrario, cariño. Es una maga y muy buena.

—¿Ah sí? ¿Y cómo lo sabes?

—Porque salvó la vida de Peter.

La niña se quedó con la boca abierta. Quería mucho a Peter y lloró cuando supo que le habían herido. No sabía que Morgana le había salvado.

—¿Sabes qué? Me alegro. No me gustaba portarme mal con ella. En el fondo me cae bien.

La niña sonrió inocentemente y Drogo suspiró aliviado. Por fin las cosas iban a ir mejor. Lorie se llevaría bien con Morgana y ahora que sabía cómo había entrado Elisa, podría evitar que volviera.

EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora