EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)

45.- TOMMY

—¿Qué me has hecho?

Drogo se sentía sucio. Elisa le había manipulado para acostarse con él. Sentía tanto asco. Se levantó y se vistió bajo la atenta mirada de ella que no paraba de reír.

—Oh, vamos, cariño. ¿Me vas a decir que no te ha gustado? —Él la miró con los ojos encendidos por la ira.

—Nunca en mi vida había sentido tanto asco como el que siento ahora por ti. No vuelvas a acercarte a mí.

—¿Tan poco te preocupa tu hija que no me quieres complacer?

—No tengo porqué complacerte. En cuanto a mi hija, quiero verla. Si en un día no la he visto, prepárate. Estoy seguro de que los lobos disfrutarán devorándote.

Ella se quedó riéndose mientras él salía de la habitación furioso. Viktor era muy bueno en la cama, pero un poco brusco para su gusto, en cambio Drogo... Drogo era todo ternura y pasión. «Ay, Morgana. Que tonta eres. No sabes lo que te estás perdiendo». Ese pensamiento le hizo estallar en una sonora carcajada.

Tranquilamente comenzó a vestirse. Después de una noche de buen sexo se sentía feliz y relajada. Iría a ver a Viktor y organizarían un encuentro. Una vez viera a su hija, dejaría de amenazarla.

Terminó de arreglarse y, con una estúpida sonrisa en la cara, se dispuso a abandonar el castillo.

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—¿Notáis eso? —preguntó Jack olisqueando el aire.

—No. ¿Qué ocurre? —contestó Peter nervioso.

—Elisa ha salido del castillo.

En ese momento un Drogo furioso entró en el despacho, cogió una silla y, con todas sus fuerzas, la estrelló contra el suelo haciéndola pedazos. Se quedó mirándola, como ido, y dejándose caer en el suelo. comenzó a llorar.

Los tres hombres estaban asustados. Nunca lo habían visto así.

Nicolae se agachó junto a él y, poniéndole una mano sobre el hombro, le habló con voz suave.

—Señor, por favor, tenéis que tranquilizaros. Sea lo que sea que haya ocurrido nos tiene a su lado. Por favor, déjenos ayudarle.

Drogo levantó la vista y la tranquila mirada de Nicolae consiguió que se calmara. Con ayuda de éste se incorporó y se dirigió a sentarse en su mesa.

—Por favor, disculpadme. No sé qué es lo que me ha pasado. Bueno, si lo sé, pero no debería haberme comportado así. No con vosotros.

—Señor, no tiene que disculparse. Todos somos conscientes de la situación. Es normal que se haya dejado llevar. Es demasiada tensión para un solo hombre.

—Gracias, Peter. Pero ojalá fuera sólo la tensión.

—Drogo. Creo que ya se lo que ha pasado. Hueles a ella. ¿Cómo has podido? —Le recriminó Jack. Drogo le miró con cara triste.

—¿Acaso crees que lo sé? Lo último que recuerdo es estar diciéndole el asco que me daba. Ha jugado con mi mente y yo... me siento tan sucio, tan asqueado. —Las lágrimas amenazaban con volver a salir de sus ojos.

—Tranquilo, señor. No ha sido culpa vuestra. No os preocupéis. No os dejaremos solo. No permitiremos que esto vuelva a pasar.

—Gracias, Nicolae. Gracias, amigos.

Los tres le sonrieron y Drogo se empezó a calmar. Tenía suerte de tener tan buenos amigos.

—Por cierto, Drogo. Hace un rato he sentido que Elisa salía del castillo. ¿Sabes a dónde iba? —La cara del rey se tenso.

—Decidme. ¿Alguien la ha seguido?

Los tres hombres se miraron con cara culpable. No se les había ocurrido.

—¡Mierda! —dijo Drogo.

—Lo sentimos, señor —le indicó Peter apenado —. No se nos ocurrió. Pero decidnos, ¿por qué tanto interés en seguirla.

—Le he dicho que quería ver a Lorie en menos de un día. Seguramente ha ido a preparar el encuentro. Tenemos que pensar en algo. Ya no la soporto más.

—Tienes razón. Hay que pensar en cómo rescatarla y, cuando lo hayamos hecho, para mí será un placer devorar a Elisa.

Drogo sonrió maliciosamente ante el comentario de Jack y los cuatro se pusieron a trazar un plan.

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Elisa estaba tan extasiada que no se percató del pequeño lobo marrón que la seguía. Cruzó el bosque y llegó hasta el muro de piedra. Con un gesto de su mano, éste se abrió.

Tommy se fijó bien en el lugar y volvió corriendo al castillo. Cuando llegó se transformó y, tras vestirse, se dirigió al despacho. Llamó a la puerta y Nicolae le abrió. Se le quedó mirando extrañado y le dijo.

—Lo siento, pequeño, pero esto no es un sitio para jugar. Estamos trabajando.

—Ya lo sé, pero tengo que hablar con mi padre. Por favor, es importante.

—¿Tu padre?

—Sí, mi padre, el Alfa.

Nicolae lo miró de nuevo. El chico parecía preocupado así que lo dejó pasar.

—Papá —Jack se volvió sorprendido.

—Tommy, no deberías estar aquí. Estamos muy ocupados. Vete. Ya jugaremos más tarde.

—NO. —Todos le miraron sorprendidos.

—¿Qué has dicho? —Jack se estaba empezando a enfadar.

—He dicho que no. Tengo algo importante que decirte y no me iré hasta que lo haga.

—Deja al chico que hable —intervino Drogo —. Si él cree que es importante tal vez nos sea de utilidad. Dinos pequeño, ¿qué ocurre?

El chico sonrió orgulloso ante la seria mirada de su padre.

—Sé donde la tienen, señor. Sé dónde está su hija.

Los cuatro se quedaron con la boca abierta. No podían creer lo que oían. Jack reaccionó.

—Pero, ¿cómo es posible? —Tommy sonreía orgulloso.

—La vi salir del castillo y la seguí. Ella ni lo notó. Estaba como embobada así que aproveché.

—¿Embobada? —preguntó Peter.

—Sí. No sé. Sonreía de una manera muy tonta.

Peter miró a Drogo y soltó una risilla. Éste le fulminó con la mirada.

—Continúa, por favor.

—Sí, sí. El caso es que la seguí por el bosque hasta que llegó a un muro de piedra donde se abrió una puerta.

—¿Sabrías llegar hasta allí? —preguntó Drogo.

—Por supuesto —respondió Tommy orgulloso.

—Muchas gracias, Tommy. Has sido muy valiente. Estoy seguro de que llegarás a ser un gran Alfa. Y ahora creo que te mereces una recompensa. Nicolae, acompáñale a la cocina y que le den un gran trozo de tarta.

Drogo le guiño un ojo y Tommy salió de allí de la mano de Nicolae y con una gran sonrisa en su cara.

—Tienes un gran hijo, Jack. Debes estar muy orgulloso de él.

—Lo estoy. Y ahora que sabemos donde está Lorie, tenemos que trazar un plan.

—Tienes razón. Señores, a trabajar.