La puerta se abrió dejando pasar a la doncella. Ésta, al verles juntos, esbozó una gran sonrisa pero cuando se acercó, su cara cambió llenándose de tristeza. Drogo le hizo una señal para que no hablara. No quería despertar a Morgana. Su rostro mostraba tristeza y preocupación. La cara de Morgana no estaba mejor. Tenía los ojos hinchados. Se notaba que había llorado y mucho.
La muchacha se retiró a un rincón esperando a que la señora despertara. No se podía creer lo que veía. El día anterior se les veía tan felices...
Morgana abrió los ojos, levantó la vista y se encontró con el rostro de Drogo quien la miraba con ternura.
—Buenos días cosita. ¿Cómo te encuentras hoy? —dijo con una sonrisa mientras le acariciaba el cabello. Ella, con dificultad, le sonrió.
—No lo sé. Hay tantas dudas aún que atormentan mi cabeza... —Él la miro a los ojos y le dio un suave beso en la frente.
—No te preocupes. Si todo va bien, hoy sabremos la verdad.
Ella le sonrió tímidamente. Por un lado quería saber la verdad pero, por otro, eso era algo que le aterraba. Drogo, consciente de su nerviosismo, la abrazó con más fuerza y le dio un beso en los labios.
—Será mejor que te arregles. Sebastián debe estar esperándonos ya. —Ella asintió con la cabeza.
—¿Me vas a esperar? —preguntó en un tono de súplica.
—Nada me gustaría más, cosita pero, por desgracia, tengo algunos asuntos que atender antes de ir con Sebastián. —Ella se abrazó con fuerza a su cuerpo. No quería que la dejara sola. —Por favor, cosita. Esto es importante. No tardaré. Te lo prometo.
Ella le miró con pena pero, al final, le dejó marchar. Antes de irse, el rey se acercó a ella y le susurró al oído «te quiero». Le dio un beso en los labios y se marchó.
Cuando Drogo abandonó la habitación, Morgana se percató de la presencia de Ana. Al ver que ésta la miraba con tristeza pensó que debía tener un aspecto horrible para provocar algo así. Se acercó corriendo al tocador y lo que vio la dejó impresionada. Su reflejo era realmente horrible. Su cara se veía demacrada y, bajo sus ojos enrojecidos, había dos enormes bolsas. Se había pasado la noche llorando y eso se notaba.
—No os preocupéis, Condesa. Yo me ocupare de que su rostro vuelva a brillar.
Se volvió hacia la doncella que le miraba con una tranquila sonrisa. Asintió con la cabeza y, tras sonreírle nuevamente, la muchacha se retiró a prepararle el baño.
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Mientras caminaba por los pasillos, Drogo no podía dejar de pensar en Morgana. Aún con la cara hinchada de llorar estaba hermosa. Sabía que estaba sufriendo más por él que por si misma por lo que tenía que llegar al fondo de ese asunto lo antes posible.
Cuando llegó al despacho, Peter y Nicolae le estaban esperando. Ambos le miraron sorprendidos. Intrigado, se volvió hacia el espejo y se dio cuenta de que no tenía muy buen aspecto. Había sido una noche muy larga por lo que se dirigió hacia el armario y comenzó a cambiarse de ropa.
—Señor, ¿está todo bien? —preguntó Nicolae.
—NO. NADA ESTÁ BIEN —contestó furioso dejándose caer sobre una silla.
—Señor...
—Lo siento, disculpadme. Ha sido una noche muy larga y no debería pagarlo con vosotros.
—No se preocupe, señor. Nos hacemos cargo. Y, díganos, ¿cómo se encuentra Morgana?
Al escuchar ese nombre, Drogo levantó la vista. Sus ojos reflejaban una profunda tristeza.
—No está muy bien. Se ha pasado toda la noche llorando.
Los dos hombres agacharon sus cabezas entristecidos. Conocían la situación y entendían por lo que estaba pasando. De pronto, la voz de Drogo les hizo prestar atención.
—Nicolae, necesito que hoy me sustituyas. Pon cualquier excusa, como que estoy enfermo. Confío en ti y se que lo harás bien.
—Haré todo lo que esté en mi mano para no dejaros en mal lugar.
—Bien, gracias. Y tú, Peter. Para ti tengo una misión especial.
—Dígame, señor.
—Quiero que vayas a buscar a la manada.
—¿La manada? Pero, señor. Hace ya dos años que se marcharon. No sabría ni por dónde empezar a buscar.
—No te preocupes por eso, Sebastián conoce su paradero. Cuando los localices quiero que le expliques la situación al Alfa. Necesitamos que regresen cuanto antes.
—Déjelo en mis manos, señor.
—Una cosa más, no quiero que viajes solo. Llévate una escolta de al menos dos hombres y un mago. Tal y como están las cosas no nos podemos confiar.
Peter asintió con la cabeza y salió por la puerta. Un vez se marchó, Drogo se recostó en su silla con pesar. Le sabía mal enviar a Peter a una misión tan peligrosa pero era el único en quien podía confiar.
—Deseáis algo más, señor.
—No, Nicolae, gracias. Por favor, ocúpate de todo y que no se me moleste a menos que sea estrictamente necesario. Te puedes retirar.
—Con permiso.
Cuando Nicolae salió de la habitación Drogo se terminó de vestir, se miró al espejo comprobando que todo estaba correcto y se fue a buscar a Morgana. Había llegado el momento de conocer su verdad.
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EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)
FantasyÉsta es la historia de un reino perdido. Una historia que, con el tiempo, se convertiría en leyenda. Morgana, una joven huérfana recogida en una posada, verá como su vida cambia cuando,una noche de tormenta, estaba a punto de ser violada. Aunque hay...