6.- LA NOCHE

182 20 4
                                    

Después de esa pequeña broma, el ambiente se había relajado bastante en la habitación. Aunque la situación seguía siendo un tanto incómoda, un pequeño clima de confianza se había instalado entre ellos. Ambos se miraban en silencio ya que había muchas cosas que querían saber el uno del otro. Morgana rompió el silencio:

—Dime Drogo, ¿por qué yo?

—¿Y por qué no? —contestó él a lo que ella se echó a reír

—No, es en serio. He oído que llevabas muchos años sin estar con una mujer y me ha sorprendido mucho el ser yo la elegida.

—No se si debería contestarte —dijo seriamente

—¿Por?

—Porque aún estoy esperando a que respondas tú primero

Morgana comenzó a juguetear con sus dedos. Estaba muy nerviosa y eso se notaba. Drogo tenía razón. Ella no había respondido pero, ¿qué le iba a decir? Todo era demasiado complicado. Él, consciente de que había tocado un tema demasiado delicado, se acercó a ella y le cogió de las manos. Le miró fijamente a los ojos. Sus ojos avellana emitían una mirada profunda que parecía intentar llegar más allá de lo físico, hasta el fondo de su alma. Era algo mágico. Esa mirada le hacía sentir que podía confiar en él pero algo dentro de ella le impedía que lo hiciese.

—Escucha Morgana, —dijo él sin apartar su mirada de los ojos de ella —, sé que acabamos de conocernos y que es mucho pedirte que confíes en mí. Solamente quiero una cosa. Por favor, déjame saber más de ti.

—¿Y por qué el hombre más poderoso del reino iba a querer saber más de mí? Solamente soy una pobre huérfana que trabaja de camarera —respondió ella apartando su mirada de él. 

Le estaba empezando a gustar ese hombre y eso era malo. Tenía que mantener las distancias como fuera y el darle confianza podría ser un error demasiado grande.

—Te equivocas —continuó él mientras la cogía por el mentón obligándole a mirarle. Su mirada ahora era más intensa lo que provocaba en ella ligeros escalofríos. —Yo sé que tú eres mucho más que eso.

—¿Y cómo estás tan seguro? —respondió ella intentando disimular el nerviosismo que le provocaba tenerle tan cerca.

—Porque yo no juzgo a las personas por las apariencias.

—¿Ah, no? Y entonces, ¿en qué te fijas? —La cosa se estaba empezando a poner demasiado rara para su gusto.

—Yo me fijo en el interior, en el alma. Y hay algo en ti que me dice que tu alma es demasiado pura y que éste no es tu lugar.

Ella se sorprendió mucho con las palabras del rey. Era cierto que, muchas veces, ella misma había sentido lo mismo. Es más, tenía extraños sueños sobre otra vida. Una vida totalmente diferente, lejos de este estercolero al que había sido arrojada por el simple hecho de ser una huérfana. Su vida no había sido nada fácil. Tras la muerte de sus padres, y con la maldición a sus espaldas, nadie la quería ya que no podían utilizarla. Y de repente este hombre veía algo más en ella. Sobresaltada se levantó de la cama y con un gesto de las manos evitó que él se acercara.

—Por favor, no te acerques más a mí.

—Pero, ¿por qué?—preguntó él dolido por la actitud de ella

—Mira Drogo, lo poco que he conocido de ti me dice que eres un buen hombre. Es por eso que no debes acercarte demasiado a mí. Nada bueno saldría de esto.

—¿A qué te refieres? —insistió mientras levantaba una ceja en señal de interrogación.

—Es mejor que no lo sepas —contestó dándole la espalda y mirando al suelo. 

En ese momento, Drogo se acercó por detrás y la abrazó tiernamente. Eso fue demasiado para ella que, al no poder aguantarse más, comenzó a llorar. Él le dio la vuelta y le apoyo la cabeza sobre su hombro mientras le acariciaba el cabello. Esa cercanía, el estar entre sus brazos, era una sensación demasiado agradable y ella tenía que cortarla como fuera.

—Por favor, Drogo, aléjate de mí —suplicó sollozando.

—No —respondió él —. No se cuál es tu problema, pero espero que algún día tengas la suficiente confianza en mí como para contármelo. Mientras tanto, te sacaré de aquí.

—¿Co... co.. cómo? —preguntó ella separándose de él y abriendo sus ojos como platos —. ¿Por qué?

—Porque no quiero que tu jefe se haga rico a tu costa convirtiéndote en la puta del rey.

—¿Y cómo sabes eso? —Morgana no salía de su asombro.

—No lo sabía, simplemente lo imaginaba. Pero tu reacción me lo ha confirmado. Ya te lo he dicho, yo me fijo en las almas. Y la del posadero no es, precisamente, de las más bonitas.

—Pero... 

En ese momento, Drogo le puso el dedo en la boca impidiéndole seguir.

—No hay peros que valgan —sentenció serio —. Es una orden del rey. Así que, mañana por la mañana, vendrás conmigo y con mis hombres al castillo. Y ahora vamos a dormir. Mañana nos espera un largo viaje por delante.

Dicho eso se tumbó en la cama y le hizo una señal para que se acostara junto a él. Al principió dudó pero algo en su mirada le decía que no le iba a hacer daño así que obedeció. Él se acercó a ella y le dio un suave beso en la mejilla.

—Buenas noches, Morgana

Y acto seguido se dio media vuelta dándole la espalda para dormir.

EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora