10.- PETER

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Totalmente confundida por las declaraciones de Dorothy y al ver que ésta había descubierto su secreto, decidió que era el momento de escapar. Con mucho cuidado abrió la puerta de la habitación y, asegurándose de que no había nadie en el pasillo, salió de ésta y se dirigió escaleras abajo hacia la puerta del castillo. Cuando abrió la puerta, una ráfaga helada le sacudió en la cara. Era un total suicidio salir con ese tiempo pero no tenía otra opción.

Apenas había salido por la puerta cuando alguien le agarró del brazo y, violentamente, la volvió a introducir dentro.

—Acaso estás loca. ¿Cómo se te ocurre intentar salir fuera con éste tiempo?

Avergonzada porque la habían pillado, casi no se atrevía a mirar a la cara a Peter, el cual la seguía sujetando del brazo esperando una respuesta. Se armó de valor y mirándole fijamente a los ojos le dijo:

—No, no estoy loca. Simplemente necesitaba tomar el aire.

—Si, y yo voy y me lo creo.

Sus iris esmeralda estaban fijamente clavados en ella. Estaba claro que quería una respuesta convincente y no iba a soltarla hasta que la obtuviera.

—Mira Peter, de verdad, os agradezco mucho todo lo que estáis haciendo por mí pero creo que ya es suficiente. Por favor, suéltame. Te prometo que ya no os causaré más problemas.

—¿Me tomas por idiota? —preguntó él mientras levantaba una ceja.

—No, no, es sólo que...

—Mira Morgana, realmente no se qué haces aquí pero, si te dejo marchar, Drogo se pondrá furioso conmigo, así que compórtate como una buena chica y regresa a la habitación. Por favor.

Estaba claro que no le iba a ser fácil salir de allí pero tenía que intentarlo. Miró a Peter con cara de desesperación. Por lo poco que había visto de él, se había dado cuenta de que era un chico con un gran corazón, por lo que intentó que se apiadara de ella. Iba a suplicarle cuando él la miro con cara seria, como si sospechara algo, y, sin tan siquiera darle tiempo a protestar, la arrastró hasta el gran salón y la sentó en un sillón.

—¿Dorothy te ha hecho algo? —le preguntó alterado

—No, no. Ella no me ha hecho nada.

—Entonces, dime. ¿Por qué querías huir? ¿Acaso te hemos tratado mal?

—No. Al contrario. Habéis sido muy buenos conmigo.

— En ese caso, ¿cuál es el problema?

Morgana se revolvió nerviosa en el asiento. Estaba claro que esa situación le incomodaba.

—Por favor, Peter. No puedo explicártelo pero créeme cuando te digo que me tengo que alejar de aquí. Es lo mejor para todos. Sobre todo para Drogo. No quiero que sufra por mi culpa.  

Mientras decía eso, una solitaria lágrima comenzó a descender por su mejilla. Antes de que se diera cuenta, Peter se acercó y, con mucha delicadeza, la quitó de su rostro.

—Mira, Morgana. No sé cuál es tu problema y entiendo que no quieras contármelo. Está claro que no tenemos la suficiente confianza. Pero tienes que comprenderme a mí. No puedo dejarte marchar.

—¿Y por qué no? ¿Acaso le deseas algún mal a tu rey?

—Al contrario. Le deseo todo lo mejor y es por eso que no te puedo dejar marchar.

—¿Perdona?

—¿Pero todavía no te has dado cuenta del efecto que causas en él? Solo hace un día que te conoce y, después de muchos años, por fin se le ve feliz. Por favor, Morgana, no le abandones. Déjanos ayudarte. Seguro que entre todos encontramos una solución.

—Ojalá fuera tan fácil, Peter. Pero mi problema no tiene solución. Es algo que arrastro desde que nací y créeme cuando te digo que no es nada bueno.

El semblante de Peter cambió completamente. Se quedó mirándola fijamente, como si hubiera visto un fantasma, como si le hubiese podido leer la mente. Se agachó a su lado y, sin dejar de mirarle a los ojos, le susurró:

—Dime, ¿es algo relacionado con la... brujería?

Lo miró sorprendida. Había dado totalmente en el blanco. Agachó la cabeza intentando huir de su mirada pero él le sujetó por el mentón y con una mirada serena, como si intentase apaciguar su alma, le dijo:

—Entiendo. Pero no te preocupes. Quizás si haya una solución.

—¿Qué... qué quieres decir? —contestó ella nerviosa por lo que acababa de escuchar.

—Escucha, en el castillo se encuentra el mejor mago del reino. Es asesor personal del rey y uno de los mayores expertos en magia. Tal vez, si hablamos con él, sea capaz de encontrar una solución a tu problema. No puedo prometerte nada pero creo que, al menos, deberías intentarlo. Te lo pido por favor. Hazlo, no ya por Drogo, si no por ti.

Las palabras de Peter calaron muy hondo en ella. Tal vez su principal problema había sido su total ignorancia. Si hubiera sabido más cosas, si hubiera sido capaz de descubrirlas por sí misma, tal vez no hubiera llegado a ésta situación. Un experto en magia... Tal vez no fuera tan mala idea. Si no conseguía librarle de su maldición, quizás podría enseñarle a manejar sus poderes. Dorothy le había dicho que era muy poderosa y tenía curiosidad por saber si eso era cierto y hasta donde podía llegar.

Peter le observaba atentamente mientras ella paseaba por la habitación sumida en sus reflexiones. Esperaba una respuesta que estaba tardando demasiado. Sabía que pronto bajarían todos a cenar y que a Drogo no le haría mucha gracia verlos allí solos. Siempre había sido muy celoso y eso le preocupaba. Entonces Morgana se volvió hacia él y el dijo:

—De acuerdo, lo intentaré. Pero tienes que prometerme que no le dirás nada a nadie de esto. Ni siquiera al rey.

Peter le miró aliviado. Por lo menos ya no intentaría escapar, aunque iba a ser difícil ocultar esto en el castillo pero seguro que se le ocurriría algo.

—Prometido. Pero tú prométeme que no te volverás a escapar —respondió mientras le tendía la mano.

—Prometido —contestó tendiéndole la mano también. 

Ambos estuvieron un rato en silencio, manteniendo el apretón de manos. Sabían que no iba a ser fácil pero habían hecho un pacto de silencio que debían cumplir.

—Y ahora, señorita, creo que debería subir a su habitación a refrescarse y cambiarse de ropa para la cena —comentó con una gran sonrisa en sus labios.

Ella no se hizo de rogar y volvió a su habitación con el ánimo cambiado. La propuesta de Peter le había ayudado de verdad. Tal vez aún estaba a tiempo de librarse de su pesada carga.

EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora