7.- EL VIAJE

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Despertó con una extraña sensación. Abrió los ojos y lo primero que vió fue a Drogo observándola fijamente. "Dios mío", pensó, "parece un ángel velando mis sueños". Él debió adivinar sus pensamientos porque le dedicó la más tierna de las sonrisas y le dijo:

—Buenos días «cosita», espero que hayas dormido bien.

—¿Cositaaaa? 

—Si, es un mote que te he puesto. Se te ve tan frágil y delicada cuando duermes... —explicó él con una gran sonrisa.

—Gracias Drogo, yo también espero que hayas descansado —respondió ella devolviéndole la sonrisa y notando cómo se iba poniendo colorada. 

«Cosita»... tampoco estaba tan mal si se lo decía con cariño.

—Escucha, cosita, tengo una cosa que decirte. —Ella se le quedó mirando con cara interrogante lo que provocó que él se echara a reír. —No, no te preocupes, no es nada malo. Es simplemente que creo que deberíamos dejar las confianzas para cuando estemos a solas. Más que nada para que la gente no piense mal.

Ella se echó a reír ante semejante comentario.

—¿Me vas a decir que nadie va a pensar mal de nosotros? Te recuerdo que hemos pasado la noche juntos —dijo poniendo cara de malicia.

—Sí, pero eso se queda en la posada. En una jornada llegaremos al castillo y allí hay gente que no ve con muy buenos ojos las confianzas.

—Entonces, ¿es en serio que me llevas contigo?—preguntó ella sorprendida. Todavía no se lo creía y no sabía a que atenerse.

—Por supuesto que sí. Y recuerda que no te puedes negar. Es una orden de tu rey —le indicó sonriendo mientras le golpeaba la nariz con el dedo.

—En ese caso —dijo ella poniéndose de pie y realizando una reverencia —, será lo que vos queráis, majestad.

El se rio ante la ocurrencia. Realmente le gustaba ésta chica. Era guapa, inteligente, divertida. Con ella se podía sentir él mismo, olvidando todo el protocolo que le rodeaba, pero no entendía el porqué ella no se quería abrir. Llegar hasta el fondo de ella suponía un gran reto y eso la hacía todavía más fascinante porque, a él, le encantaban los retos. Se quedó mirándola fijamente y le dijo:

—Puesto que veo que lo has entendido "muy bien", —recalcó estas palabras y le guiño un ojo, lo que le hizo sonreír. Extendió un brazo hacia ella y con una gran sonrisa le dijo: — ¿Qué le parece miladi si bajamos a desayunar antes de continuar con nuestra travesía?

Ella sonrió, hizo una ligera inclinación y, con una gran sonrisa, se agarró de su brazo. Así, juntos, bajaron a desayunar.


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No fue fácil salir de allí. El posadero no quería que su "gallina de los huevos de oro" se fuera y, mucho menos, ocultar el hecho de que el rey y ella habían pasado la noche juntos. Al final, con mucho tacto, sutiles amenazas y una gran bolsa llena de dinero, se dio por satisfecho y les dejó marchar.

Una vez fuera de allí, debían organizarse con las monturas, ya que solamente disponían de tres caballos, pero en eso el rey fue tajante. Morgana montaría con él. Y así lo hicieron. El rey se montó primero y ella se subió delante de él con lo que quedaba totalmente rodeada por sus brazos. Aquello le hacía sentir feliz pero sabía que no era más que una ilusión. Mientras iban cabalgando en total silencio, ella solamente pensaba en cómo lo haría para desaparecer y alejarse de ellos. Sabía que a Drogo no le iba a gustar y que la buscaría, pero era la única manera de conseguir que se olvidara de ella. Estaba empezando a tener sentimientos por él por lo que debía abandonarle antes de que fuera demasiado tarde.

Tras la tormenta de la noche, el cielo se veía despejado. Parecía que les iba a acompañar el sol durante toda la jornada. Por suerte, el castillo ya estaba cerca y contaban con que antes del anochecer llegarían allí. Pero por desgracia, cuando ya iban a mitad de camino, el cielo comenzó a oscurecerse amenazando con una nueva tormenta aún más fuerte que la del día anterior.

—No me gusta el aspecto que tiene el cielo. Tal vez deberíamos buscar algún refugio —sugirió Nicolae a lo que Peter protestó:

—Creo que lo más sensato sería acelerar el paso. Ya nos hemos retrasado mucho y, estando tan cerca del castillo, deberíamos intentar llegar lo antes posible.

Drogo detuvo su caballo, alzó la vista al cielo y dijo:

—Nicolae tiene razón. El cielo está muy oscuro y tratar de seguir sería muy arriesgado. ¿No se encuentra cerca de aquí el castillo de Vrobnik?

Peter y Nicolae abrieron los ojos como platos. La sola mención de ese castillo hizo que un escalofrío les recorriera por la espalda. Parecía que el rey no era consciente de lo que suponía pasar la noche allí y menos llevando a esa joven con él. Nicolae fue el primero en reaccionar.

—Pero majestad, ¿el castillo de Vrobnik? ¿Estáis seguro? Os recuerdo que es la residencia de Dorothy. Y si la ve a ella...

Ese comentario provocó un ligero temblor de nerviosismo en Morgana. ¿Acaso estaba en peligro? Drogo, consciente de la situación, la abrazó y le dedicó una tierna sonrisa para que se calmara. Acto seguido se volvió hacia sus compañeros con gesto serio y les dijo:

—¿Acaso crees que no lo sé? Pero ahora mismo es la única opción. No os preocupéis, de Dorothy me encargo yo.

—Como vos ordenéis —respondieron ambos al unísono y giraron las caballerías para dirigirse hacia su nuevo refugio.

EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora