35.- MARGOT

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Se despertó sobresaltada. A su lado, Drogo la miraba con extrañeza.

—¿Estás bien, cosita? Esto de desmayarse se está comenzando a convertir en una costumbre. —Ella se rio. Drogo tenía la capacidad de hacerle olvidar todos sus males.

—Estoy bien, gracias. Es sólo que he tenido un extraño sueño. —Repentinamente ella se levantó.—El sueño. Rápido, tenemos que ir a ver a Sebastián.

Drogo en un principio se asustó pero confiaba en ella, así que se levantó y ambos salieron corriendo en busca del mago.

Sebastián les estaba esperando en la puerta. Era como si supiera que iban a ir allí. Les condujo hacia adentró y se volvió serio hacia Morgana.

— Qué te ha dicho?

—Que usemos el vórtice.

—¿En serio? No. Me niego. Es extremadamente peligroso.

Drogo les miraba extrañado pero no se atrevía a preguntar. Observaba a Sebastián quien daba vueltas nervioso.

—Ella sabía que te negarías. Me ha dicho que prepares el círculo.

Sebastián se volvió hacia ella sorprendido. Si le había dicho eso, era que iba en serio. Fue hacia la puerta y la cerró con llave. Acto seguido, se acercó a una antorcha junto a la chimenea y la cogió. Una puerta se abrió en la pared. Sebastián se introdujo en ella y les hizo señas para que le siguieran. Avanzaron por una estrecha escalera de caracol, apenas iluminada por la débil luz de la antorcha, y, finalmente, llegaron a una especie de cripta.

Drogo no entendía nada, pero prefería limitarse a observar. Sabía que, en estos casos, era mejor no hacer preguntas. Ignoraba la existencia de esa estancia y le sorprendió el tamaño de ésta cuando sus ojos se adaptaron a la poca luz. Morgana estaba a su lado, seria, esperando.

Sebastián encendió unas pocas antorchas para tener la suficiente visibilidad, dibujó unos extraños símbolos en el suelo y se dirigió a una especie de atril con un gran libro. Todos sus movimientos estaban perfectamente calculados. De pronto, comenzó a hablar en una lengua extraña. Una bruma se alzó sobre el suelo y, en medio de ésta, apareció una hermosa mujer. Ésta era morena, con los ojos negros y una tez suave y pálida. En cuanto Morgana la vio, corrió a sus brazos y se echó a llorar.

—Estoy muy orgullosa de ti, hija mía —dijo la mujer tomando a Morgana de las manos —. Pero debes saber que esto no ha hecho más que comenzar. La maldición es sólo el inicio de algo que puede destruir la humanidad. Debes mantener tu virtud aunque, viendo a ese chico tan guapo, entiendo que te cueste —comentó volviéndose hacia Drogo por lo que Morgana no pudo evitar soltar una risilla.

—Margot, sabes que no puedo mantenerte aquí mucho tiempo. Ve al grano, por favor —dijo Sebastián molesto. La mujer asintió.

—Escucha, hija mía. Viktor no descansará hasta lograr su objetivo. Necesitáis aliados. Por desgracia, la manada ha sufrido un ataque y está muy débil. Debes ir con ellos, ganarte su confianza y traerlos al castillo.

—Pero, mamá, ¿cómo lo haré? En cuanto salga del castillo...

—No hará falta que salgas. Sebastián te enseñará a abrir el Vórtice. Éste te llevará directa a donde ellos se encuentran y, a través de él, podrás traerlos hasta aquí. Tú eres la única con el poder suficiente para conseguirlo.

—Yo iré con ella. 

Drogo abrió la boca por primera vez y Margot lo miró entristecida.

—Por desgracia, eso es imposible. Debe ir sola. Además, tú eres necesario en el castillo. Tienes que cuidar de tu gente y de tu hija.

Drogo agachó la cabeza entristecido. No le gustaba la idea de mandar a Morgana sola con los lobos ya que era una misión demasiado arriesgada. Por desgracia, también sabía que no le quedaba otra opción.

—Margot, te queda poco tiempo. 

La voz de Sebastián sonaba agotada por lo que ella se apresuró.

—Morgana, con el tiempo aprenderás a invocarme y tendremos más tiempo para hablar. Mientras tanto, nos veremos en tus sueños. Cumple tu misión y trata de ser una gran maga. Te quiero hija.

—Confía en mí. Iré allí y traeré a los lobos de vuelta. —Sus palabras eran firmes y seguras. Estaba decidida a hacerlo. —También te prometo que me esforzare para ser una gran maga. Te quiero, mamá.

Margot sonrió y le dio un beso en la frente a su hija antes de comenzar a evaporarse. Lágrimas corrían por el rostro de Morgana mientras veía a su madre desaparecer. Cuando se disipo la niebla, Drogo corrió a abrazarla. Sebastián los miró con preocupación. Sentía que, tal y como había anunciado Margot,  esto no había hecho más que comenzar.


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Entre los dos ayudaron a Sebastián a salir de la cripta. Había gastado mucha energía y apenas se podía mover. Con cuidado, lo tumbaron sobre la cama y salieron de allí para que pudiera descansar.

Una vez fuera, Morgana se dio cuenta de que Drogo no dejaba de mirarla.

—¿Qué?

—Ah, nada. Sólo que... que eres increíble, cosita. —Ella le sonrió. —Y, además, eres igualita a tu madre. ¿Sabes? Me ha caído muy bien.

—¿Ah, sí? Bueno, yo creo que eso es porque te ha llamado guapo —dijo con una sonrisa burlona.

—Es posible. Pero eso también demuestra que tiene muy buen gusto. —Ambos se echaron a reír.

—Podría ser. Y, dime, ¿Cómo se encuentra Peter?

—Mejor, aunque necesita mucho descanso. Y todo gracias a ti. ¿Quieres que vayamos a verle?

Ella asintió con la cabeza y ambos se dirigieron a ver a su amigo.

EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora