44.- MUJERES

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Viktor miraba a la niña quien no paraba de llorar. Le inspiraba algo. ¿Ternura? No estaba seguro. Lorie era realmente bonita, parecía una muñeca de porcelana y esa hermosa princesita era ahora «su hija». Le sonaba extraño pero no le desagradaba. Quizás debería empezar a pensar en fundar una familia, su familia, formada por los más bellos y poderosos vampiros. No le parecía tan mala idea.

—¿Cómo has podido? ¿En qué demonios pensabas? Tan sólo es una niña.

Viktor miró a la mujer que estaba cogiendo a la niña en brazos. Era alta, esbelta, con una larga melena negra y ojos del mismo color. Su cutis era pálido y sus rasgos finos y delicados. Era hermosa.

—No ha sido culpa mía. Si Dorothy hubiera hecho bien su trabajo...

—NO CULPES A LOS DEMÁS DE TUS ACTOS.

Viktor agachó la cabeza avergonzado. Esa mujer era realmente temible cuando se enfadaba. 

La niña, de pronto, dejó de llorar. Curioso alzó la vista. Lorie dormía plácidamente en brazos de esa mujer que le miraba con odio.

—Camile, yo...

—Sssssssh.

Viktor se calló. No quería despertar a la niña.


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Dorothy se puso la capa y la capucha y salió por la puerta de atrás. Tenía que aclarar las cosas con Viktor. Después de todo, un accidente le puede pasar a cualquiera. Iba tan distraída que no se dio cuenta de la presencia del lobo hasta que fue demasiado tarde.

Frente a ella se encontraba un enorme lobo de pelo rojo. Comenzó a retroceder asustada hasta que chocó contra un gran árbol. No tenía escapatoria. Rápidamente comenzó a mover sus manos y lanzó una bola de energía. Algo la desvió.

—¿Qué pasa, caperucita?¿Acaso no quieres jugar con el lobo?

Un escalofrío recorrió su espalda. Conocía esa voz.

—Veo que has aprendido a usar tu poder. Pero no creas que eso te va a librar.

—¿Por qué haces esto Dorothy? ¿Qué esperas sacar?

—Eso no es asunto tuyo.

—De acuerdo —respondió encogiéndose de hombros —. Adelante, Tom. Puedes comértela.

Dorothy veía como el lobo se preparaba para atacar bajo la sonriente mirada de Morgana. Entonces le entró pánico.

—Está bien, está bien. Hablaré.

Morgana sonrió satisfecha.


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Tumbado en la cama, Drogo no paraba de darle vueltas a la cabeza. Estaban pasando demasiadas cosas en poco tiempo y ninguna era buena. Tenía que hacer algo, pero no se le ocurría nada. Su mente siempre volvía al mismo punto, Morgana.

Se giró y se encontró con Elisa a su lado. Estaba completamente desnuda. Rápidamente se puso en pie y se dirigió a la puerta.

—¿Qué te pasa Drogo? ¿Es que ya no me deseas?

Él se volvió con una sonrisa cínica en su cara.

—¿Desearte? —Se echó a reír y se acercó hacia ella. —No. No te deseo. Me das ASCO.

Elisa se quedó sorprendida pero en seguida recobró su actitud egocéntrica.

—Y es por eso que llevas dos años sin tocar a una mujer. Vamos, Drogo, reconócelo. Echas de menos mi cuerpo.

—Si estuviera vivo, tal vez. Ahora eso no es un cuerpo. Es sólo un montón de carne putrefacta.

Elisa se puso furiosa al escuchar esas palabras y poniéndose en pie le agarró del cuello. Drogo apenas podía respirar. Ella era demasiado fuerte.

—Mírame a los ojos. QUE ME MIRES.

Él la miró con cara de profundo desprecio. Ella clavó su mirada en él.

—Ahora dime, Drogo, ¿me deseas?

En ese momento un extraño brillo apareció en los ojos del rey.

—¿Acaso lo dudas?


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Camile observaba a la niña dormir mientras sentía una gran pena por ella. Viktor esta vez se había pasado y tenía que ponerle en su sitio. Decidida, salió de la habitación y se dirigió al gran salón.

—Habla.

—¿Qué quieres que te cuente? —Él la miraba con una sonrisa arrogante, lo que aumentaba su ira.

—Empieza por explicarme qué hago aquí.

Viktor se acomodó en su trono. Sabía que Camile era muy poderosa pero, por alguna extraña razón, le excitaba verla tan enfadada.

—¿Qué te pasa Camile? ¿Acaso necesitas un buen revolcón? Sabes que no necesitas pedirlo. —Ella se echó a reír.

—Eres tan patético, Viktor. Después de tanto tiempo y todavía crees que todo se puede arreglar con sexo. Me das asco.

—Bueno. Hasta ahora me ha ido muy bien y, si mal no recuerdo, tu y yo lo pasábamos muy bien juntos.

—Sólo fue una vez. Y todavía me arrepiento. Han pasado cien años y sigues igual de arrogante. Deja de hacer el idiota y dime porqué me has traído aquí.

—Pensé que te gustaría recordar los viejos tiempos.

—No me tomes por una de tus zorritas y dime la verdad.

Él se movió nervioso. Estaba tensando la cuerda demasiado. Si seguía así ella acabaría por torturarle y no iba a ser agradable.

—Disculpa si he intentado crear un ambiente relajado.

—¿Relajado? No te molestes. No me vas a meter en tu cama. Y ahora, habla. No me obligues a sacártelo por la fuerza.

—De acuerdo. Te lo diré. Estás aquí porque está a punto de cumplirse la maldición.

De pronto Camile sintió un profundo terror. Durante más de cien años había luchado contra eso y ahora... No lo podía permitir.

—¿Qué? ¿Pero cómo? No, no, no y mil veces no. No podemos permitirlo. Él nunca debe volver.

—Oh, sí. Lo hará. Volverá convertido en mujer, tu hermosa bisnieta, por cierto, y yo seré su rey.

—Sabía que estabas loco pero nunca imaginé que llegarías a ese extremo. Desde ahora te digo que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para impedirlo.

—Te equivocas, hermosa mía. No vas a hacer nada. No vas a poder salir de aquí. Tanto tiempo sin sangre humana te ha debilitado. Ahora yo soy más fuerte y te tengo vigilada.

—NO ME AMENACES, VIKTOR.

—No lo hago. ¿Por qué no te relajas? Vas a pasar mucho tiempo aquí dentro.

—Vete a la mierda, Viktor.

Y dirigiéndole una mirada asesina salió del salón.

EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora