Drogo atravesó la puerta de la habitación con Morgana en sus brazos. Sin dejar de besarla, cerró la puerta de una patada y se abalanzó con ella a la cama. Un carraspeo les interrumpió.
—Disculpen, sus majestades. Si no les molesta me gustaría ayudar a la reina a prepararse.
Los dos se echaron a reír. Ana estaba en medio de la habitación muy nerviosa y con el rostro enrojecido. Morgana se levantó y, tras darle un tierno beso a Drogo en los labios, se dirigió con la doncella al baño.
Drogo estaba muy nervioso. Sabía que quitarse el vestido de novia era un poco complicado y que él solo no hubiera podido pero le daba rabia esperar.
Por fin salió Ana, Le hizo una reverencia y desapareció por la puerta con un guiño y una sonrisa pícara.
Drogo miró hacia el baño y lo que vio lo dejó con la boca abierta. Morgana se acercaba hacia él con una tímida sonrisa en su cara. Llevaba el cabello suelto y una delicada túnica blanca. La fina tela dejaba entrever su maravillosa figura definiendo sus largas piernas, su fina cintura y sus perfectos pechos. Parecía una diosa. Conforme se acercaba, él la iba devorando con la mirada al tiempo que se iba desprendiendo de toda la ropa que llevaba. Ella le miraba mordiéndose el labio ante la contemplación de semejante espectáculo. Ese cuerpo parecía esculpido por los dioses. Ese hombre era perfecto en todo y era todo suyo.
Cuando llegó a su altura él la abrazó y, mientras le daba un tierno beso, le quitó la túnica. Ambos se quedaron un momento observando sus cuerpos desnudos mientras sus ojos brillaban por el deseo. Drogo la cogió por la cintura y la atrajo hacia él. El contacto de sus cálidas pieles les hizo estremecer. Él comenzó a besarla con mucha ternura mientras ella pasaba los brazos por su cuello dejándose llevar. Lentamente, y sin dejar de besarla, Drogo la llevó hasta la cama y la acostó con delicadeza. Morgana lo atrajo del cuello hasta que quedó tumbado sobre ella. Le estaba dejando claro que no quería separarse de ese cuerpo.
—No seas tan ansiosa, cosita. Tenemos toda la noche. No, toda la vida. —Ella sonrió. Por fin estaba pasando. Era tan feliz.
Con suaves caricias y tiernos besos, poco a poco Drogo iba explorando cada centímetro de su cuerpo. No tenía prisa. Ella respondía con suaves gemidos disfrutando de ello y ofreciéndole su cuerpo sin pudor alguno. Sus manos recorrían suavemente su torso desnudo definiendo con sus dedos cada uno de sus músculos lo que a él le hacía estremecerse. Con mucho cuidado, él separó sus muslos y se colocó entre ellos. Ella gimió al sentir la dureza de él entre sus piernas. Sin dejar de besarla ni un momento, Drogo comenzó a frotarse contra ella despacio, con mucha delicadeza. No quería forzar las cosas para no asustarla. Estaba muy húmeda y sabía que todo fluiría de forma natural. Ella gemía y se estremecía con cada roce aferrándose a su espalda y clavándole las uñas lo que a él le excito aún más. Siguió moviéndose así hasta que su miembro, por sí solo, se deslizó dentro de su jardín prohibido. Ella soltó un suave gritito que a él le hizo sonreír.
—¿Estas bien cosita? —Ella sonrió y le besó indicándole que podía seguir.
Al principio sus movimientos eran suaves y lentos. Ella comenzó a moverse siguiendo el ritmo que él marcaba con precisión. Parecía que sus cuerpos estuviera sincronizados. Entre los dos ejecutaron una danza sensual que poco a poco se iba acelerando. Sus respiraciones agitadas se mezclaban como si de una sola se tratara. Sin dejar de mirarse a los ojos, llegaron al éxtasis.
—Te amo, mi cosita, mi reina.
—Te amo, mi rey.
____________________
Habían pasado dos meses desde la boda y todo era felicidad en el reino. Ya no había ataques de vampiros por lo que la gente podía salir sin peligro. Aún así, decidieron que la manada permaneciera allí. No confiaban en Viktor y no querían arriesgarse a que algo le sucediera a Morgana.
Como cada noche después del trabajo, Drogo se dirigía a su habitación. Estaba deseando estar con su bella reina. En su cara se reflejaba una gran sonrisa. Todo estaba siendo perfecto. Pensó que no se podía ser más feliz.
Cuando llegó a la puerta, Dorothy, Camile y Lorie salían de allí. Las tres le miraban muy sonrientes y felices. Drogo arqueo una ceja.
—¿Ocurre algo?
— ntra y lo sabrás —le indicó Camile.
Drogo miró con cara extrañada a las dos mujeres y le dio un beso en la mejilla a su hija. Intrigado, entró en la habitación. En cuanto Morgana le vio, corrió a sus brazos y le besó.
—Menudo recibimiento, cosita. ¿Tanto te alegras de verme?
Ella soltó una risita nerviosa.
—Dime, cosita. ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Qué es lo que ocurre?
Ella le sonrió y, sin decir nada, le cogió la mano y la llevó hasta su vientre. Él la miró con sorpresa y ella asintió con la cabeza. Drogo la cogió entre sus brazos y le dio el beso más dulce que nunca había dado. Estaba equivocado. Sí se podía ser más feliz.
ESTÁS LEYENDO
EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)
FantasyÉsta es la historia de un reino perdido. Una historia que, con el tiempo, se convertiría en leyenda. Morgana, una joven huérfana recogida en una posada, verá como su vida cambia cuando,una noche de tormenta, estaba a punto de ser violada. Aunque hay...