Después de pasar un larga y fría noche en la capilla de la Abadía, decidieron regresar al castillo. Morgana abrió el Vórtice y, en un momento, llegaron a la cripta. Los ánimos no eran muy buenos. Viktor les había tomado la delantera.
Cuando llegaron a la habitación, las cosas no mejoraron. Sebastián estaba de los nervios. Morgana corrió hacia él y al mirarle a los ojos se asustó. En ellos se veía miedo.
—¿Qué ha ocurrido, Sebastián?
Él la miró con pena.
—Lo siento, Morgana. No he podido hacer nada. Ni yo ni nadie.
—Morgana —intervino Tom olisqueando el ambiente. — ¿No lo sientes?
Ella cerró los ojos y se concentró. Enseguida lo notó, vampiros. Se volvió hacia Sebastián furiosa.
—¿Quiénes son? Sé que no es Viktor. Dime.
—Es... Elisa.
Morgana se quedó petrificada.
—¿Y por qué los lobos no han hecho nada? Sólo tiene dos años de vampiresa. Debería ser fácil acabar con ella —gruñó Tom enfadado.
—Nadie ha podido hacer nada. Ellos tiene a Lorie.
Morgana cayó sentada sobre la cama. Estaba claro que no se lo iban a poner fácil.
—Por favor, dadme una buena noticia. ¿Habéis encontrado a Camile?
Morgana y Tom se miraron a la cara angustiados. Todo estaba saliendo mal.
—Se nos adelantaron. La Abadía había sido arrasada por los vampiros. Seguramente se la llevaron antes de que llegáramos.
Sebastián no daba crédito a lo que oía. Parecía como si hubieran adivinado sus pensamientos, cómo si les hubieran espiado. ¿Espiado? En ese momento algo se encendió en su mente. Corrió hacia una pila de libros y, esbozando una sonrisa, comenzó a leer un conjuro frente a su bola de cristal. Lentamente en ésta apareció el rostro de Dorothy. La furia de Morgana aumentó al darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
—Escuchadme atentamente. No tenemos mucho tiempo. En cuanto Elisa detecte vuestra presencia, vendrá aquí. Tenéis que marcharos ya. Buscad a Dorothy. Ella es la espía. Seguramente sabrá donde se encuentran Lorie y Camile. Sois nuestra única esperanza.
Morgana y Tom se miraron a la cara y asintieron con la cabeza. Cuando comenzaban a descender por la cripta escucharon gritos en el pasillo. Elisa los había descubierto.
En cuanto desaparecieron por la escalera, Sebastián cerró la puerta secreta y se sentó a leer. La puerta de la habitación se abrió con un gran golpe dejando ver a una Elisa furiosa.
—¿DÓNDE ESTÁ?
—¿Qué o quién? —contestó sin levantar la cabeza del libro.
—Conmigo no te hagas el gracioso. Sabes perfectamente de que te hablo.
—No. No lo sé —respondió levantando la vista del libro y mirándola fijamente —. Y si no me lo vas a decir, es mejor que te marches. Tengo trabajo que hacer.
—Eres un maldito insolente. Deberías tratar con más respeto a tu reina. —Sebastián se echó a reír.
—¿Reina? Sí, lo fuiste. Pero ahora no eres más que un cadáver andante.
Los ojos de Elisa se tornaron rojos y mostró sus colmillos a Sebastián quien la seguía mirando sin parpadear. No iba a demostrarle miedo. Podía con ella.
—Dime qué es lo que quieres y lárgate. No tengo tiempo para ti.
—¿Dónde está Morgana?
—No lo sé. Adiós.
—No me mientas. La he sentido. He sentido su presencia en esta habitación.
—Pues si tan segura estás, búscala tú. Aunque no creo que haya muchos sitios para esconderse por aquí —concluyó con una sonrisa burlona en su cara.
Elisa soltó un gruñido de impotencia y salió de la habitación como un rayo. Una vez se alejó, Sebastián cerró la puerta y se dejó caer en ésta mientras suspiraba aliviado. En su vida había pasado tanto miedo.
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Los pasos de Elisa resonaban por todo el castillo haciendo que todos corrieran a esconderse. Abrió la puerta del despacho con tal furia que casi la rompe.
—¿Qué demonios te pasa ahora? —preguntó Drogo molesto.
—Me pasa que estoy harta de que todos se rían de mí. Sobre todo Sebastián. O haces que me traten con el debido respeto o no volverás a ver a tu hija. —Drogo la miraba serio y pensativo. — ¿Qué pasa ahora? ¿Por qué me miras así?
—Pasa que todavía no entiendo cómo me enamoré de ti. No te preocupes, hablaré con Sebastián. Y ahora déjame tranquilo. Tengo mucho trabajo que hacer.
—Entonces, perfecto. Me iré a dar un paseo por mis dominios.
Y con una gran cara de satisfacción salió de allí.
—¿Qué es lo que le pasa? —indagó Drogo.
—Creo que lo sé —respondió Jack con una sonrisa pícara.
—Dime, no me tengas en ascuas.
—Hace un rato he sentido a Tom y a Morgana. Seguramente ella también lo ha hecho y está furiosa por no haberlos encontrado.
—Tengo que ir a hablar con Sebastián.
—Sí. Ve. Yo me ocupo de todo.
No necesitó llamar a la puerta. Sebastián la abrió en cuanto notó su presencia. Cuando le contó todo a Drogo, éste suspiró aliviado. Al menos Morgana conocía la situación. Ella era la única que podía ayudarles. Sólo esperaba que no cayera en manos de Viktor.
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EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)
FantasíaÉsta es la historia de un reino perdido. Una historia que, con el tiempo, se convertiría en leyenda. Morgana, una joven huérfana recogida en una posada, verá como su vida cambia cuando,una noche de tormenta, estaba a punto de ser violada. Aunque hay...