32.- RECUERDOS

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Cuando recogió a Morgana, se sorprendió al comprobar que su rostro se veía fresco y descansado. No quedaban restos de la horrible noche que había pasado. Se volvió hacia Ana y ésta le sonrió con cara orgullosa. Estaba claro que había hecho un gran trabajo.  

Caminaron en silencio por los pasillos y, cuando Drogo iba a llamara la puerta, Morgana se aferró a su brazo y le miró con cara asustada.

—Drogo, yo... —Él le cogió la mano y le dio un beso en la frente.

—Tranquila. No me moveré de tu lado.

Eso pareció tranquilizarla un poco y ambos entraron en la habitación.

Una vez dentro, Sebastián les indicó que se sentaran en la cama. Después, él cogió una silla y se acomodó frente a ellos.

—Escucha, Morgana. Antes de que comencemos con la hipnosis tenemos que encontrar el momento exacto en que se borraron tus recuerdos.  Para ello necesito que me cuentes tu historia desde el principio. Todo lo que recuerdes.

Ella miró a Drogo quien le tomó la mano y le dedicó una sonrisa tranquilizadora. Ella se la devolvió y, tomando aire, se volvió hacia Sebastián.

—De acuerdo. Mis recuerdos se remontan al día que cumplí once años. Ni siquiera recuerdo el día completo. Sólo sé que me desperté a media tarde en una cama. Estaba aturdida y no recordaba nada. Un hombre entró en la habitación y se acercó a mi. Me contó que mi familia había sido asaltada por unos bandidos y que sólo había sobrevivido yo. Me dijo que él había sido amigo de mis padres y que, cuando me encontró, decidió hacerse cargo de mí ya que sabía que yo no tenía más familia. Yo era una niña y no sabía nada, así que no me quedó más remedio que confiar en él.

Morgana hizo una pausa. Estaba claro que todo eso era muy doloroso para ella.

—Aquella noche aquél hombre me regaló un pastel. Me dijo que había visto en mi pulsera que era mi cumpleaños y que quería celebrarlo conmigo. La verdad es que no le costó ganarse mi confianza. Durante tres años viví con él en una casa en el bosque. Me trataba muy bien y cuidaba de mí. Un mes antes de mi catorce cumpleaños, me dijo que quería hacerme su esposa. Yo me sorprendí, ya que era mucho mayor que yo, pero era una buena persona y muy atractivo. Se portaba tan bien conmigo que no me pareció mala opción. Él era lo único que tenía.

Una furtiva lágrima rodó por su mejilla. Drogo se la limpió con suavidad y le sonrió apretando su mano para darle ánimos. Ella le devolvió la sonrisa y continuó.

—Aquella noche tuve un extraño sueño. Una hermosa mujer muy parecida a mí me miraba con ternura a los pies de mi cama. Me dijo que era mi madre y me advirtió de la maldición. Me indicó que no debía entregar mi virtud a ningún hombre y menos a Viktor.

Al oír ese nombre, los dos hombres se quedaron blancos y se miraron fijamente.

— O... ocurre algo? —preguntó ella con voz temblorosa.

—No pasa nada, cosita. Por favor, continúa con tu historia —le contestó Drogo besándole la mano.

—Me desperté sudando y conmocionada por tan extraño sueño por lo que decidí levantarme a beber agua. Entonces me di cuenta de que Viktor estaba en la sala hablando con un hombre. La curiosidad pudo más que yo y me escondí para escuchar. Hablaban de mí y de la maldición lo que me indicó que todo era verdad. Me disponía a volver a mi cuarto cuando vi...

En ese punto rompió a llorar desconsoladamente. Drogo se apresuró a abrazarla intentando que se calmara mientras que Sebastián se limitaba a observar. Tras un largo rato, el mago habló con una voz extrañamente suave en él.

—Escucha, Morgana. Sé que esto es muy difícil para ti y realmente te agradezco el esfuerzo que estás haciendo, pero necesito que continúes con la historia, por favor.

Ella lentamente se soltó del abrazo de Drogo y asintió con la cabeza. Ya no podía echarse atrás y lo sabía.

—Lo siento, es que lo que vi fue tan horrible que... —Drogo apretó ligeramente su mano tranquilizándola y ella se lo agradeció con una ligera sonrisa antes de continuar. —Yo no me había dado cuenta pero, en la habitación, había dos chicas que estaban como hipnotizadas. Entonces Viktor y el otro hombre se acercaron a ellas y clavaron sus colmillos en su cuello comenzando a beber su sangre. Ahí me di cuenta de que eran vampiros.

Las lágrimas no cesaron de brotar de sus ojos mientras hablaba. Aquella había sido una experiencia horrible para ella y esas imágenes todavía se repetían en sus pesadillas. Un poco más calmada continuó.

—Tenía que salir de allí como fuera. Viktor solía salir por las noches y dormir por el día así que esperé al amanecer y me escapé. Conseguí alejarme y encontré refugio en un convento convencida de que allí no podría encontrarme. La vida de las monjas no me gustaba así que un año después, cuando llegaron los mercaderes, decidí irme lejos con ellos. El resto creo que ya no tiene importancia.

Los tres se quedaron pensativos. La suya era una historia demasiado triste. Morgana intentaba recuperar la compostura y mantener la calma mientras Drogo, intentando animarla, se deshacía en atenciones hacia ella. Sebastián se puso en pie y volvió con un péndulo en las manos.

—Muchas gracias, Morgana. Sé que ha sido doloroso pero, gracias a esto, ahora sé por donde empezar.

EL REINO PERDIDO. PARTE I (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora