77. El Hombre Más Valiente.

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Jenna recibía frecuentes visitas, con el único propósito de torturarla; la Maldición Cruciatus era la favorita y más usada.

Hubo uno de los alumnos que fue bastante original y trató de ahogarla con un Aqua Eructo; otro la hizo levitar y estrellarse contra las paredes y el techo. No le daban comida, la escupían e insultaban; pero por encima de eso, lo más terrible para Jenna, era ver como torturaban a los otros prisioneron.

Reconoció a Levi Miller, quien en la otra realidad era un alumno de Gryffindor y también a otro que perteneció a Ravenclaw, Marcus Colleman; ambos hijos de Muggles, siendo torturados sin piedad. Pero sin lugar a dudas, nada de aquello fue tan aberrante, como el escuchar los gritos desgarradores de Lana Broflovski, siendo torturada e incendiad... hasta la muerte.

Jenna no sabía cuanto tiempo había pasado encerrada y tampoco había sabido absolutamente nada de Scorpius desde entonces. Ella solo rogaba porque estuviera bien y siguiera haciendo lo posible por encontrar la forma de escapar de esa realidad... De ese infierno.
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28 de Octubre de 2020
Hora: 4:22pm.

Era de noche, o eso creía Jenna. Estaba oscuro y solo un par de antorchas encendidas podía iluminar levemente la estancia. Jenna podía ver la figura de Cedric Diggory bajo la negra capucha, yendo y viniendo, vigilando los calabozos.

A continuación, la puerta de los calabozos se abre y alguien entra. Jenna no puede ver de quién se trata, ¿un prisionero nuevo, tal vez?

Se escucha a Cedric caminar para recibir al recién llegado.

-Cedric: Profesor... (algo sorprendido)

-Confundo... (el hechizo le dió a Cedric) La señorita Esparza. Libérela. La Directora quiere verla (con voz libre de emoción).

-Cedric: Sí...

Cedric Diggory se dirigió a la celda donde Jenna estaba y apuntó la puerta con su varita.

-Cedric: Annihilare.

La celda se abrió.

Jenna no podía moverse; se sentía muy débil, pero todo eso no evitó que se despertara en ella una gran curiosidad por saber quién era la persona que ahora se le acercaba. El mago apunta a Jenna con la varita y ella cierra los ojos fuertemente esperando un ataque. Sin pronunciar palabra, aquel mago lanzó un hechizo que deshizo las cuerdas que amarraban a Jenna; rápidamente la tomó y la ayudó a sentarse. Ella estaba dolorida, pero logró entonces ver la cara de quien la estaba ayudando: Tenía la nariz aguileña, piel cetrina y su cabello negro con algunas hebras plateadas, caía en cortinas a los lados de su larga cara. El mago sacó un frasco y se lo ofreció a Jenna.

-Beba ésto (su voz sonaba autoritaria).

Jenna observa el pequeño frasco. Dentro, un líquido claro color turquesa.

-Rápido.

Y sin pensarlo más, con gran esfuerzo, tomó el frasco y se bebió todo el líquido de un golpe. El mago la miraba inexpresivo. Inmediatamente Jenna se sintió mejor y llena de energía, estaba sorprendida. El mago le quitó el frasco y se lo guardó en su negra túnica.

-Jenna: Gracias (emocionada).

El mago se incorpora y se dispone a irse.

-Síguame.

Y salió de la celda sin esperar más. Jenna, apresurada, se coloca de pie y persigue a su salvador. Aún le dolían partes de su cuerpo, pero comparado a como estaba hace unos segundos, se sentía ahora capaz de correr una maratón.

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