94. Los Cuentos de Beedle el Bardo.

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1 de Noviembre de 2020.
Hora: 12:51pm.

El Colegio se encontraba casi vacío, ya que la mayoría de los alumnos acababan de salir a su primera visita a Hogsmeade de ese curso. Albus, Scorpius y Jenna tenían prohibido ir, ya que estaban castigados.

Jenna estaba sola, sentada en las orillas del lago negro, junto al hermoso árbol de Haya que había perdido ya la mayoría de sus hojas, a causa de la época. Ella se hallaba distraída.

Esa mañana, los tres chicos habían ido junto a la Directora, utilizando los polvos Flu, hasta el callejón Diagon. Allí tuvieron la oportunidad de volver a encontrarse con el señor Ollivander, y con su nieta Gertrude Ollivander, su aprendíz; la chica los atendió ella misma, bajo la atenta supervisión de su abuelo, mostrando la misma pasión que el viejo Ollivander sentía por el misterioso arte de la Varitología. Encontrar una varita nueva para los tres chicos no fue tarea fácil, ya que sus varitas, resultaron ser en núcleo y madera totalmente distintas a las primeras que los habían elegido. "Sus destinos han cambiado, mis queridos jóvenes" fueron las palabras del anciano para ellos, quienes se marcharon confundidos.

Ahora Jenna contemplaba su nueva varita: Madera de Acacia, núcleo de fibra de corazón de Dragón, 22cm, inflexible; era bonita y con muchos detalles delicados.

-Dicen que las varitas más detalladas producen hechizos muy elegantes.

La chica se sobresalta y gira su cabeza. James estaba ahí en cunclillas, con su rostro muy cerca del de ella. Jenna se recompone, notando entonces la mirada del chico fija en la mano con la que se hallaba sosteniendo la varita; se apresura a cubrirla rápidamente con la manga de su túnica.

-James: ¿Qué es? (pregunta curioso)

-Jenna: Madera de Acacia...

-James: No la varita (la interrumpe). Lo que tienes en tu mano.

-Jenna: Ah... No es nada.

Él seguía con la vista fija en la mano ahora cubierta de Jenna. Ella lo mira de reojo e intenta desviar el tema.

-Jenna: Pensé que estarías en Hogsmeade.

James sonríe y toma asiento junto a ella.

-James: Déjame verla.

E inmediatamente toma la mano derecha de Jenna. Ella se apresuró a safarse de su agarre, alejando un poco la mano de él. James entonces la mira a los ojos y ella le devuelve la mirada, inexpresiva.

-Jenna: No te sobrepases.

-James: ¿Qué te pasó?

-Jenna: Es solo una cicatriz.

-James: ¿Y por qué la escondes? (ríe un poco) Podría mostrarte sin ningún problema todas las cicatrices que me he hecho jugando al Quidditch.

-Jenna: Sí, pero ese eres tú. Y yo por mi parte no quiero verlas, James.

-James: Ah pues ahí está la diferencia... (sonríe) Yo sí quiero ver la tuya, Jenna.

-Jenna: (Pone los ojos en blanco) ¿Si te la muestro... me dejarás sola?

-James: ¿Acaso te estoy molestando? (divertido)

-Jenna: (Piensa un momento) Un poco.

-James: Pues... (se acerca un poco más a ella y le susurra) Si solo molestándote puedo deleitarme con tu hermosa presencia, al menos por un par de minutos al día... entonces no dejaré de hacerlo.

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