En la cima de una colina había una cabaña donde vivían una hermosa mujer y su hijo, el pueblo estaba en las faldas de aquella colina, la mujer llevaba del brazo a su pequeño para ir de compras al pueblo, durante la estancia en el pueblo aquella mujer compraba sus víveres y dejaba a su hijo pasear por los alrededores para buscar otros niños con los cuales jugar.
Sin embargo el hecho de vivir apartados de los demás era suficiente para que la gente murmurara cosas e hiciera a un lado al pequeño.
Un día cuando la mujer salia vio a su pequeño llorando y en su rostro un moretón, el pequeño le dijo que los niños del pueblo no lo querían y que lo habían lastimado.
- No te preocupes Shun hacen eso porque les han enseñado que lo diferente es malo, pero no es verdad hijo mio, la persona digna de tu cariño sabrá ver quien eres en realidad y llegara a ti, sin que tu siquiera hables -
Acaricio su rostro y paso los dedos suavemente por la boca de su hijo, de ese modo sin saberlo algo de pronto cambiaría en el.
Los dos volvieron a la cabaña ahí el pequeño era feliz con su madre y siguió con su vida así hasta que su madre enfermo y murió, aquel fue un golpe difícil para el chico quien tenía 17 años.
Shun se hizo cargo entonces de los víveres por lo que iba de compras al pueblo como cuando acudía con su madre pero solo una vez a la semana, las primeras veces intento hablar pero se dio cuenta que no podía, eso lo sorprendió mucho, después de un tiempo descubrió que eso solo ocurría cuando iba al pueblo.
Aun así sonreía amablemente y comenzó a llevar una lista de sus víveres.
Alrededor de el se formo un mito nadie le hablaba por temor a lo que haría pues todos ellos sabían que su madre fue una hechicera.
La encargada de aquel lugar era una señora de avanzada edad la cual también le sonreía al chico, ella no le veía nada de malo a aquel muchacho, sin embargo la gente le abría el paso, decían que aquel joven estaba maldito, pues dejo de hablar años después.
Además al salir del pueblo, a Shun le gustaba cantar de camino a su cabaña y esos cantos habían sido escuchados por gente del pueblo por lo que no sabían porque no podía hablar.
- ¿Por que no hablara aquel muchacho? -
- No lo se, pero algo raro se trae eso no es normal -
-Es un hechicero como su madre- la gente murmuraba al verlo pasar.
Pasaba el tiempo el muchacho llegaba y hacia lo mismo, algunas muchachas no podían evitar verlo, ya que se había vuelto muy atractivo.
Aquellas que no sabian sobre lo que se hablaba de aquel joven, se acercaban a verlo y el solo les sonreia.
Había un hechizo en su verde mirada algunas se enamoraban de el casi de inmediato y ese raro "efecto" solía durar un par de días.
Con el tiempo solo los hombres realizaban las compras el día que aquel muchacho asistía, para evitar que alguna chica cayera en su hechizo, aunque a veces incluso algunos chicos se vieran afectados por ese encanto.
Así pasaron cuatro años mas hasta que .....
Un día un hombre rubio llego al pueblo, era hijo de la encargada e iba de visita, ese día también era el día en que el peliverde iba de compras.
El rubio le entrego su mercancía entonces ambos se miraron, por primera vez el peliverde se ruborizó y desvío la mirada tomando sus cosas para irse.
El rubio al ver la cantidad de bolsas que llevaba le pregunto :
- ¿Puedo ayudarte? -
La gente alrededor miraba con temor jamas nadie le había dirigido la palabra.
El peliverde negó con la cabeza pero no dijo nada.
- Anda no seas timido - le insistió el rubio.
El menor parecía incomodo y tomando las bolsas salio.
El rubio no pudo dejarlo ir, aquel joven lo había cautivado, así que le hablo a su madre y decidió seguirlo.
Avanzo tras el, lo vio comenzar a subir la colina hasta que dejo al pueblo lo suficientemente atrás, entonces para su sorpresa el peliverde comenzó a cantar, tenía una voz dulce y hermosa.
Lo vio adentrarse en el bosque hasta llegar a una cabaña el joven era un ermitaño, entró a la cabaña y dejo la puerta abierta tras de si.
- ¿No vas a pasar después de seguirme durante este largo camino?-
El rubio estaba sorprendido pues aquel joven tenía una voz suave y agradable.
- Así que eres tu, es raro debo de admitir que pensé que seria una chica -continuo el peliverde con una gran sonrisa
- ¿Que quieres decir con eso ? - aquel rubio no solo entro a la cabaña sino que se sentó frente a el en la silla puesta ante la mesa.
- He vivido solo durante muchos años en espera de ti-
- ¿Sabias que vendría? -
-Sabia que alguien vendría pero no sabia quien, mi destino fue así debido a mi madre, ella era una hechicera y pensarías que no hechizaría a su propio hijo pero así fue -
- ¿Ella te hechizo? -
El peliverde asintio y siguió con su relato, a la vez que preparaba la comida - No podía hablar con nadie a menos que fuera la persona que viera mi verdadero valor, como solía decirlo, esa persona llegaría aquí, aunque no hubiera dicho una sola palabra, como te has dado cuenta -
- Pero cualquiera podría haberlo hecho ¿como sabes que soy yo? -
- No eres el único que me ha seguido, pero en el camino se hartan de mi indiferencia, nadie llega a sentarse, ese es el lugar que ella asigno -
El rubio se sintió sorprendido no había notado siquiera cuando tomo aquel lugar.
- Mi nombre es Shun -
- Soy Hyoga -
-Hyoga ¿Te quedas a comer? - el chico ya había servido la comida y sonreía
- Si me gustaría - el rubio sentía latir su corazón con rapidez.
El peliverde sirvió un plato mas se sentó frente a el y comenzaron charlar, se llevaron bien de inmediato su madre había elegido bien al compañero de su vida.
El rubio lo tomo de la mano y lo llevo rumbo al pueblo ahora Shun podía hablar normalmente, la gente vio que ambos habían bajado de la cabaña, lo cual les sorprendió pues habían pensado que el rubio desaparecería.
Shun saludo a todos y lo miraron con nerviosismo y curiosidad.
- Tranquilos solo es un joven, un muy apuesto joven -dijo lo ultimo en una voz mas baja solo para Shun que se ruborizó.
Hyoga le presentó su madre a aquel peliverde y ella gustosa lo recibió, el ver a su hijo feliz era razón suficiente para que el chico fuera bienvenido por ella.
Anochecio y Shun le pidió volver a la cabaña, Hyoga de inmediato se despidió de su madre, no sabia si era su destino pero lo seguiría ya que sabia que lo que sintió al verlo entrar era amor.
Con el tiempo la gente comenzó a acostumbrarse a ver al chico en el pueblo y después de romper aquel hechizo aprendieron a no juzgar lo desconocido como algo malo, aunque aquella pareja después hubieran tenido una hija que a saber de la madre del joven el propio peliverde había estado embarazado de tan hermosa bebe.
Aprendieron a tomar a Natassia como un milagro, con el tiempo esa historia se fue contando de distintas maneras volviéndose con el tiempo una leyenda pero aun puedes preguntar en aquel pueblo, pues aun ahora puedes encontrar a Esmeralda la ultima descendiente del joven de la cabaña.

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Un domingo cualquiera
Ficción GeneralUna recopilación de Shots que incluye a muchos personajes de Saint Seiya pero cuyos protagonistas principales son Hyoga y Shun en todos ellos.