Romance

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Frente al piano como cada tarde se encontraba el rubio, deslizaba sus dedos con maestría, la melodía llenaba el salón, como podía decir que la razón de la creación de esa melodía era por un bello joven de nombre Shun.

Recordaba el tiempo en que llenos de esperanzas se miraban el uno al otro en espera de poder estar juntos, se habían conocido en un parque, aquel joven leía y el verlo tan inmerso en su lectura le llamo la atención era de esas pocas ocasiones donde sabes que será de las personas mas importantes de tu vida, salían con frecuencia hasta el punto que su padre comenzó a sospechar y les había prohibido seguirse frecuentando.

Aun así con ayuda de amigos en común pudieron verse a escondidas, pasaban tardes juntos aunque su imagen frente a la gente fuera de amistad.

Que felicidad experimentaba solo con poder acariciar su mano así pareciera algo tan simple, y cuanto anhelaba probar esa boca tocar esa piel, invadir ese cuerpo, aun con los ojos cerrados no podía evitar que el pecho se le oprimiera de dolor al saber que no había podido ser.

A su memoria llego el recuerdo, de aquella noche ya habían decidido huir, su amigo Seiya llevaría a Shun de forma segura hasta el tren donde se encontrarían y partirían rumbo a su nueva vida.

Pero esa noche mientras el esperaba entre el frío y la oscuridad solo vio a Seiya llegar con el rostro triste.

- ¿Y Shun? -

-Lo siento Hyoga, su padre nos descubrió antes de que pudiera salir, tuve que correr tanto como pude, me pidió por favor que lo perdonaras y me dio esto - le dijo entregándole solo un papel que decía :

-Sin importar nada, mi corazón es tuyo y siempre sera así aunque no podamos estar juntos -

Hyoga partió esa noche, con o sin Shun había vendido todas sus posesiones y no tenia mas donde ir, guardo esa nota en su bolsillo mientras se alejaba de aquella ciudad donde conocio el amor.

Volviendo a su realidad, siguió tocando,
con cada nota su herida se abría mas y las lágrimas resbalaban sin piedad.

- Que mas da, eso fue hace mucho tiempo -pensaba una y otra vez.

Al poco tiempo de su fallida huida supo que Shun se caso, con la hija de un socio de su padre.

Eso le rompió el corazón aunque sabia que lo hizo por orden de su padre, pero no había más que hacer, el en cambio no pudo llenar ese lugar, ni siquiera rodeándose de tantos amantes como pudo.

Había pasado muchos años con la esperanza de volver a verlo, aunque le perdió el rastro, creía que Shun lo buscaría de algún modo.

En aquella espera ya habían pasado veinte años, Hyoga se dio por vencido.

De pronto tocaron a la puerta y el dejo de tocar.

- Adelante - dijo cerrando el piano y desvío la mirada para evitar que lo vieran llorar.

- Señor unas personas lo buscan -

- Estoy ocupado Fleur diles que no puedo atenderlos -

- Ya se los dije pero el hombre en la puerta insiste en que usted le de lecciones de piano a su niña -

- ¡Por Dios! - Hyoga en verdad odiaba eso, aunque famoso, era solicitado para darle clases a hijos de magnates, que mas que aprender eran malcriados y cuestionaban su método, la musica solía ser demasiado sublime para muchos de ellos que no apreciaban su arte.

Salio de aquel salón y fue a la puerta dispuesto a echarlos.

Al llegar a la puerta vio a un hombre elegantemente vestido que tomaba del hombro a una pequeña rubia.

-Señor Bastien en verdad seria un honor si fuera el maestro de mi pequeña Pallas -

Hyoga miro como ese hombre se ruborizaba al hablar.

- Claro que le daré lecciones, acompañeme a mi oficina- 

- Fleur dale algunas galletas a la niña, no tardare -

Hyoga cerro la puerta después que ambos entraron.

Ahí estaba de nuevo Shun ya no un adolescente sino un hombre, su mirada se nublo al igual que la del rubio.

Se abrazaron llorando Hyoga acariciaba el cabello de Shun dándole besos y mojando con sus lágrimas el rostro del peliverde que de pronto levantó el rostro besándolo mientras rodeaba su cuello.

El rubio correspondió ese beso y su excitación lo hizo tomarlo por la cintura y pegarlo a su cuerpo.

Mientras tanto Fleur llevo a la pequeña al salón donde estaba el piano.

-¿Puedo tocarlo? - pregunto la niña mientras observaba lo enorme y hermoso que lucia al centro del salón.

- Sera mejor que esperes a tu padre y al Señor Bastien -

-Esta bien- la niña sonrió mientras se quedaba sentada frente al piano.

Hyoga había sentado a Shun en su escritorio, lo besaba y entonces comenzó a acariciarlo por encima del pantalón.

- No Hyoga, aun no - decía entre jadeos

- Sólo usare mi boca - hyoga ya lo habia acostado separo sus piernas, pero Shun lo detuvo.

- No podre guardar silencio y no quiero que Pallas nos escuche -aquellas palabras parecían mas una invitación pero Hyoga sabia que no podían hacer esperar tanto a la chica en el salón de musica.

- De acuerdo volvamos, ¿tienes piano en tu casa?-

-Si, me gustaría que acudas a las cuatro todos los días -

- Dime ¿de verdad quieres que yo eduque a tu hija Shun? -

- Ella no es mi hija es mi sobrina, convencí a sus padres de llevarla a mi casa para sus clases -

- ¿Y que opina tu esposa sobre eso? -

-Mi esposa murió hace casi un año Hyoga, yo me mude cuando supe por Seiya que vivías aquí -

- Siento lo de tu esposa -

- No te preocupes solo fue un arreglo no eramos muy unidos y además ella supo que tu fuiste a quien ame en realidad -

Durante toda la charla habían estado tomados de la mano, se soltaron para avisar a la pequeña sobre el acuerdo y los horarios.

Hyoga se presentó en casa de Shun puntual, dio las lecciones y después conocio a Hagen e Hilda, quienes se sintieron orgullosos del progreso que había logrado su hija en su primer lección.

-Pallas tiene talento seguro en un par de meses será toda una experta - Les dijo Hyoga y después los cuatro tomaron te en la sala, cada minuto se le hacia eterno al rubio que esperaba estar a solas con Shun.

Cuando los Merak se fueron, el rubio y el peliverde se dejaron llevar por el deseo, después de tanto tiempo ambos se miraron, su amor había sobrevivido el paso de esos años y ahora por fin se entregaban, ya no había barreras, ni nadie que pudiera separarlos, con las visitas diarias para las lecciones, recuperaron el tiempo perdido, después de unos meses Shun se mudo a la casa de Hyoga, donde vivieron felices el resto de sus días .

 

Un domingo cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora