La caja musical

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Habían estado juntos durante varios años en aquel orfanato, durante ese tiempo sufrían de abusos físicos, al final del día no les quedaba mas que intentar dormir y aguantar un día mas.

El peliverde y el rubio estaban siempre juntos, durante las noches Hyoga sacaba una caja de musica que ponía junto a la cama hasta que Shun se dormía.

Un día la golpiza recibida por Shun fue peor que otros días y el dolor no lo dejaba dormir.

—¿Ahora que sucedió Shun?

—No termine con mis labores a tiempo.

—Shun tenemos que hacer algo si seguimos aquí podría pasar algo peor.

—Pero que podemos hacer Hyoga, no hay forma de escapar de este lugar– dijo el menor y sus ojos se cristalizaron, el rubio acarició el rostro amoratado y adolorido del menor.

—Veras que lo lograremos solo debes confiar en mi.

—¿Y si nos encuentran?– su voz reflejaba el temor.

— No permitiré que te toquen lo juro– el rubio lo abrazo y lo estrecho entre sus brazos.

Con suaves besos fue limpiando las lágrimas que corrían por el rostro del peliverde, en un momento la pequeña boca del rubio se encontró con la de Shun.

—Solo nos tenemos a nosotros y debemos cuidarnos, si es necesario que dé mi vida para protegerte lo haré.

Se abrazaron entonces y el rubio volvió a dar cuerda a aquella caja, ahora aunque le costo mas trabajo de lo habitual, pudo dormirse entre los brazos del rubio.

Al día siguiente ya habían planeado la forma de salir, ambos corrieron hacia la puerta pero al ultimo momento, Hyoga empujó a Shun y sólo este pudo salir.

—Hyoga  ¿por que cerraste?, ven conmigo –el llanto comenzaba a brotar de los ojos del menor.

—Ya vienen, Shun deja de llorar y corre, dile a la primer persona que veas lo que pasa aquí, solo así podrás ayudarme.

El chico corrió y vió a una mujer de cabello rojo.

— Por favor señorita ayudeme....

La chica miró asustada el rostro del pequeño mientras escuchaba del terrible trato que recibían en aquel lugar, para su suerte esa chica era hija del alcalde, lo llevo a su casa le curó las heridas y acompañados de las autoridades  fueron a aquel lugar.

Justo entraron cuando se le estaba reprendiendo a Hyoga y Shun no pudo soportarlo, corrió para cubrir a su malherido amigo.

Aquel lugar fue cerrado y a los huérfanos se les reubico en lugares donde se les diera un buen trato, pero Shun ya no volvió ahí, fue adoptado por aquella mujer.

—¿Marin puedo ir a despedirme?

—Claro, puedes hacerlo hijo.

El peliverde llegó hasta su amigo rubio y lo abrazó.

Luego se dieron un beso.

—Me da gusto por ti Shun, espero que volvamos a vernos –por primera vez pudo ver al rubio a punto de llorar.

—Yo también, no te olvidaré Hyoga.

—Cierto, por que no te llevas esto– dijo mostrándole la caja de musica.

—Pero, es tuyo.

—Pero ya no lo necesitaré, aquí  las personas son muy buenas y además así podrás recordarme.

—Gracias – le dijo el menor dándole otro abrazo y alejándose de ahí.

***

Pasaron los años, Shun cuidaba entre sus objetos mas valiosos aquella caja de música.

El peliverde abrió una librería  cada tarde, ponía esa melodía que por años le ayudo a dormir.

Se le podía ver leyendo un libro en la parte trasera de la librería y darle cuerda a la cajita.

Un día mientras la melodía sonaba, un hombre que se encontraba entre la gente llegó al mostrador.

-¿Disculpe esa música me es familiar, de donde viene? - le preguntó el rubio a un empleado.

De la parte trasera de la biblioteca, es del dueño si quiere puedo hacerlo llamar.

—Si no es molestia – dijo aquel hombre.

El empleado llegó al cuarto tras el mostrador y habló con otra figura que el rubio no pudo distinguir.

—Me comentan que pregunta sobre la melodía que.....

Los verdes ojos se encontraron con los azules frente a el.

—S- Shun – dijo el rubio en un susurro.

—¡Hyoga ! – dijo en voz alta el peliverde .

Ambos corrieron el uno hacia el otro, podían verse como los niños que una ves fueron.

Mientras se abrazaban una voz los interrumpió

— ¿Papa quien es ese señor ?– dijo una niña escondida detrás del rubio.

— Natassia, el es mi mejor amigo Shun – dijo tomándola de la mano para después cargarla.

—Con que eres padre – la idea le provocó cierta tristeza.

—Así es, esta pequeña es mi mundo – dijo mirando a la niña
– Natassia por que no buscas el libro que querías con Mino.

La niña asintió para tomar de la mano a la chica.

—Te casaste entonces – dijo  sintiendo en cada palabra  el mayor temor de su vida.

— ¿Eh, yo? no Shun, adopte a la niña ella es Mino su niñera.

El peliverde sonrió aliviado el rubio lo notó y sonrió de vuelta.

—Te invito a cenar esta noche en  mi casa – dijo mientras escribía la dirección en un papel – a las siete.

— Claro tenemos mucho de que hablar – los miro alejarse y suspiro, parecían una linda familia.

***

A la hora acordada estaba ahí, respiro profundo y tocó el timbre, la puerta se abrió el rubio estaba ahí con una camisa blanca y un pantalón de mezclilla.

Ambos entraron y Natassia lo miró con curiosidad, luego de algunas palabras Shun se ganó la confianza de la niña.

Cenaron y al terminar la niña tomo de la mano a Shun para llevarlo a jugar con ella, el rubio miraba sonriendo como la niña le daba uno a uno todos sus juguetes, mientras el peliverde sonreía.

A mitad del juego la niña se quedo dormida y Shun la llevó en brazos hasta Hyoga.

— Gracias, hasta que se durmió, creo que le agradaste.

— Es adorable, podría venir a verla, si me lo permites claro.

— Puedes venir cuando quieras, sabes... Mino esta comprometida y dentro de poco ya no podrá cuidar de Natassia sera un poco pesado para un hombre solo como yo.

El peliverde sonrió — Bueno fue un placer acompañarlos, debo irme.

Cuando llegó a la puerta e intento abrir el rubio se lo impidió.

— Quedate conmigo esta noche.

El rubio lo besó, las ansias crecían Shun dió un salto y enredó sus piernas en la cadera de Hyoga.

Entonces el rubio lo presionó contra la puerta mientras no dejaba de besarlo.

Aun cargándolo el rubio lo llevo escaleras arriba, se quitaron la ropa, Hyoga se dió cuenta que llevaba la caja bajo su ropa.

— Que tal si le agregamos un recuerdo mas a la caja – dijo el rubio dándole cuerda y entrando en la cama con quien a partir de ahora seria su pareja.

Después de aquella ocasión cada vez que sonaba, Shun recordaba la primera vez que hicieron el amor.

Y que se habían encontrado de nuevo gracias a esa caja de música.

Un domingo cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora