Capítulo catorce

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Después de eso, ambos hermanos se encaminaron al Impala, todo en silencio, ni el perro de Bobby se atrevió a ladrar en ese momento. El ruido metálico de las puertas del Impala al cerrarse y el rugido del motor de este indicaba el adiós definitivo, por lo que Bella no pudo evitar soltar una lágrima mientras veía los faros del Impala alejarse en la oscuridad de la noche, que hoy parecía más negra que ninguna otra noche.

...

En cuanto los hermanos se marcharon, Bella sintió el mundo caersele encima. Ellos eran todo lo que tenía, ahora los había perdido y no sabía cuándo volveria a verlos.
Bobby cerró la puerta de la casa en cuanto las luces del Impala dejaron de verse y se giró a la chica.

-Lo siento niña, pero esto es lo mejor para ti -dijo Bobby en un intento de consolar a la pobre chica que se veía devastada, parecía casi como si hubiera enfermado de repente. Bobby no sabía que era lo que la chica sentía por Dean, o lo que Dean sentía por ella, pero no era tonto y sabía que no era solo amistad. Así que entendía lo triste que podía estar la chica en estos momentos.

-Es tarde, vayamos a cenar -dijo Bobby al ver que la chica no reaccionaba.

-No gracias, no tengo hambre -dijo ésta encaminándose de nuevo a la que ahora era su habitación. Bobby la observó subir, esa chica ya no parecía la chica que había estado estos días en su casa. Esa chica que se despertaba alegre, feliz, derrochando alegría y contagiando a todos con su felicidad. Esa chica vivaracha, llena de vitalidad que animaba a todos, incluso a Rumsfeld, aquel perro griñón había sucumbido a los encantos de la chica. Nunca pensó ver a su perro saltar y ladrar contento esperando una caricia de la chica o la hora de juegos que se había hecho costumbre entre ellos. Ahora no quedaba resto de esa chica, solo era un fantasma de lo que fue, cabizbaja, derrotada, como un alma en pena la vio entrar a su habitación para luego cerrar tras ella.

Una vez dentro, Bella se tiró en la cama, terminando de romperse su alma, su corazón y comenzó a llorar. Iba a echar mucho de menos a los hermanos, no sabía cómo iba a vivir sin ellos después de acostumbrarse a su presencia, como iba a vivir sin él, no se veía capaz, iba a echarlos mucho de menos pero sobre todo a Dean, no se veía capaz de vivir sin él ahora. Ni si quiera estaba segura si podría dormir sin sentir los brazos del chico rodeándola.
Toda la felicidad que había sentido este tiempo estando con ellos se había esfumado dejando un gran vacío dentro de ella, un vacío que sabía que no podía llenar con nada.
Después de horas de llanto silencioso ya que no quería molestar a Bobby, se quedó dormida en aquella cama, sola, sin Dean cerca para que la protegiera de las pesadillas, y esa noche nadie la despertó cuando empezó a tenerlas, nadie la cuidaba, nadie la abrazaba evitando que las pesadillas volvieran. Esa noche fue una de las peores noches de su vida, aún a pesar de haber sufrido lo que sufrió siendo una niña, de las noches en la calle helada de frío sin poder dormir tranquila, nunca se había sentido tan rota, tan destruida como aquella noche.

Mientras tanto Dean seguía conduciendo poniendo toda la tierra que pudiera entre él y Bella. Tenía miedo de que si se quedaba demasiado cerca daría la vuelta de nuevo para ir a por la chica, por lo que tenía pensado conducir hasta que no pudiese más.
Después de una media hora Sam que había estado callado todo el rato decidió hablar.

-Estás cometiendo el error más grande de tu vida Dean. Da media vuelta, vuelve a casa de Bobby, vuelve a por Bella.

Pero Dean no se inmutaba, parecía que ni le escuchaba, simplemente miraba la carretera conduciendo sin parar ni un momento, no sabía si quiera a dónde estaban yendo y suponía que Dean tampoco lo sabía.

-Dean vamos, después de lo que me has dicho no puedes hacer esto, ella te ama y tú a ella ¿Por qué te haces esto a tí mismo? -dijo Sam sin dejar de mirar a su hermano, esperando una reacción y por si parte pero nunca llegaba.

-Si no vuelves a por esa chica y la dejas que te olvide te vas a arrepentir toda tu vida hermano ¿Me estás escuchando Dean?

-Si, te escucho, pero parece que tú no me escuchas a mi, la decisión está tomada, no voy a cambiar de idea Sam, así que cierra el pico -contestó Dean con un tono demasiado seco.

-Dean, no puedes dejar pasar esto, no estamos hablando de un ligue de una noche o cualquier camarera estúpida que se te pasa por delante, no puedes hacer como que no pasa nada Dean, me has dicho que estas enamorado de Bella, no puedes ignorar eso. ¿Sabes lo que será ver los días pasar y no estar cerca de ella? ¿Sabes si quiera lo que duele no poder estar con la persona que quieres?

-Me da igual Sam, además aunque volviera, no puedo estar con Bella, no de ese modo, jamás podré, ¿es que no ves todo lo que está mal ahi?

-No hay nada de malo Dean, no puedes ser tan terco, ella te quiere y tú a ella, tienes la oportunidad de estar con la chica que amas, aprovéchalo,  no todo el mundo puede -dijo Sam con tristeza en la voz pensando en Jess, si él pudiera volver a verla, si pudiera siquiera poder volver a abrazarla una vez más no se lo pensaría ni un segundo.

-Lo sé Sammy -dijo con tristeza y cariño en la voz, pues él sabía muy bien a que se refería Sam -pero no todo es tan fácil como tú lo ves, Bella y yo... Lo nuestro es imposible, no hay más que hablar.

-Dean... -Sam iba a protestar pero su hermano puso la radio a gran volumen dando por finalizada la conversación.

Dean siguió condicionado la mayor parte de la noche, Sam hacia rato que ya se había dormido, pero Dean no quería hacerlo, sentía sus párpados pesar, sabía que estaba cansado, pero le daba miedo parar, le daba miedo tener tiempo para pensar, pensar en Bella, en que no la volvería a ver al menos en un buen tiempo si es que alguna vez se volvían a ver, pero sin darse cuenta ya estaba pensando en ella. Intentó sacarla de su cabeza, concentrarse en la carretera, pero cuando miraba por el retrovisor y no veía a Bella dormida en el asiento trasero sentía como si hubiera perdido una parte de si mismo.

Después de un par de horas, cuando casi estaba amaneciendo decidió parar en el primer motel que vio, no podía continuar conduciendo o tendría un accidente. Ya había dado varios volantazos durante las últimas horas, y realmente no le importaba tener un accidente. Era casi como si nada le importase, si moría ahora, al menos dejaría de sentir ese dolor que sentía, casi como si fuera una quemadura en su corazón, una que nunca deja de doler. Pero no podía hacerle eso a Sammy, él tenía que cuidar de Sam, era su trabajo, y quedarse dormido al volante no era una buena forma de cuidarle, por lo que aún a pesar de que por nada del mundo quería dejar su marcha, por el bien de su hermano decidió que era momento de parar a descansar.

Le costó dormir bastante aún a pesar que casi se queda dormido conduciendo, pero una vez en la habitación, con tanto silencio, la tenue luz que se filtraba a través de las opacas cortinas, su cabeza empezó a pensar en Bella, en su sonrisa, sus bromas, en su mirada y en cómo se reía con todos sus chistes y gracias, pensó en lo feliz que se sentía cuando despertaba y la veía ahí, a su lado, durmiendo plácidamente, pero ahora a su lado no había nada, Bella ya no estaba a su lado, y comenzó a pensar en la despedida, en la mirada de Bella al enterarse que se quedaría con Bobby, pensó que se enfadaría, que se sentiría defraudada, pero lo único que vio en los ojos de la chica fue agradecimiento por todo lo que habían hecho por ella y tristeza por saber que ellos se marcharán sin ella. Aún podía sentir la fuerza con la que la chica se había agarrado a él, suplicando que no la dejará. Aun no sabe cómo tuvo el valor de separarse de ella en ese momento.
Sin darse cuenta una lágrima se escapa de sus ojos, sabía que esto sería duro, que dolería separarse de la chica pero no sabía hasta qué punto. La despedida fue dura, pero cuando dejó de ver la casa de Bobby en el retrovisor, un nudo se formó en su garganta y sintió una fuerte presión en su pecho, quería gritar, quería golpear algo, liberar toda la rabia, dolor y desesperación que sentía en ese momento, y no sabía si algún día dejaría de sentir todo aquello, todo ese dolor, esas ganas de gritar, ese nudo en la garganta que no le dejaba tragar, pero algo le decía que todo eso le acompañaría por el resto de su vida.

Y hasta aquí el capítulo de hoy. Sé que es cortito pero bueno, intentare subir el próximo este finde como compensación de que sea corto pero no prometo nada ya que el domingo es mi cumpleaños y vendrá la familia y el sábado lo celebro con amigos así que no sé si tendré tiempo a subir pero lo intentaré.

Gracias a todos por comentar, por votar y por leer, me hace muy feliz que os guste lo que estoy escribiendo. Cualquier sugerencia sobre la historia o crítica siempre que sea constructiva es bien recibida.

Hasta pronto.

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