Capítulo cuarenta y dos

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Dean se quedó viendo la figura de la camioneta de su padre hacerse más y más pequeña mientras iba levantando el polvo del camino a su paso, hasta que ya no pudo vislumbrarla a lo lejos, fue entonces cuando se arrepintió de no haber intentado hablar con la chica antes de que se marchara, al menos haberse despedido de ella, haberla dicho que tuviese cuidado. Sabía que su padre cuidaría de ella, que no iba a dejar que nada malo la pasase, pero le habría gustado despedirse de ella, que no se marchase enfadada con él o incluso odiandole.

-Vamos Dean, tenemos una hora de camino y si quieres que comencemos con la investigación antes de comer, debemos darnos prisa -dijo su hermano que había estado cargando el impala para ir a resolver su propio caso, el del fantasma que su padre había encontrado.

-Sí, ya voy... -dijo resignado ayudando a su hermano.

...

Bella iba sentada en el asiento delantero de la camioneta de John, en silencio, empezaba a pensar que haber ido con él de cacería había sido un error, no por que no estuviese preparada, se sentía preparada, estos últimos días había aprendido mucho y sabía que John nunca le habría ofrecido ir con él si él no pensase también que estaba lista, el problema era el ambiente, la tensión que había entre ellos dos, ambos podían notar que ninguno de los dos estába cómodo en presencia del otro, y más en un espacio tan pequeño y sin los hermanos cerca. John y Bella habían estado más veces juntos, incuso hablando, desde que la chica estaba entrenando con el patriarca de los Winchester, la relación con éste había mejorado un poco, pero siempre habían estado en presencia de los hermanos, que eran los que rompían el hielo, los que comenzaban la conversación. Pero ahora solo estaban ellos dos, y ninguno parecía dispuesto a hablar.

Bella miraba de reojo a John de vez en cuando, intentando de alguna manera, conseguir que fuese él quién dijera algo, pero el hombre parecía muy interesado en la carretera. Por su parte, John si sentía la mirada de la chica sobre él, pero prefería hacerse el loco, sabía que ella esperaba que dijese algo, pero no tenía idea de que decir, él nunca había sido demasiado hablador, y menos con alguien desconocido para él, por que si, Bella era una desconocida, no sabía apenas nada de ella, nunca había hablado de algo con ella que no fuese la caza o alguna forma de defenderse, sabía que era su deber como padre, al fin y al cabo esa chica era la novia de su hijo, debería conocerla, pero no sabía como hacerlo, como empezar una conversación personal, como conocer sus gustos, como intentar ver como era realmente esa chica.

Sabía que tenía carácter, lo había podido comprobar en sus carnes, y que amaba realmente a su hijo, solo hacía falta ver como le miraba, casi con adoración, pero era lo más profundo y personal que conocía de la chica. Y le gustaría saber más. La gente solía pensar de él que era un hombre serio, que no se preocupaba nada más que de si mismo, que no le importaba el resto, pero no era cierto, era serio si, pero por que la vida le había dado muchos golpes, la vida le había enseñado a ser así, un tipo serio, duro y con ese aura de peligro que hacía a mas de uno el pensarse si acercarse a él. Pero si se preocupaba por los demás, si no, no haría este trabajo, si no, no se jugaría la vida para salvar a otros. Él quería conocer a la chica, saber más de ella, solo que no sabía hacerlo, ni si quiera sabía hacerlo con sus hijos y eso era algo que le dolía. Él muchas veces no comprendía a Sam y discutía con él por qué no le conocía realmente.  Aún recuerda el día de la gran discusión, cuando Sam le pidió marcharse a la universidad, puede que se equivocara en la forma de abordar el tema, dios, y tanto que se equivocó, pero le pilló de imprevisto, no era algo que hubiese visto venir y eso le molestó, le molestó no saber que Sam quería ir a la universidad, estaba más enfadado consigo mismo que con Sam, por eso se cabreó y la tomó con el chico, por eso soltó todo lo que dijo esa noche y de lo que se arrepiente cada día, demonios, era su hijo y ni si quiera se le pasó por la cabeza pensar que Sam quisiese seguir estudiando. Era inteligente, y mucho, eso lo sabía, pero Dean también lo era y nunca pidió irse, ahora se pregunta si realmente su hijo mayor no quería ir, o si es que no se atrevió a preguntarlo si quiera. Muchas noches se pregunta hasta que punto ha influido en las decisiones de su hijo mayor, en su vida, y eso a veces le deja pensando toda la noche. Sabía que en ciertas cosas, no lo había hecho bien como padre, y siempre se lamentaría por eso. Le gustaría decírselo a sus hijos, pedirles perdón, pedirles perdón por todo lo mal que lo había hecho, pedirles perdón incluso por las cosas que sus actos habían causado y de las que no era consciente, pero no sabía hacerlo, John no era de abrirse, no era de conversaciones profundas, no sabía mostrar lo que sentía. Desde que Mary murió, formó un caparazón a su alrededor y no permitía entrar a nadie, y era consciente que Dean estaba empezando a hacer lo mismo. Solo esperaba que eso no fuese también culpa suya.

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