Capítulo cuarenta y uno

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-Me importa una mierda, mira, yo te he ayudado siempre, siempre te he apoyado, siempre he estado de tu lado, pero ya no, ¿sabes qué? siempre decías que Sam era un mocoso desobediente, pero tenía razón, siempre la ha tenido, a tí no te importamos, lo único que te importa es matar a ese demonio -escupió Dean haciendo que Sam sonriera orgulloso de su hermano en aquél momento. Nunca antes había visto a Dean cuestionar a su padre, hiciese lo que hiciese, para su hermano, aquel hombre era como una especie de Dios que siempre tenía la razón, estaba orgulloso de que al fin se diese cuenta que no era así y que por una vez, eligiese su bando y no el de su padre.

-Dean, no voy a permitir que me hables en ese tono -dijo John acercándose a Dean, ambos Winchester estaban demasiado cerca el uno del otro, miradas desafiantes, puños y dientes apretados. Parecía que la guerra se iba a desatar en cualquier momento entre aquellos dos, pero Bella se soltó del agarre de Sam y rápidamente se interpuso entre ellos, dándole la espada a John, mirando a Dean con cariño, puso su mano en el hombro del chico intentando tranquilizarle y hacer que la mirase a ella en lugar de a su padre.

-Vamos Dean, pasemos dentro -pidió Bella, lo único que quería la chica era alejar a Dean de su padre y de la batalla que estaba a punto de desencadenarse entre esos dos hombres. Pero John no lo iba a dejar pasar tan fácilmente.

-Eh niña, estamos hablando así que por una vez demuestra un poco de respeto y...

-Escuche, en primer lugar me llamo Bella, no niña ni chica, si quiere respeto, respete usted a los demás. Y segundo, sus hijos ya son lo suficiente mayores como para que los siga tratando como a críos.

-Oye jovencita, he intentado dejar pasar tus estupideces y tonterías, pero son mis hijos y...

-Si, sus hijos, no sus soldados, y ya son dos hombres adultos que toman sus decisiones. Así como yo tomo las mías, y por hoy el entrenamiento ha terminado -dijo Bella sin dejar terminar a John de hablar. Ella habría seguido, no la importaba, era terca, testaruda, y por muy dolorida que estuviera no quería darle la razón a John en que era débil, pero había algo que la importaba más que nada, Dean, y Dean quería dejar el entrenamiento por hoy, de modo que cogió al chico del brazo y tiro de él para llevarle dentro, siendo seguidos por Sam y dando la espalda a John quien se quedó fuera, pensando en todo lo que su hijo y Bella le habían dicho.



...



Después de aquel enfrentamiento entre John y Dean por culpa de Bella, las cosas estuvieron un tiempo más calmadas, Sam continuó entrenando a Bella y aunque John siempre estaba delante para ver el entrenamiento, mantenía silencio, no se entrometía aunque si que se le escapaba algún que otro gesto de molestia o frustración. Sabía que él podría enseñar mucho mejor a la chica, Sam no lo hacía mal, pero era demasiado delicado con ella, así nunca aprendería, pero después de la discusión que tuvo con su hijo mayor, prefirió no intervenir, ya le habían dejado claro que no querían su ayuda en este tema. Todo parecía estar tranquilo aunque la paz solo duró un par de días, justo hasta que Bella pronunció aquellas ocho palabras que Dean jamás hubiera querido escuchar y que acabaron con la calma en la pequeña casa, "quiero que tu padre me ayude a entrenar". Aquella frase se llevó toda la calma y tranquilidad que había reinado desde hacía unos días.

-No sabes lo que estás diciendo -dijo Dean un poco enfadado en cuanto escuchó a Bella pronunciar aquellas palabras.

-Mira, sé que tu padre y yo no hemos empezado con buen pie, pero tanto tú como Sam siempre comentáis lo buen cazador que es, os entrenó a vosotros y sois los mejores, podrá enseñarme muchas cosas y... -intentó explicarse Bella pero Dean no la dejó terminar, debía cortar aquello de raíz, hacer que Bella desechase esa idea sin contarle demasiado.

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