Capítulo quince

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La despedida fue dura, pero cuando dejó de ver la casa de Bobby en el retrovisor, un nudo se formó en su garganta y sintió una fuerte presión en su pecho, quería gritar, quería golpear algo, liberar toda la rabia, dolor y desesperación que sentía en ese momento, y no sabía si algún día dejaría de sentir todo aquello, todo ese dolor, esas ganas de gritar, ese nudo en la garganta que no le dejaba tragar, pero algo le decía que todo eso le acompañaría por el resto de su vida.

...

Los días iban pasando, y tanto Bella como Dean seguían sintiendo ese vacío que se había instalado en su corazón después de perderse el uno al otro. Pero la vida seguía, y tenían que intentar sobrellevarlo, seguir con su vida.

Dean seguía cazando con su hermano, de echo, apenas tenían un descanso, y aunque Sam estaba agotado ya que no salían de un caso para entrar en otro, no dijo nada, sabía que Dean solo quería mantenerse ocupado, pues así no pensaría en ella.

Bella por su parte había empezado a ir a un instituto cercano. Bobby la había apuntado para poder graduarse. Aunque Bella tenía edad para entrar este año en la universidad, la chica no se había graduado en secundaria pues se marchó de casa a los 17 años por lo que le faltaba un curso.

Bella en un principio se negó, desde pequeña había querido ir a la escuela pero su padre nunca la dejó, estudiaba con un profesor particular en su casa. Pero ahora que podía ir, ya no tenía ganas, desde la marcha de los Winchester, no tenía ganas de nada. Pero Bobby pudo convencerla y comenzó a ir al instituto y fue algo bueno para la chica, pues según pasaban los dias, Bobby podía jurar que la veía cada vez más animada, más alegre, como si empezará a volver a ser la chica que era cuando los chicos estaban con ella.

Dean no dejaba de llamar de vez en cuando, preguntando que como estaba la chica, pero siempre cuando sabía que la chica no estaría en casa. No quería que ella supiera que llamaba cada día, quería que le olvidará. Bobby por su parte nunca decía nada a Bella, pero Bella nunca olvidaría a Dean. Aunque estaba mejor, cada día que pasaba le echaba más de menos.

La chica había intentando más de una vez llamar a Dean, pero este nunca le cogía el móvil. Le mandaba mensajes, pidiéndole que en cuanto dejará de estar ocupado la llamara, que viniera a visitarla alguna vez, pero lo único que había recibido hasta el momento, había sido un par de mensajes del chico escudándose de no haber podido contestar y diciéndola que Sam y él estaban muy ocupados pero irían cuando sacarán un hueco.

Bella esperaba impaciente que ese día llegara, pero las semanas pasaban, y con ellas los meses y los chicos nunca venían a verla. Pero Bella no desistía, volvía a llamar, escribir mensajes al mayor de los hermanos, pero siempre le devolvía la misma contestación.

Hasta que una mañana, Bella no pudo ir al instituto por qué se había puesto enferma, ella hubiera ido, pero Bobby se plantó en la puerta de brazos cruzados y la dijo muy serio que hasta que la fiebre no se le bajará no saldría de la casa.

Ese día Dean llamó por la mañana, como hacía cada día, pensando que Bella estaría en clases, pero ella estaba allí de modo que cuando escuchó la llamada fue a coger el teléfono, se lo llevó a la oreja escuchó a Bobby contestar en el teléfono de la cocina, pues habían descolgado a la vez. Bella iba a colgar para dar intimidad al hombre, pero cuando escuchó la voz de Dean al otro lado del teléfono se quedó paralizada.

Hacía tanto tiempo que no le escuchaba que no pudo colgar, quería que el tiempo se detuviera, poder escuchar la voz del chico una y otra vez.

-Bobby, ¿Qué tal todo? ¿Cómo está Bella? -Preguntó Dean como hacía cada vez que llamaba a Bobby.

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