Capítulo setenta y uno

404 37 21
                                    

-No, vamos a arreglar esto por favor, no soporto que estés así conmigo yo no puedo...

-No hay nada que arreglar Bella, para mi ya no eres nada, eres peor que eso, eres la chica que dejó que mi padre vendiese su alma a un demonio. Por mi puedes irte a la mierda -Y todo se fue al carajo, Dean había soltado aquello que le había estado rondando la cabeza desde anoche. No quería tomar aquella decisión así, quería meditarla, tomarse su tiempo, pero Bella le había presionado para hablar y su enfado tomó la decisión por él.

Nada mas escuchar aquello Bella sintió como su corazón se rompía por completo. Dean jamás la perdonaría. Con lágrimas recorriendo sus mejillas, la chica cogió su mochila y salió por la puerta del motel. No sabía donde iba a ir, no sabía que hacer, solo quería alejarse del cazador. No podía seguir viendo como la miraba con desprecio y odio en la mirada.

Dean simplemente la vio marchar, suspirando, llevándose las manos a la cabeza en cuanto la puerta se cerró. La cosa estaba jodida. Su cabeza estaba hecha un lio, no sabía si había hecho bien, aún amaba a la chica, la amaba con toda su alma pero también la odiaba por haber permitido que su padre fuese al infierno. La odiaba con todas sus fuerzas y en su cabeza no parecía haber un sentimiento ganador.

Derrotado, decidió tumbarse en la cama y descansar, necesitaba dormir unas horas, quizás después viese todo más claro, quizás después supiese si había hecho bien o si había metido la pata hasta el fondo.



...



Bella estuvo deambulando por el pueblo sin un rumbo fijo. No sabía donde ir, no había pensado bien que estaba haciendo cuando se marchó del motel, pero necesitaba salir de aquella habitación, necesitaba alejarse de la mirada dolida y decepcionada de Dean.

Paseó por las calles del lugar, con la mochila al hombro, sin poder dejar de soltar alguna que otra lágrima y sin importarle que la gente se le quedase mirando. Suponía que no debía tener buena cara, había pasado la noche entera despierta y llorando, se sentía cansada, devastada y tremendamente culpable por todo. Por la muerte de John, por haberse callado durante tanto tiempo, por hacer daño a los hermanos, sobre todo, por haber hecho daño a Dean.

No sabía que pasaría ahora, estaba claro que su relación con Dean estaba acabada, ¿que iba a ser de ella ahora? ¿La dejarían los hermanos seguir con ellos? ¿La dejaría Dean seguir cerca de ellos? Dudaba aquello, no solo había fastidiado su relación con Dean, también había perdido a sus amigos, a su única familia de verdad, había perdido a las únicas personas que amaba y que la amaban. Aún le quedaba Bobby, quizás él entendiese el por qué actuó así y la perdonase, quizás aquel viejo adorable dejase que se quedase en su casa con él, como la última vez.

No sabía si debía llamarle y contarle lo sucedido, quizás también se pusiese de parte de Dean. Era lo lógico, incluso ella estaba de parte del chico.

Sin darse cuenta llegó a un pequeño parque, era bastante bonito, estaba llegando el otoño y las hojas caídas teñían el suelo de un marrón cobrizo precioso. Muchas parejas caminaban por la zona, agarrados de la mano. Le hubiese gustado ir a aquel sitio con Dean, pasar una tarde relajada a su lado, hablando de cosas sin importancia, paseando, o sentados en uno de los tantos bancos que había por la zona, pero aquello ya no iba a ser posible.

Cansada de caminar decidió sentarse en uno de aquellos bancos, sacó de su mochila el peluche que Dean le regaló al principio de conocerse, y se abrazó a él, era lo único que le quedaba del chico. Las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo, la pena la volvió a inundar, se sentía miserable, ella era la causante de haber roto su vida, y no solo la suya, también había jodido la vida de los hermanos. Quizás todo hubiese sido mejor si no la hubieran conocido, si aquel demonio la hubiese dado caza antes, si no hubiese entrado nunca en aquella habitación de motel... Pero ya no podía volver atrás. Solo le quedaba aceptar las cosas y seguir adelante como pudiese.

SupernaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora