Estancado en tu mirada.

Capítulo 16.

MARTES, JUNIO 26, 2018.

El chico había conducido hasta las cuatro de la mañana y cuándo frenó cayó al instante dormido.

Yo me sentía con sueño pero no dormí por unos momentos pensando en que estaba sucediendo realmente.

¿A qué se debía la salida que habíamos tenido?

Arturo se preocupaba de mí pero nunca fue de esa forma. Siempre me aconsejaba o me ayudaba pero nunca superó ese límite.

No para llevarme a la playa por culpa de un amor fallido.

A pesar de que no quisiera, Arturo me estaba utilizando porque sucedía algo en su vida. Eso sólo me decía que yo era no era más que distracción.

"Debes explicarme que sucede con tu hermano."

Había escrito ese mensaje después de estar seguro de que el chico se haya quedado dormido y que no pudiera leer lo que decía.

Durante las siguientes horas continúe mirando hacia la ventana hasta que sin darme cuenta me quedé dormido.

Al despertar Arturo ya estaba encendiendo el auto para continuar con el viaje. Yo sólo lo mire por unos instantes antes de por fin hablar.

—Buenos días.
—Hola Carven.

Arturo sonrió y me miró.

Tenía la mirada cansada, pero a diferencia del día anterior la arruga que tenía en su frente había desaparecido, e incluso se veía mucho más relajado.

—¿Qué hora es?
—Deberíamos estar llegando al colegio si hubiese seguido con el camino.

Eran casi las once de la mañana. Mi familia ni siquiera debió darse cuenta de que no estaba en casa.

—Vamos a desayunar algo.
—¿Tienes dinero?

Busqué mi mochila en el asiento trasero y tomé un billete que se encontraba escondido entre mis cuadernos.

—Era un chiste. Yo voy a invitarte a desayunar.

Arturo sonrió y después arrancó el auto.

—¿Dormiste bien?
—Sí. El asiento de tu auto no es tan molestoso como esperaba.
—No es mi auto.

Estaba bastante seguro de que era el auto de Arturo. A menos que haya tomado el de alguien vez del colegio.

—Es de Dakota.

Eso debía explicar cómo sabía que Arturo se encontraba conmigo. Pensando en eso recordé el mensaje y ni siquiera me había serciorado si Dakota me había respondido.

—Debe estar enojada.
—Ya sé. Va a querer matarme cuando me vea.
—No sé lo permitiría.

Arturo regresó a verme y sonrió.

—Así que ahora prefieres ayudarme a mí en vez de a tu amiga. Es una sorpresa agradable.
—Tu me has ayudado a mí. Debo compensarlo de alguna u otra forma.
—No es necesario. Aunque gracias por preocuparte.

Sonreí.

Y no fue una sonrisa falsa como estaba acostumbrado.

Volví a mirar hacia la venta notando las palmeras y las grandes plantas en todo el camino. Me gustaba porque a pesar de todo aún se podía apreciar el mar, y eso me recordaba la noche que había tenido con el chico.

—Si se enteran de esto mis padres van a matarte. Y después a mí.
—Descuida señor Olivera. Nadie va a descubrirnos.
—Eso espero.

Arturo continuó conduciendo y diciéndome uno que otro chiste para que el auto no quedará en completo silencio.