Capítulo 14.

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MARTES, JUNIO 26, 2018.

Dormir me servía mucho más antes. Al despertar ya no sentía tanto malestar y muchas veces ya ni siquiera recordaba lo que había sucedido.

Sin embargo, lo que había hecho no podía superarlo.

Las estrellas iluminaban el lugar en el que estábamos. En nuestro vecindario no paraba de llover mientras que aquí se encontraba un cielo despejado.

Arturo se encontraba a mi lado durmiendo.

Yo no hacía nada más que ver las estrellas y preguntarme cual había sido la razón del chico para traerme hasta este lugar.

Durante toda la trayectoria pasé dormido. Cuando me despertaba notaba como aún el cielo seguía claro que volvía a dormirme.

—¿Estas despierto?

Debía asegurarme de eso.

—Quería dormir. Pero ya no.

Arturo abrió sus ojos y quitó su cinturón de seguridad.

—Tengo que salir.
—Te acompaño.

Ambos salimos del auto e instantaneamente reconocí el lugar. Era una playa.

El aire se sentía cálido, a pesar de estar en la noche, incluso estar con el uniforme me molestaba bastante.

—Tengo algo de ropa para cambiarnos si quieres.

Asentí.

La ropa de Arturo me quedaba un poco más ancha pero la simple sensación de tenerla me reconfortaba.

Ambos empezamos a cambiarnos y en ese instante noté un par de marcas moradas en su cuerpo. La última vez que habíamos estado junto no se encontraba de esa manera.

—¿Qué te pasó?

Traté de tocar su cuerpo pero Arturo me sujetó con delicadeza y me detuvo.

—No, por favor.
—Lo siento.

Me alejé de él y comencé a caminar. La playa se encontraba vacía, lo único que se podía apreciar y escuchar era el ruido de las olas impactando contra rocas.

Y un par de discotecas.

Había dejado mi celular dentro del auto porque no quería ninguna distracción. Dakota debía estar llamándome al igual que mis padres.

Todos debían estar de una u otra forma preocupados por mí pero eso no me importaba.

Necesitaba distraerme un poco.

—¿Quieres caminar sobre la arena?
—Seguro.

Antes de entrar en la arena me quité los zapatos para que no se ensuciaran. Arturo hizo lo mismo y nos adentramos en la arena.

Estaba fría pero no era molesta. Era bien sentir un clima cálido después de los largos y deprimentes días en los que no paraban de llover.

—Caminemos a la orilla de playa. Por favor.

La forma en la que Arturo hablaba transmitía algo en mí que no tenía idea de lo que era.

La llamada de Dakota se hizo presente en mí mente. Algo había cambiado en Arturo y era bastante notable.

Esta noche debía averiguar de que se trataba.

—Vamos.

Me acerqué al agua y al tocarla retrocedí inmediatamente.

—¿Qué pasó?
—Está fría.

Arturo sonrió.

—Sólo va a ser por un rato.
—Está bien.

Estancado en tu mirada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora