Capítulo 48.

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SÁBADO, DICIEMBRE 16, 2017.

Diciembre.

La época donde puedes recapacitar todo lo que has hecho en el resto del año. Donde puedes dejar tus errores atrás e intentar solucionar alguno con regalos. El mes lleno de árboles navideños, música alegre y varias tiendas de ropa llenas en exceso.

—Me alegra estar aquí contigo hoy —dijo dándome la mano.

Me reí.

Dakota y yo habíamos intentado solucionar nuestros problemas dos semanas atrás. Prácticamente nos contábamos muchas cosas de ambos, que cuando nos dimos cuenta lo mucho que nos extrañábamos, fue claro que debíamos reconciliarnos.

Estábamos sentados en la mesa del patio de comidas del centro comercial. Había muchas personas ese día por lo que encontrar una mesa fue bastante difícil. Sin embargo, ahí estábamos. Comiendo una pizza entre los dos.

—Extrañaba comer contigo.

—Créeme, yo igual. No tengo a nadie con quien conversar.

Dakota sonrió.

—Espera, ¿conversar? ¿Tú? Es una sorpresa.

La volví a mirar.

—Deja de molestarme. Es la razón por la que peleamos antes.

—No. Te enojaste porque eres un imbécil. Creí que cuando habías pedido disculpas había sido enserio.

—Fue enserio Dakota, pero de verdad tienes que parar.

Mi amiga simplemente giró los ojos y continuó.

—Como sea, Ca. Steve me escribió en la mañana y me dijo que fuéramos a su casa hoy. Van a ir tus amigos, ya sabes, algo súper tranqui —exclamó bastante emocionada.

Mordí un pedazo de mi pizza bastante confundido.

—¿Steve? ¿Por qué no me avisó nada a mí?

—No sé —respondió la chica—, supongo que sabe que estuviste muy ocupado con todo el programa de Navidad, y esas cosas.

—Sí, pero igual hablamos todos los días...

Dakota simplemente me dio una sonrisa incomoda, pero traté de quitarle importancia. Steve tenía razón. Todo el mes había sido bastante agobiante, dado que había intentado ofrecer un programa acerca de la navidad que valiera la pena.

En ese momento de estrés, me preguntaba porque había decidido ser presidente del consejo estudiantil. Cuando ya todos se habían ido, Noah y yo tuvimos que quedarnos a limpiar el desastre algo que siguió siendo bastante agotador, pero que cuando nos encerramos en el pequeño salón que nos habían entregado y lo habíamos aprovechado tuve clara cuál había sido mi razón.

—Como sea, entonces, ¿quieres ver quien avanza a comer los pedazos restantes más rápido?

***

En cuánto llegamos a la casa de Steve me sorprendí bastante de ver a todos mis amigos ahí. Todos me saludaron y me abrazaron, pero me sentía bastante incómodo al pensar que no me habían invitado.

Intenté buscar a Steve por todo el primer piso, pero al no hacerlo simplemente busqué una cerveza y me acosté en uno de los sillones vacíos. Comencé a escribir a Noah para que viniera también, pero no me respondió tan rápido como lo esperaba.

—¿Qué hace el pequeño Carven? —preguntó Rafael.

—Esperando que me ofrezcas algo de Mary, ¿tienes?

Estancado en tu mirada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora