Oliver, el desconcertante 🙃

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Capítulo 11


Aprovechando que Abigail no estaba, Oliver fue al lugar que usaba para pensar y estar a solas: La casa del árbol en la parte trasera de su hogar.


Thiago, por su parte, se tomó el atrevimiento de subir allí. Por alguna razón, sentía la necesidad de hacerle compañía.


Al escritor no le molestaba del todo su presencia. Algo bastante raro porque él no había permito que nadie, ni su mejor amiga o su mascota, subieran.


— Me siento tan mal... — rompió en llanto. — Mi padre se ha ido...


— Lo sé, Oliver... Yo también me senti así cuando perdí a mi mamá.


— ¿De qué ha muerto?


— Al parecer... Fue un infarto... O eso me dijo tu mamá...


— ¡Esto es tan duro! — sollozó. — Nunca pudimos entendernos... Y todo porque el estricto Coronel Quiroga descubrió que su hijo era gay...


— Entiendo la difícil relación que mantenías con tu padre, créeme... — aseguró el otro. — Pero a pesar de eso, tú lo querías, lo querías mucho...


— Me siento tan culpable, ni siquiera pude despedirme de él.


— No digas eso, Oruga... — alentó el DJ. — Tú no eres culpable de nada...


— Tienes razón... Yo no soy culpable de nada... — miró fijamente al otro. — Eres tú...


— ¿De qué demonios estás hablando? — preguntó confundido.


— Hace 7 años, cuando aún estábamos en la secundaria, alguien llamó a mi casa para contarle a mi papá que yo era gay. Desde entonces me detestó con todas sus fuerzas y me echó de casa.


— Espera, ¿crees que fui yo?


— ¡Por supuesto que fuiste tú! — acusó. — Y si mi papá no se hubiese enterado de que yo era gay, no habría muerto estando peleado conmigo...


— ¿Y qué pretendías? — cuestionó. — ¿Quedarte callado?


— Eso era algo que me tocaba decidir a mí, no a ti. En ese momento yo no pensaba, era un adolescente de 15 años que se había quedado en la calle al anochecer, completamente solo.


— Oliver, lamento oír todo eso, pero yo no llamé a tu padre...


— ¡No te creo nada! ¿Qué te hice? ¿Por qué te ensañas en mi contra de esta manera? Me humillas, me acosas, te mudas frente a mí cuando cada uno debió tomar caminos distintos, me robas mi cuerpo y recibo golpes que iban dirigidos a ti. Creo que ha sido suficiente, Thiago.


— Ya te he dicho que no tuve nada que ver con esa mudanza — insistió. — Si hubiese sabido que tú vivías en este vecindario, jamás habría venido. Y con respecto a lo demás, tampoco fue mi culpa.


— ¡Claro! ¡Olvidaba que tú nunca tienes la culpa de nada! Ni de eso, ni de que yo haya quedado en la calle con solo 15 años. Si no llega a ser por la madre de Abigail, que me acogió en su casa hasta que fui a la universidad, no sé qué habría sido de mí... — recordó. — Mi padre no asistió a ninguna de mis graduaciones, no vio cómo su único hijo se graduaba con honores o publicaba su primer libro, siendo un éxito en ventas... ¡Y todo por tu culpa!


¡ESTE NO SOY YO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora