Mentiras, Mentiras 🤥

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Capítulo 13


Al día siguiente. Thiago abría sus ojos pesadamente. No tenía zapatos, pero tampoco calcetines, pantalones o camisa.


¡Solo estaba en calzoncillos!


¿En qué momento se había despojado de su ropa?


No tenía ni idea, la verdad.


Y su cabeza le dolía demasiado como para recordarlo.


Con agotamiento, se puso algo de ropa y bajó a la cocina, donde Abigail lo esperaba con el desayuno servido.


La rubia veía su avena y comenzó a darle vueltas con la cuchara sin mucho ánimo.


— Demonios, qué cara tienes — dijo el chico.


— Hoy no es un buen día para mí... — explicaba ella. — No sé cómo voy a enfrentar el hecho de que Ramiro es mi nuevo jefe. Su padre convocó a una reunión en una hora.


— Olvídate de Ramiro y de la avena... — sugirió echando el plato a un lado. — Te prepararé un sándwich de mantequilla de maní con huevo frito, tocino y queso fundido. Es mi especialidad...


— ¡Qué asco? — exclamó horrorizada. — ¿Eso sabe bien?


— Espera a que lo pruebes y me cuentas qué tal.


— ¿Desde cuándo comes otra cosa que no sea avena o brócoli?


— Es algo difícil de explicar, créeme...


— A ver, te ayudo...


La presentadora comenzó a sacar algunos ingredientes del refrigerador.


— Abigail, ¿estás molesta conmigo? — preguntó él.


— No... No sé... Estás tan raro...


— No hablemos de eso, ¿sí? — suplicó. — ¿Cuánta mantequilla de maní quieres en tu sándwich?


— No sé, la que tú quieras... — dijo sin dar mucha importancia. — Oliver, es en serio, siento que me estás ocultando algo. Nosotros siempre nos hemos contado todo.


— Soy el mismo de siempre...


De pronto, el omnipresente Tic~Toc comenzó a corretear por el comedor, a lo que Thiago quedó inmóvil en un rincón.


— ¡AAAAAAAAH!


— ¡Tranquilízate, Oliver! — ordenó Abigail.


— ¡Aleja esa cosa de mí! — suplicó el otro. — ¡Me dan miedo desde que una me mordió de niño!


— ¿Y si los hámsters te dan miedo, por qué compraste a Tic~Toc en una tienda de mascotas hace dos años?


Hasta que Abigail no metió al roedor en su jaula, el DJ no se calmó.


— ¿Te das cuenta de que sí estás raro? — cuestionó la chica. — Sin ir muy lejos, la otra noche te pusiste a insultar a Renata, de quien no sabemos nada hace años.


¡ESTE NO SOY YO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora