Capítulo 39
En el museo. Thiago observaba con detenimiento uno de los cuadros de la Galería de Arte a la espera de que Oliver apareciera.
— Sé sincero... — dijo el pelirrojo detrás de él. — ¿Eres de los que ve un cuadro o simplemente te detienes frente a él con cara de inteligente para que la gente crea?
— No tengo la más mínima idea... — dijo sin apartar su vista. — Solo sé que cuando veo un buen cuadro, no quiero voltear a los lados...
— Vaya...
— La primera vez que vine a un museo fue en una de las excursiones que hicimos en la escuela... — recordó. — Cuando entré y vi todos esos cuadros juntos, quedé maravillado... — indicaba. — Ahí decidí que quería ser pintor y convencí a mi papá para que me dejara tomar clases de pintura...
— ¿Y cómo terminó eso? — preguntó el otro sin mucho interés.
— En una tragedia... — admitió. — Por suerte, descubrí la música electrónica y decidí convertirme en una especie de pintor musical...
— Eso de 'pintor musical' suena bien.
Thiago rompió su concentración echándole un vistazo al otro.
— Gracias por aceptar mi invitación, Oliver.
— Dijiste que cuando te detenías ante un cuadro no veías a los lados.
— Tienes razón, pero eso fue hasta que te vi a ti.
El escritor se mantuvo en silencio.
— ¿No tienes nada que decir a eso? — insistió el DJ.
— Sí, que estamos en un museo... — recordaba. — Lo mejor es guardar silencio y seguir viendo los cuadros... — intentaba evadirlo. — Creo que nos saltamos un pasillo, así que estaré allá...
— Hey... — lo tomó del brazo sin dejarlo huir. — ¿Por qué me esquivas, Oliver? — inquirió. — Yo solo quiero oírte admitir que sientes lo mismo que yo...
— Thiago, que nos hayamos visto en la obligación de vivir en el cuerpo del otro por culpa de una bruja no significa nada... — aseguró. — Somos compatibles en nuestra necesidad de odiarnos, eso todo...
— ¿Estás seguro de que eso es así?
— Sí... — afirmó. — Y si me permites, iré al pasillo que nos saltamos...
Pero Thiago volvió a sujetarlo del brazo. Esta vez más fuerte.
— El otro pasillo puede esperar, pero yo no... — rechinó entre dientes. — Tú sabes muy bien que entre nosotros está pasando algo más que esa necesidad de odiarnos... — aseguró. — Admítelo, tú sientes lo mismo que yo...
— ¿A qué te refieres?
— Que nuestro beso fue único, Oliver. Después de ese beso que te di en la casa del árbol, todo ha sido diferente.
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¡ESTE NO SOY YO!
HumorEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...