Capítulo 33
Thiago apoyaba sus codos en el lavabo del baño mientras echaba agua en su cara con desesperación.
No podía creer lo que había hecho, Oliver lo iba a matar.
Cuando regresó a la habitación, Abigail terminaba de ponerse algo de ropa. Estaba tan apenada que no podía ver al pelirrojo a la cara.
— Buenos días... — dijo el ojiverde fingiendo normalidad.
— Buenos días... — respondió la otra. — ¿Qué tal dormiste?
— Bien... Quiero decir... — rascó su cuello. — Supongo que bien... En realidad, no lo recuerdo...
— Yo tampoco, no lo recuerdo, ni quiero recordarlo...
— Yo menos, créeme...
Entonces, la rubia se armó de valor y miró fijamente a quien creía era su amigo.
— Oliver, lo que pasó anoche, pues pasó... — indicó torpemente. — Eso no lo podemos negar, pero no quiero que esto cambie las cosas entre nosotros o termine con nuestra amistad.
— Tranquila... — despreocupó. — Aquí no pasó nada, solo bebimos demás...
— Exacto, bebimos demás y nos quedamos dormidos como hermanitos.
— Estoy de acuerdo, aquí no ha pasado nada y nadie tiene que enterarse.
— En lo absoluto.
— Asumámoslo como una simple recaída entre ex's...
La presentadora arqueó una ceja.
— ¿De qué hablas? Tú y yo nunca salimos, no podemos ser ex's.
— Claro, tienes razón.
El DJ echó un vistazo a las copas que aún reposaban en la mesita de noche y una mezcla de emociones invadió su cabeza, lo que provocó que tuviera que regresar rápidamente al baño para vomitar. Abigail lo siguió preocupada.
— ¿Estás bien? — preguntó desde la puerta.
— Sí, enseguida se me pasa.
Tambaleándose, el pelirrojo se dirigió al lavabo para cepillarse los dientes.
Fue entonces cuando Abigail dio un estrujón a sus ojos completamente alucinada.
Apoyado en el lavabo estaba Oliver, pero la persona que ella veía reflejado en el espejo... ¡Era Thiago!
Abajo. Eleonor terminaba de servir la mesa para llamar luego a los chicos a desayunar. Abigail fue la primera en acercarse.
— ¡Buen días! — exclamó la mujer con una sonrisa. — ¿Cómo dormiste?
— Eh... Bien... — musitó Abigail con la mirada perdida. — Supongo...
— ¿Y Oliver? — preguntó la mayor.
— Bajará enseguida... — dijo sin poder mirarle a la cara.
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¡ESTE NO SOY YO!
HumorEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...