Capítulo 25
Al día siguiente. Oliver quería saber por qué el DJ lo había estado evitando últimamente.
Aunque no quería admitirlo, se había acostumbrado a ver al otro todos los días desde que intercambiaron sus cuerpos y su ausencia le estaba pesando.
Así que aprovechó que Abigail, en busca de una solución al conflicto que la aquejaba, había salido de casa a primera hora para hablar con Thiago.
Por su parte, el pelirrojo quiso mantener distancia un tiempo de su enemigo desde que tuvo un sueño húmedo con él.
El castaño subió a su habitación y encontró al ojiverde echado en su cama mientras revisaba atentamente su celular.
— Hola... — dijo al entrar.
— ¿Cómo entraste? — preguntó el otro sin quitar su vista del aparato.
— Mi mamá me dejó pasar. Está emocionada porque cree que somos novios.
— ¿Qué quieres?
— Solo... Quería... — tragó grueso. — Quería saber por qué me estás ignorando...
— No te estoy ignorando... — aseguró sin prestarle mucha atención.
— ¿Qué estás haciendo?
— Escribiéndole a mis conquistas... — sonrió. — Las tenía un poco abandonadas...
— Qué patético eres... — gruñó. — Seguramente esas ilusas están babeadas por ti...
Pero era más profundo que eso, Thiago no estaba escribiéndole a varias chicas a la vez para romperles el corazón como solía hacer, les estaba escribiendo para tratar de sacarse a Oliver de la cabeza.
— Una pregunta, Oruga... — lo miró fijamente. — ¿Cuántas veces ha sonado tu celular desde que intercambiaron nuestros cuerpos?
El escritor respiró profundo.
— Ninguna...
— ¿No te parece algo triste que ni siquiera Sergio, tu novio, te escriba?
— No necesito que nadie me escriba para sentirme bien.
— Eso es lo que diría alguien que sí necesita que le escriban para sentirse bien.
— Lo que me parece triste es que seas esclavo de un celular solo para escribirle a unas chicas que tienen la cabeza tan vacía como la tuya.
— Si puedo ser capaz de crear excelentes pistas musicales, no debo tener la cabeza tan vacía como tú dices.
— Cualquiera puede hacer música electrónica, pero estoy seguro de que prefieres perder un brazo antes que tu celular.
— Haz la prueba. Te reto a que durante las próximas 12 horas te encierres en mi estudio de grabación e intentes crear una pista.
— Qué infantil eres... — bufó.
— Sabía que eras una oruga, pero nunca imaginé que también eras una gallina.
— No es eso, solo que por culpa de un reto terminamos en esta situación en la que nos encontramos ahora.
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¡ESTE NO SOY YO!
HumorEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...