Capítulo 44
Al día siguiente. Oliver y su madre conversaban durante el desayuno.
— Mamá, yo vi a Octavio llorar por esa mujer... — insistía el de rizos. — Y ese llanto terminó cuando comenzó a salir contigo...
— Pero ahora esa mujer reapareció, Oliver... — recordó la otra. — Además, soy lo suficientemente mayor para estar sufriendo por amor a estas alturas de mi vida... — bufó. — Cuando vi a esa mujer en el juzgado; tan arreglada y perfecta; quería que la tierra me tragara en ese momento...
— Te entiendo perfectamente, cuando uno ve a la persona que ama con otra persona, siente que es el fin del mundo...
— ¿Por qué lo dices? — cuestionó. — ¿Thiago te rompió el corazón? ¿O fue Sergio?
El escritor frunció el ceño.
— ¿Qué?
— Hijo, siempre he respetado todo lo relacionado a tu sexualidad y tu privacidad, pero pienso que deberías decidirte. No es bueno andar con dos al mismo tiempo.
— ¿Lo dices por experiencia propia? Tú le escribías a Octavio mientras mi papá seguía vivo...
— Y mira cómo terminé; sin ninguno de los dos.
— Pues, a mí me pasó igual. Quiero decir, nunca anduve con Thiago, pero sí con Sergio... Bueno, andaba...
— Por eso no me quería enamorar otra vez, Oliver.... — suspiró la mujer. — Porque el amor duele y es una porquería...
— No exageres, mamá... — colocó una mano en su hombro. — El poco tiempo que dura el amor, es lo máximo. Tú lo sabes.
— Octavio era el indicado... O al menos era lo que creía...
Sin previo aviso, dos toques en la puerta interrumpieron la conversación.
Oliver fue a abrir, dejando entrar a Octavio acompañado por Thiago.
— Eleonor... — dijo el hombre acercándose a la cocina.
— ¡¿Qué haces tú aquí?!
— Me rindo, Eleonor...
— ¿Vas a ver a tu mamá al Hospital? — preguntó el pelirrojo al DJ.
— Sí... — dijo el otro mirando de reojo a los mayores. — ¿Quieres venir conmigo?
— Claro... Me parece que tú y yo no tenemos nada que hacer aquí...
— ¡Oliver, tú y yo tenemos una conversación! — recordó la mujer.
— No te preocupes, mamá — le guiñó un ojo. — Podemos retomar esa conversación cuando quisieras...
Ambos chicos cerraron la puerta al salir.
— Tú dirás a qué viniste... — dijo la rubia de mala manera.
— A hablar contigo...
— Pensé que ibas a ir al hospital a ver a tu esposa...
— Eleonor, no vine a discutir... — dijo en voz baja. — Pensé que nuestro amor era invencible, que nada nos podía separar otra vez... ¿Qué nos pasó?
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¡ESTE NO SOY YO!
MizahEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...